Breve historia del retrete
Carlitos insiste en su versión de la Historia. Esta vez se enfrenta al retrete. ¿Quién ganará?
Pero, lo más importante: esta Historia continuará
Breve historia del retrete
Teniendo en cuenta que cada persona, al día,
desprende un litro y medio de orina y unos ciento cincuenta gramos de deshecho
sólido, el hombre se ha encontrado con un problema que enunciaba en forma de
pregunta: ¿dónde depositarlos?

El Orinal ¿Qué mejor
antecedente para el retrete que su predecesor, el orinal? Reinó durante
veintidós siglos, desde que lo inventaron los romanos hasta que comenzaron los
problemas de salubridad en las grandes urbes. Pero fueron los romanos, en el
siglo II antes de Cristo, quienes inventaron el orinal al que llamaron “matula”. También los cretenses se
ocuparon del personal menester dedicando a ello un cuarto o habitación de forma
exclusiva, con un asiento único. Además, la sillas estaban canalizadas en la
arquitectura de las viviendas. Las dificultades técnicas que planteaban tales
construcciones impidieron que se extendiera en los nuevos planteamientos
urbanísticos. Llegados al siglo XVIII, la alta densidad de población de muchos
núcleos urbanos y la falta de higiene traen los primeros problemas serios. Son
muchos años de abandono y las calles empiezan a apestar, presentando un paisaje
desolador abierto a la enfermedad. En Francia, la situación se hizo
especialmente delicada. Sobre todo porque personas de toda condición y estrato
carecía del más mínimo pudor y realizaba en la calle sus necesidades. En
tiempos de Carlos V,
en el año 1375, se ordenó que todos los propietarios de la Villa y suburbios de
París instalaran en sus casas letrinas para tratar de evitar que la inmundicia
y las excrecencias dejaran de gobernar las calles. Pero el problema lejos de
solucionarse se complicó. En el siglo XVIII se dictó en París un decreto que
prohibía defecar en las calles. Curiosamente, una especie de delegación
compuesta por personalidades de la burguesía acudió al Ayuntamiento parisino
para mostrar su protesta. Las primeras letrinas higiénicas
fueron instaladas en París en el año 1865. Luego otras grandes ciudades
imitaron el gesto. Y en 1919 hasta el jardín de las Tullerías contaba con
excusado. Hasta la fecha uno de los recursos más socorridos era tirar los
excrementos a los ríos. Jean-Baptiste Mouras inventó la fosa séptica,
consistente en un depósito de chapa de cuatro metros cúbicos que llegaron a
sustituir a las letrinas. El invento tenía un problema y era la ausencia de
lecho bacteriano que descompusiera las sustancias fecales. Donald Cameron en
1896 resolvió este problema. Esta solución entre 1865 y 1885 se convirtió en un
problema porque los principales ríos de las ciudades europeas se habían
convertido en vertederos de basura inagotable. Aguas que, en algunos casos y en
verano, se podían ver borbotear como consecuencia de la fermentación.
La Taza del Retrete. Creada en 1883
por una Institución llamada Escuela
Mongee en Francia. Los
cuartos de baño de esta escuela contaban
con una taza muy similar a las que se usan en el siglo XXI. Se desconoce el
nombre del inventor, solo se sabe que se puso en funcionamiento en la referida
escuela.
La Cisterna de Agua.
Water-Closet. Invento de Thomas
Crapper, de origen británico, que en 1886 instaló sobre su taza
un depósito de agua de unos diez litros de capacidad. Una palanca liberaba el
agua al tirar de una cadena. Mejoró su invento con un sifón que permitía que
siempre hubiera agua en el fondo y quedara separada la taza de la cisterna. Era
necesario contar con agua corriente y alcantarillado público en todos los
hogares. Algo que tardaría en llegar.
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