por Máximo Gur Méndez
No quiero escribir desde la bronca.
No quiero parecer un loco suelto que tira piñazos al aire.
No quiero ser un alarmista.
No quiero ver el vaso medio vacío en vez de medio lleno.
No quiero que juzguen mis dichos por lo que vengo votando en las elecciones presidenciales.
No quiero que me ninguneen porque soy de la Fosalba en el SMU.
No quiero bajonear a nadie, llenarlo de otras preocupaciones además de las que seguramente ya tiene.
Pero tampoco quiero parecer un nabo, un verdadero imbécil.
Tampoco quiero darme cuenta que habían cosas que debíamos decir y, por pudor malentendido, no decíamos.
Ayer se murieron 45 personas en Uruguay por COVID. Para un paisito de tres millones y medio eso es muchísimo. ¡Y no nos podemos acostumbrar!
La tasa de contagio es la mayor (en relación a la cantidad de habitantes) de todo el planeta. Y que no venga Nopriani ni Marindia a joder que estamos generando pánico: lamentablemente es lo que dicen los números, fríos y llanos.
Las camas de CTI están casi todas ocupadas. Y no se puede decir que porque hay dos camas libres en tal lado no se ha colapsado. En Fray Bentos dicen que no se internó a ninguno de los veteranos del Hogar de Ancianos porque no lo requerían (se murieron 15 en el Hogar mismo!) pero además porque si lo hubieran requerido los tendrían que haber llevado a otros departamentos distantes, porque en Río Negro no había. No alcanza con aumentar camas (¡las camas y los monitores, se compran hasta en cuotas!); también hay que ponerles a la gente que las atienda, desde el auxiliar de servicio hasta el médico coordinador. Y eso ni se compra ni se hace rápido ni, si se hicieran rápido y fácil, se pueden tener en stock, en un estante para cuando se precise en una nueva pandemia.
En el inicio de la pandemia los que empezaron a sufrirla nos avisaban que el problema es que los que se enfermaban graves, ingresaban a CTI muchos días y hacían que se colapsara todo el sistema sanitario.
Un año y pico después nos seguimos comiendo los mocos a cucharadas.
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