In Invernum qualqum soreteae fiumo expelent

DEFINICIÓN


galanga (diccionario de la real Academia Española)

3. f. Bacín plano con borde entrante y mango hueco, para usar en la cama.

martes, 12 de septiembre de 2023

Huele a tristeza (Viejo)


por el Flaco

Santa Isabel, 11 de abril de 1959

 

Yo todavía no había nacido. Claro, en ese tiempo vos y mamá ni siquiera se habían conocido. Me tocaría llegar años después, luego de superado eso que todavía contamos como la más grave catástrofe natural que castigara al país. La lluvia fue y ha sido un ingrediente obligado del paisaje y de la vida en nuestra zona. Pero en ese año y por mucho tiempo después, dejó una marca imborrable que aún se exhibe en muchas casas que ostentan orgullosas la línea de agua que raya sus paredes, balcones y ventanales. Hubo gente que por años no las pintó. Mis hijos se asombran cuando les cuento que nos explicabas que el río en el embalse superó los ochenta metros de altura, y no hubo terraplén ni voladura de diques de la represa que impidiera que se tragara la ciudad, dejando sólo a la vista la cúpula de la catedral y los techos de los silos de Caorsi. Ese sábado, el consejo de gobierno y el comité de emergencia decidieron abrir las compuertas. La radio machacaba con que había que evacuar, salir con lo puesto y estar en la estación antes de las cinco. Una maleta por persona. También el puente ferroviario se veía amenazado, y finalmente sucumbió unos días después, quedando en pie sólo sus pilares de piedra y hormigón. Tengo en la biblioteca ese pedacito que nos trajimos en la mudanza. Fue el toque de gracia para terminar de aislar a una ciudad ya desolada. Doce mil habitantes huyeron como hormigas a Baygorria, pueblo Centenario, estancias de otras regiones y parajes, y hasta unos cuantos cientos fueron a dar a Montevideo en hoteles de mala muerte. Como tía Beba y tía Magita que se fueron en auto con el padre Cordano. El ejército, la armada, los bomberos, la Cruz Roja, los ministerios de salud, transporte y obras públicas, agricultura y pesca, voluntarios de todo el país, socorrieron a los isabelinos que luego de un largo mes regresaron a lo que habían sido sus viviendas, manchadas de barro, salpicadas de agua sucia e invadidas por malezas crecidas en abundancia. Para muchos, hubo que empezar de nuevo y una vez más, el estado se aprestaba a extender su brazo paternal y proselitista, en boca de un gobierno liberal y refundacional que no dudó en adjudicarse todos los méritos de la reconstrucción y salvataje de la ciudadanía a su favor. Faltaba más - vociferaste -, si recién llevaba poco más de un año de estrenado y las medidas prontas de seguridad que el parlamento no tuvo más que consentir, le permitirían seguir de largo más allá de la contingencia de la naturaleza desbocada.

 


Santiago, 11 de abril de 2009

 

Si me habrás hecho historias de todo eso. Todas las veces con detalles diferentes, tal vez con mucho de tu cosecha. Quizás idealizando algo tan grave y trascendente para un tipo de poco más de veinte años y recién llegado a un lugar donde además de una represa, construiste una familia.

Han pasado cincuenta años y las conmemoraciones oficiales y las que no, todas remiten al heroísmo, al triunfo de la solidaridad por encima de lo adverso. Los políticos - ya me lo decías-, se atribuyen el grueso de los logros, y los comités de voluntarios cada año descubren placas y nombran calles que la municipalidad rebautiza cuando muere alguna de las autoridades famosas del momento. Si hasta la playa del Sauce se pasó a llamar la Correntada por la vorágine del río Negro que lo tapó todo: el muelle, los juegos, los galpones, los vestuarios, la cantina, y llegó cuadras adentro muy cerca de la estación mojando los rieles.

Y vos estabas ahí. Y yo también, gracias a tus recuerdos. Puedo verte en mangas de camisa pidiendo instrucciones por teléfono, haciendo cálculos con los ingenieros gringos o clamando a Meteorología para que emitieran telegramas más frecuentes de cómo se comportaría la lluvia en lo sucesivo. Me gusta imaginarte reunido con los voluntarios, ordenando los camiones con comida y con frazadas, discutiendo con el intendente por cómo y cuándo decretar el regreso, aplaudiendo a Fidel, que estuvo en El Rincón y caminó por el dique. El comandante donó veinte mil dólares de su gobierno destinados a los planes agrarios, para la reconstrucción. Siempre recuerdo que dijiste que ese día te hiciste comunista; que ya no votarías más a los culpables del desastre. Porque la lluvia no sabe de partidos ni banderas. Pero los que gobiernan, bien que la usan en su provecho. Y ese año 59 más que medraron con el temor, la inseguridad, los apagones programados, las medidas mucho más lejos de lo que la constitución establece, para parar a los obreros del frigorífico.

Por eso y por todo eso hoy - en mi nombre y el de mis hermanos-, y porque estoy lejos y no llegaré a tu funeral, quiero dejarte esta carta. Medio cursi, seguro que habrá de resultarte. Innecesaria tal vez, me habrías dicho si supieras. Es lo que la pena me deja en poco espacio, y el tiempo no vivido me aconseja.

Viejo, no sólo somos tus deudos; somos tus acreedores. Hemos venido a cobrarte la promesa del hombre nuevo. Fuiste ejemplo de lo que se debe hacer, y de lo que no. Aún viviendo en el error, has sido quien menos se equivocó; y hasta por error te despediste. Hoy el aire huele a tristeza pero vos ya habrás encontrado por fin tu lugar sin explotados ni explotadores. Un espacio de donde no huir, de donde no escapar de una, de cinco, de tantas culpas y necesidades. Qué fugaz tu moto Mielle, qué alegre tu Ford sin techo, tu bar El Grillo, tu Richmond sin filtro, tu cuartel, tu agrupación, tu partido sin familia, tu familia sin partido, tu porfiado principio contra el no se puede, tu churrasco ahumado a la plancha en Maldonado, tu billar, tu copetín, tu íleon y tu colon sin ideología. Tu ejemplo de audaz, tu fama de fiel al compromiso; tu infidelidad en los genes y sin cura.

Que no hay muertos malos ya se sabe: todos quienes están inmunizados y por un rato contra el final, final, padecen del virus de inmortales. Propaganda dirías vos para las lápidas y los responsos.

Viviste como naciste; expiraste de igual manera. ¿Por qué hay cada vez más pobres si los pobres se mueren antes?.

Regaré en tu tumba lágrimas de orgullo. Hoy el aire huele a tristeza y tus sueños duermen conmigo. Son reales, porque siempre estarás vivo.


Comentarios


Muy bueno. Abrazo Flaco a la distancia
Ke Verba


No pude evitar el nudo en la garganta

Odoacro

 

2 comentarios: