por Mínimo Gurméndez
El otro día leía al colega La Diaria que en sus páginas rosadas de humor nos decía que los principales dirigentes pálidos se quejaban y mucho de que ya no se podía presionar a la Justicia sin que todo el mundo se enterara.
Y es así mismo: las quejas son unánimes pero no porque hacen cagadas sino porque quedan al descubierto. Escuché a la presidente en ejercicio Beatriz Lagrimón (el princeso, convenientemente, se fue de vacaciones cortas cuando Pablo Infumable quedó en evidencia) quejarse de que ahora casi todas las conversaciones privadas pasan al estado público. Y que ella prefiere volver a cuando hace un tiempo, las cosas se conversaban entre amigos y punto. ¿Se dan cuenta que lo que nos está diciendo es que prefiere que las cosas queden en secreto, entre amigos en un asado (como decía el princeso)? ¡Ya no se le puede contar a nadie los delitos que se van haciendo por ahí sin que alguien se entere y lo publique! Porque antes, si te enterabas, hablabas al oído al que estaba en falta, te conseguía un buen puestito y chau. Ahora estos energúmenos que se enteran lo prefieren ventilar para que el resto de los mortales lo sepamos.
Por eso está muy bien que se regule lo que publican los medios (dijeron a coro): una cosa es difundir fake news de Graciela Blanqui y otra es publicar alguna caidita moral de los impolutos.
Comentarios
Están tan en su realidad particular de privilegios que nunca se han cuidado ni de lo que decían. Nunca se les ocurrió que " la plebe" podría enterarse y tomarlo a mal.
Silvia Barzi
Silvia Barzi
Están tan en su realidad particular de privilegios que nunca se han cuidado ni de lo que decían. Nunca se les ocurrió que " la plebe" podría enterarse y tomarlo a mal.
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