In Invernum qualqum soreteae fiumo expelent

DEFINICIÓN


galanga (diccionario de la real Academia Española)

3. f. Bacín plano con borde entrante y mango hueco, para usar en la cama.

sábado, 20 de enero de 2024

Gira comercial


por Odoacro

I
 
Era el último pueblo de la gira, la primera en su nueva zona, y no había salido mal la venta, no había sido gran cosa pero todos me recibieron muy bien -o casi todos- a algunos no logré verlos, pero la próxima no me los pierdo.
 
 Serrano me dio una gran oportunidad -lo dijo- “esa ruta la abrió tu viejo, y desde su muerte los números no son buenos, vas a tener que trabajar duro y cambiar de amigos”, el viejo confía en mí.
 
La gira quedó armada para que el tiempo rindiera, y cosa del destino, la combinación de ómnibus y trenes daba para que terminara en mi pueblo. Volvería después de 20 años. Apenas bajé del tren el olor a grasa recalentada y mugre de estación me recordó la infancia, a dos cuadras vivía la abuela y la estación era un lugar donde ir a jugar hasta que nos sacaban a patadas.
 
Afuera todo había cambiado, la vieja calle empedrada era ahora una avenida asfaltada de doble vía.
 
 
 
II
 
El hotel estaba cerca de la plaza principal. Caminó cargando la valija de ropa y el portafolio con muestras, catálogos y listas de precio.
 
El viejo hotel Grandi estaba igual, la habitación tenía olores conocidos, mugre, transpiración, de viajeros y putas. Apenas dejó la valija y salió al correo a despachar las hojas de pedido para la casa matriz.
 
Se desvió unas cuadras para pasar por el Cine Italia, estaba igual a como lo recordaba. Un afiche en la puerta anunciaba La Danza de los Vampiros, recordó la escena del vals, Polanski bailando solo en el espejo, los vampiros no se reflejaban.
 
Mañana visitaría a los tres o cuatro grandes almaceneros.
 
A eso de las 8 una pasada por El Sportman. Solo parar y ver si había algún amigo o conocido.
 
Allí siempre paraban los viajeros, su verdadera familia, habló de banalidades con desconocidos de toda la vida.
 
 La noche terminó en El Asteroide, al fondo de la calle Herrera, el viejo quilombo en el que a los 15 sus tíos lo llevaron a debutar.
 
Estaba igual, la barra, la luz escasa, el guardia dormido en la puerta, la guitarra apoyada contra la estufa a leña.
 
Pidió una caña
 
Preguntó por La Gloria y se arrepintió antes de escuchar la respuesta.
 
No reconoció a nadie, otras caras, la misma gente, los mismos olores, la mezcla de alcohol, humo y perfumes baratos, el tiempo detenido.
 
Pidió otra caña, y otra, eufórico contó hazañas que nadie escuchó.
 
No se ocupó, quizá por evitar dar lástima o gastar en vano; no podía mantenerse parado.
 
Como pudo, llegó al hotel.
 
En la pieza, el espejo del ropero le devolvió esa imagen que no deseaba ver, se apoyó en la mesita de luz, en el marco de la puerta y se metió al baño.
 
 
 
¿Quién es usted?
 
-Yo soy el Gerente del área noreste, viajero principal de Serrano y Pérez, Almacén Mayorista.
 
-Ja, no me hagas reír, te mandaron para acá para no echarte, si no fuera porque Serrano quería mucho al viejo, eras boleta.
 
-¿Que decís? Me enviaron a levantar esta zona, hasta me ascendieron a Gerente de Área.
 
-Sos un borracho inútil, una carga, Susana ya no te aguanta.
 
-Hablás porque tenés boca, mirá que te conozco, sos un mugriento, y con Susana no te metás
 
-Vos sabés que te aguanta porque no estás nunca y tiene con quien entretenerse.
 
-Andá a la puta que te parió, ¿quien te dio derecho a meterte acá?,  rajá o te voy a partir al medio, dijo llevando la mano al bolsillo interior del saco.
 
-Con el pedo que tenés no hay peligro, además no te dan los huevos, dale tirá, sabés que lo que digo es verdad. Sos un borracho inútil, y apenas vayas a la empresa te rajan, vendiste tres pesos.
 
-La gira salió bien, se vendió poco por la crisis, pero todos me recibieron muy bien, me hablaron del viejo, lo quieren mucho.
 
-Eso, no vendiste un carajo, explícaselo al viejo Pérez, decile que te quieren mucho.
 
-Ya te dije, dejame en paz, ¡te voy a cagar a tiros!
 
-Dale tirá, tirá si tenés huevos.
 
Al mirar de frente vio que el otro lo apuntaba con el dedo.
 
Dio un par de pasos para alejarse y tirar.
 
Lo encontró el encargado de la mañana, que luego de golpear varias veces se decidió a entrar. Estaba caído en un charco de sangre y vómito,  venía a entregarle el telegrama de despido.
 
El médico confirmó que no murió desnucado contra el borde de la bañera por centímetros.
 
En la cama de al lado, en el hospital, desde una Spica cantaba Goyeneche.
 
…ni el tiro del final te va a salir.

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