Cuando denunciar no es fácil

por Mínimo Gurméndez

Voy a hacer unas pequeñas reflexiones antes de que Jeber vuelva (una y otra vez) al Parlamento a explicar cosas que le están pasando.

Es que, pobre Jeber, no le está saliendo ni una. No voy a malgastar el lugar de esta prestigiosa publicación para revisar lo de Marset, el hecho de afirmar que nada sabía (solo es un jugador mediocre de fóbal) cuando sí sabía; las investigaciones que los policías se hacían a si mismos por lo de Haztelsano hallándose invariablemente inocentes; las desapariciones de correos electrónicos vinculantes o la copia de escuchas telefónicas en investigaciones por ejemplo al asunto de los vinos envenenados ... No voy a malgastar el lugar, decía!!

Solo quiero preguntarles cómo se sentirían ustedes si, al tener que denunciar algún hecho presuntamente delictivo (y si es jodido, peor!) contra un poderosísimo legislador del gobierno, la primer imagen que se presenta del mismísimo ministro del interior es junto al denunciado, en las instalaciones del Palacio Legislativo (no en un domicilio cualquiera o en un club de bochas) diciendo que todo era una difamación y que se iba a presentar denuncia ante la justicia. ¿Se mantienen tus ganas de denunciar algo? ¿No se te pinchará el globo? Y si además ves que te empiezan a seguir autos con vidrios oscuros, o la policía te para día por medio a pedirte documentos, o justo uno de los eventuales denunciantes muere en episodio muy poco claro, ¿seguís con ganas de inmolarte o aplicás la gran fiscal Falsatti y no te inmolás nada? ¿Y si ves que a la propia fiscal de caso le parece que habían autos sospechosos rondando su casa? ¿Y si notás que desde el primer momento lo que más quiere el denunciado y su equipo de abogados es que se conozcan las identidades de los denunciantes, contra viento y marea? ¿Y si el propio director de la cárcel más importante y director también de la Oficina de información táctica de esa cárcel era uno de los que estaba atrás de conseguir datos sobre los denunciantes?
No es fácil sobreponerse a todo ésto.

Más difícil es, además, que el ministro diga y asegure que él no tiene nada que ver, que hizo lo correcto, y que a lo sumo deberíamos comprenderlo en su desazón porque uno de sus más caros amigos lo había defraudado.

Mientras tanto quieren embretar a Fernando Pepereira porque hizo un resumen de declaraciones públicas desde el princeso a los diferentes senadores pasando por el ministro Jeber en la que se sentían muy tocados por la mentira realizada por Penadás mirándolo a los ojos a cada uno.

Eso sí: Penadás quiso contribuir comprando colchones para sus compañeros de celda. Yo, la verdad, en su lugar ni mencionaría los colchones.

Comentarios

Cualquier comentario solo redondea las ideas expresadas, que con pocas neuronas se razona y te horroriza. Y lo peor que ninguno que pueda sustituir a Jeber cambiaría las cosas
Anónimo