Es sabido que los médicos tienen (tenemos) un gran anecdotario de situaciones disparatadas, y que además tienen (tenemos) mucho tiempo para contarlas y aderezarlas.
Así pues es que, en un esfuerzo editorial impresionante, pretendemos seguir con esta saga médica pidiendo a todos los amigotes galenos que contribuyan a llenar la galanga.
Todas y cada una de estas anécdotas son absolutamente reales. Solo le hemos dado color y anonimato.
Mínimo Gurméndez
Los espéculos no eran de plástico, eran de metal y se esterilizaban poniéndolos en una estufa especial, 10 minutos, envueltitos en papel camilla.
El ginecólogo había terminado su consulta de 12 pacientes y cuando se iba la enfermera le comenta:
- Doctor, ¿no le dijeron que tiene otra paciente supernumeraria?
- No. Pero además no tengo espéculos; ya usé todos.
- Doctor: yo le lavo uno y lo pongo en la Poupinelle mientras Ud charla con la paciente.
Así el doctor empezó su última consulta hasta que la enfermera le trae el espéculo, hierviendo, entre toallas y papeles. El ginecólogo lo deja enfriar mientras que la paciente empieza a ponerse en la camilla para ser examinada. Cuando el espéculo estaba solo tibio el ginecólogo le dice:
- Buen, ahora quédese flojita que le voy a poner ésto para examinarla.
Entonces la paciente pega un saltito casi imperceptible y un leve temblor.
- ¿Está caliente?
- ¡Ay , no doctor! Un poquito nerviosa nomás
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