In Invernum qualqum soreteae fiumo expelent

DEFINICIÓN


galanga (diccionario de la real Academia Española)

3. f. Bacín plano con borde entrante y mango hueco, para usar en la cama.

martes, 17 de diciembre de 2019

La culpa no es del chancho

por Tano de la Mondiola

La barbarie y violencia en el fútbol es tema ya tratado múltiples veces aquí.

Lo de este fin de semana es espantoso.

Otra vez ríos de tinta pero no se va a ninguna parte. Y no se va a ninguna parte porque poca gente analiza el fenómeno de base. No es solo "la violencia instalada en la sociedad" como he oído a sesudos zurdos y derechos (con tufillo a hinchas) absolviendo al fútbol.  Porque a los empresarios (y a los gobiernos) no les conviene. A los primeros por la plata y a los otros por el control de masas (y porque muchos son dirigentes de fútbol primero y gobernantes después).

Y como lo que sigue nunca lo oigo en la prensa (y es, como dicen los yankis, el gran elefante rosado en la mesa que nadie nombra) lo expreso aquí reiterando y ampliando lo esbozado en pasada nota.

Quizás haya que ir un poquitito más allá. Como el célebre evolucionista Richard Dawkins dice del otro gran instrumento de control de masas, la religión, es la irracionalidad de ambos fenómenos (en el caso del fútbol, qué es ser "hincha" sino eso?) lo que hace que exista un rango de comportamiento que abarca desde el inofensivo parcial,  al personaje violento, o desde el que a veces va a misa, sinagoga o mezquita y el que mata al infiel. Si no existe la creencia  es difícil justificar la violencia irracional. El hinchismo es un fenómeno local, fomentado por los padres, irracional, para crear grupos, que tienden a despreciarse. O sea “yo” y el “otro”, al que debo odiar y combatir (comportamiento de clan que está en nuestros genes). Y esto genera, y JUSTIFICA, en cierta gente (los hinchas fanáticos y los religiosos ídem), la violencia. Son los mismos mecanismos psicológicos atávicos, o sea más inveterados que el orificio de la cuia. Y se mantienen por el adoctrinamiento de los infantes, he ahí el quid de la cuestión.

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