In Invernum qualqum soreteae fiumo expelent

DEFINICIÓN


galanga (diccionario de la real Academia Española)

3. f. Bacín plano con borde entrante y mango hueco, para usar en la cama.

martes, 11 de octubre de 2022

Zurdito


por Verdecito

Como uno de esos artefactos lumínicos que se hacen con cuerda encolada y un globo que después se explota llevaba el pelo mi maestra cada día a clase. Nelda se ponía toneladas de fijador y como el prócer, era de nariz aguileña, 1.50 cm de altura (con tacos), túnica de chapa blanca y en la pera un indisimulable lunar con pelos. El viejo me había preparado para que no hiciera papelones así que yo ya pispeaba los números y las letras cuando entré a primero. Uno de los primeros días, esperando impresionar a Nelda, cuando ella mandó a hacer olitas y techitos bien pegaditos al renglón, yo llené una hoja de ochos (que era el número que me daba más trabajo dibujar). Cuando terminé de llenar la hoja le mandé una mirada triunfal y ella no dudó en venir a ver mi trabajo. Su cara de póker se transformó cuando llegó a mi banco y con un golpecito de regla en mi mano me estampó: Con esa mano no, esa es la mano fea, de ahora en adelante me escribe con la derecha, ¿me entendió? Dijo quitándome el lápiz de la CNEPN de la zurda y colocándomelo con gesto ampuloso en la derecha.


Desastre, porque efectivamente, desde ese momento y en adelante empecé a intentar ser diestro y a escribir todo mal y en espejo, y cuando Nelda me dejaba sin recreo por no haber terminado la plana de olitas y techitos, mis compañeros de clase se burlaban de mí aplastando sus caras en la ventana y diciéndome Zurdito! Zurdito!

Yo rabiaba e imaginaba que era el tigre de la Malasia, Sandokán, que me tiraba desde la proa e una cuerda blandiendo mi machete curvo y de un solo golpe le cortaba la mano derecha a la malvada Nelda y tiraba a los grumetes de la cara en la ventana, al mar.

Ahora que soy ambidiestro la gente me dice cosas como “no hay mal que por bien no venga”, “tu maestra te hizo un favor, al final” y boludeces por el estilo. La cosa es que hace poco me crucé a Nelda en un supermercado al que nunca había entrado. La vi de lejos (no había cambiado casi) y lo primero que se me ocurrió fue hacer como que no la había visto. Error. Las maestras no sólo siempre te ven, sino que a pesar de la pelada y la panza, te reconocen.

No me diga, no me diga -gritó desde la punta de la góndola- usted es Méndez… Méndez si! Claro! El zurdito… juntando las manos en extraño gesto devoto. En los escasos segundos que tardó en darme alcance lo maquiné todo: cuando me fuera a dar la mano, se la apretaría con toda la fuerza hasta que ya en el piso, retorcida, morada y ahogada por el dolor reconociera su error y me pidiera perdón, perdón, perdón… no me di cuenta que era usted Nelda! Pero si está igualita le dije, mientras ella apartaba mi mano estúpidamente extendida y me estampaba un beso horrible húmedo, pegajoso, asqueroso y libre de toda culpa, amén.

Comentarios


Muy bueno!!!!!
Silvia Ferrín

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