In Invernum qualqum soreteae fiumo expelent

DEFINICIÓN


galanga (diccionario de la real Academia Española)

3. f. Bacín plano con borde entrante y mango hueco, para usar en la cama.

miércoles, 23 de agosto de 2023

Aporía


por Odoacro

- Cuando cumpliste tres años plantamos una araucaria en Talita, uno de estos días tendremos que ir a verla.

Esa frase recurrente del abuelo me acompaño toda la vida.

Nunca fuimos. La familia nunca regresó a Talita, allí se pasaba siempre la santa semana de turismo, al decir de los tíos ateos, hasta aquella tarde trágica de 1926 que hizo que la familia se quisiera más, pero se juntara menos.


La visita a la araucaria fue un plan postergado y luego silenciado tras la muerte repentina del abuelo en diciembre del 29.

Talita fue transformándose en un recuerdo vago y más tarde en una pesadilla alucinada.

La muerte del abuelo se llevó un mundo fantástico.

En su estudio, -con sillón giratorio, escritorio con tapa y llave, paredes forradas de libros, altillo oscuro al que se accedía por una pequeña puerta, y contenía más libros, alguno de ellos manuscritos, otros semi destruidos por el tiempo y la humedad- escuchaba historias fantásticas.

Era mi lugar favorito.

Maestro rural, vendedor de libros, político, historiador, alquimista, sacerdote, mago.

Asistente y encargado de la limpieza de Hermes Trismegisto, donde se formó en la historia anterior al diluvio y de donde fue abruptamente despedido cuando por error encendió el fuego con unos borradores de Los Hermética, al irse logró llevarse consigo un ejemplar de La Tabla de Esmeralda que tradujo del árabe al latín y luego vendió a un célebre físico.

Siendo amigo y compinche de Aarón el sacerdote, acompañó a Moisés en su salida de Egipto, y vivió 40 días perdido en el desierto, no 40 años. Una exageración de Moisés siempre un poco fanfarrón.

Maestro de astronomía y música en Calmecac, escuela de sacerdotes y guerreros, donde aprendió a hablar náhuatl y a comunicarse con los creadores a los que logró convencer de que el tiempo solo debería ir en una dirección, creando el futuro.

Sumo sacerdote de Na´´ashjé´Asdáá, la diosa madre tejedora de los Navajos, preeminencia que le fue quitada y debió huir con lo puesto cuando descubrieron que no sabía tejer, y que temía a las arañas.

 

- Abuelo, ¿verdad que sabemos que no es verdad, pero es un secreto?

- La verdad siempre es un secreto sentenciaba y me palmeaba la espalda con gesto cómplice.

Su muerte, el enojo de sentirme abandonado, expulsado de ese universo mágico, me acercó a la Iglesia Católica, la conocía bien, el abuelo había sido clérigo por corto tiempo, en el siglo XVI, ganador de varios premios por ser el mejor vendedor de bulas papales para León X.

Mis estudios de teología me permitieron acceder a la Universidad de Navarra, donde mi tesis de graduación: “Judas fue asesinado porque sabía demasiado”; -refutada por enormes teólogos con argumentos que demostraban que no entendieron la bufonada- significó mi expulsión y algún hematoma, fue la forma de sanar de ese enojo, de escapar de La Iglesia, y de España, aunque me granjearon una animosidad que aún perdura con las más altas jerarquías de Roma.

En París, un trabajo de traductor me salvó del hambre extremo, un desván en Montparnasse, compartido con un compatriota bohemio, que pretendía ser escritor e historiador, pero que -con el manto de la fama de los uruguayos del 24 y 28- llegó a París como jugador del Saint Étienne, por un viático de comida que nunca recibió.

El azar, o el instinto de supervivencia, me llevaron a convertirme en un pintor mediocre que vivía de vender algún paisaje al óleo, pero fundamentalmente por la ayuda de damas que adoraban el exotismo latino.

Una noche de 1932, en el Bar del Hotel Pont Royal, de Paris; en ese momento mágico en que cientos de murmullos callan al unísono provocando un instante de silencio, escuché nítidamente, en castellano rioplatense, “Talita”. Me acerque cauto al emisor, hablamos hasta que el ajenjo nos silenció. Un olvido piadoso nos puso a salvo de nuevos encuentros.

Tiempo después recordé el verdor de las mañanas, la leche al pie de la vaca, el Tío Mingo, la araucaria.

En setiembre del 39 Alemania invadió Polonia, se avecinaba la guerra, muchos de mis amigos y mecenas habían caído en España, y todo empeoraba.

Decidí retornar -cargado de la fama que pacientemente aceptaron como verdadera mis compatriotas, pintor de larga trayectoria en Europa pero que perdió toda su obra por huir de la guerra-.

Un viejo apartamento de Ejido y Colonia de una prima lejana de mi abuela me salvó de la intemperie, pintando pobres retratos al óleo de criollos enriquecidos, logré comer.


Un encargo de un rico estanciero me llevo a mis orígenes, aquel pequeño campo familiar ahora formaba parte de la estancia Argoleya Arredondo.

Allí viví una temporada tranquila pintando y volviendo a pintar a Don Ramón Argoleya, en su caballo, -una burda copia del Napoleón de Jacques David que fascinaba al infeliz-, a doña Gertrudis con sus mejores galas y a sus dos hijas.

Con la excusa de buscar inspiración en la naturaleza, iba con frecuencia a ver a la Aracucaria, intenté pintarla a distintas horas para ver los cambios de luz, descubrir su esencia.

Horas frente a aquel árbol solo lograron agotar la generosidad de mis anfitriones y un par de pinturas mediocres, me despidieron muy cortésmente.

Partiría hacia Montevideo, y la última tarde fui a verla por última vez.

A lo lejos creí ver una figura borrosa a su lado que parecía ensimismado en una tarea. No quise acercarme.

Al día siguiente, perdí ex profeso el tren para demorar unas horas mi partida, y fui nuevamente hasta aquel sitio, no tanto por curiosidad sino por el afán de cerrar esa puerta de la memoria.

Por alguna razón que tal vez haya preferido olvidar, lo que vi no me sorprendió, a la altura de mis ojos la araucaria mostraba una herida reciente, un mensaje tallado en su tronco.

 

Sabía que vendrías 12/1929.


Comentarios


Excelente. Yo también estaba extrañando los aportes de Odoacro. Gracias

Anónimo


Inmejorable. Felicitaciones al Odo- 

Flaco


Muy buen relato, emocionante!!! Gracias.

Anónimo


Muy bello relato, la delicada consistencia del mundo y la memoria

Anónimo

4 comentarios:

  1. Excelente. Yo también estaba extrañando los aportes de Odoacro. Gracias

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  2. Inmejorable. Felicitaciones al Odo- Flaco

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  3. Muy buen relato, emocionante!!! Gracias.

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  4. Muy bello relato, la delicada consistencia del mundo y la memoria

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