Y luego de varios decenios de trabajo en esa función el anecdotario que se recolecta es tan abrumador como el hipocrático.
Todas las anécdotas son rigurosamente verídicas. Solo se omiten los nombres y apellidos para evitar tener que pagar más pensiones a la invalidez.
Aquí les presentamos la sexta entrega de Violetero, en su nueva columna.
Y por supuesto hay mucho más
TEMA
RURAL
Estaba abonando pasividades en el
Club Valle Miñor y ante mi tengo a una señora con un recibo en su mano pronto
para cobrarlo.
Observo el nombre de la misma y el
recibo estaba a nombre de Margarita Silvestre.
-¿Usted se llama Margarita
Silvestre? – le pregunto.
-Si – me responde la señora.
-¿Es casada? – le consulto.
-Si – me dice.
-Espero que su marido no se llame
Campo; si no usted sería “Margarita Silvestre de Campo” – le digo. La señora
comienza a reírse y me dice:
-Mi marido se llama Terrón.
La señora se llamaba “ ¡Margarita
Silvestre de Terrón!” Insólito.
CARIÑITOS QUE
MATAN
En Oficinas Centrales, un compañero
le dice a una señora mientras le entregaba el recibo para que lo firmara:
-Ah...hoy vino a acompañado de su
nieto – y con las mismas en un gesto cariñoso, le acaricia los deditos al niño
que aparecían por sobre el mostrador alto que estaba frente a él.
El niño da un paso atrás y mi
compañero no sabía donde ponerse
¡!!!!No era un niño. Era un enano
con un pucho en la boca!!!!!!!!
PEDIDO
INSÓLITO
Una señora se acerca a cobrar
acompañada de su nieta. Una niña hermosa de unos tres años de edad que tenía
preciosos ojos azules y enormes.
-¿No me regalás un ojito de esos tan
divinos? – le pregunto – total tenés dos; me podés regalar uno.
-No – me contesta rápidamente la
niña.
A mes siguiente la señora se acerca
a cobrar, nuevamente acompañada de su nieta y me dice:
-¿Sabe por qué vengo a
cobrar con Usted?, porque mi nieta me dijo: - “abuela, vamos a cobrar con
el señor que me pide un ojo”.
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