por Medio Gurméndez
No paro de asombrarme.
Es que tras la valiente denuncia de los bermellones de Salto (encabezados por el ex intendente Corpinho) nos enteramos que lo más malo de todo lo que ha pasado en Salto es que el nuevo intendente fondoangostista salteño Andrés Limón cesó a 249 funcionarios contratados de su novel Intendencia. "Doscientos cuarenta y nueve familias quedaron sin sustento" bramaban los bermellones. Limón, de un biromazo (antes se decía de un plumazo pero no he encontrado a nadie que hoy escriba con pluma) dejó fuera a toda esa trabajadora gente que había ingresado sin concurso, sin llamado, sin otra precaución que haberle dicho al intendente anterior, en los meses previos a las elecciones, que tenían ganas de trabajar.
Ese, y no otro, es el problema de la Intendencia de Salto. ¿Haberse malgastado todos los recursos financieros dejando en $0 la Caja? No. ¿Hacer los descuentos de los pagos a Cooperativas de Consumo o de Pensiones Alimenticias o de pagos de alquileres y birlarse la plata? No. La cuestión fue meterse con esos contratos de último momento.
Y entre eso y la creciente del arroyo Yi y las lluvias que no paran ¿qué hace Boboni que todavía no renuncia?
¡¡¡Renunciá Boboni!!!
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