No me es fácil escribir sobre nuestro escíbalo declarado, el tristemente famoso Nachito Alvarez. Ya desde hace un tiempo se ha ganado el honor de ser declarado el Escíbalo del Mes (vea otros cliqueando aquí)
Ahora este enorme tereso (*) está ocupando las primeras planas de su propio periodismo amarillo a causa de que un video "hot" (una pareja cualquiera teniendo sexo) en que él y su ego eran protagonistas fue repartido por el planeta en manos de las redes sociales. El muy vejiga se grabó y, con el ego en su plenitud, lo guardó para tener de qué hablar en su posteridad.
Que le robaron el celular, que él mismo lo pasó a amigotes y que hubo filtración ... Vayan a saber!!
La cuestión es que estos tipos (él o el chanta de Petinatti), hacedores de uno de los peores periodismos amarillos que se tengan recuerdo (perdón, pero no me olvido del Estiercolero de Plaza Cagancha!) son atrapados ahora en su misma y maléfica actividad: hablar de los demás sin ningún reparo.
Estos días he escuchado varias veces: "Pobre Nacho; no me da pena él pero me da pena su familia, sus hijos adolescentes".
Ninguna pena le dio al tereso mayúsculo el usar cámaras ocultas para dejar "pegado" a alguien; el filtrar y hacer comentarios más que inoportunos de otras "filmaciones hot" que anduvieron circulando; el difamar inventando situaciones sexuales con otros periodistas que tuvieron que apelar a la Justicia para que se retracte; el usar como carne de cañón a mujeres o niñas para que cuenten lo que sienten al ser violadas o agredidas sexualmente. Nunca pensó en el difamado, injuriado, ventilado. Mucho menos pensó en la familia o los amigos del caído en sus manos.
No me alegro de que ahora le pase a él.
Más bien me da pena que estas cosas sigan pasando.
(*) tereso: sorete al revés
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