Cualquier parecido con nuestras latitudes solo puede adjudicarse a que la inmigración española fue fuerte por este lado de la galanga del mundo.
Corría el año 1904 y aquella tertulia, que había abierto el gallego Ramón María del Valle-Inclán en el Nuevo Café de Levante, hervía por las noches con la flor y nata de los intelectuales y los artistas más significados, entre ellos Ignacio Zuloaga, Gutiérrez Solana, Santiago Rusiñol, Mateo Inurria, Chicharro, Beltrán Masses o Rafael Penagos.
La verdad es que en España hay siete clases de españoles... Sí, como los siete pecados capitales. A saber:
1. Los que no saben;
2. Los que no quieren saber;
3. Los que odian el saber;
4. Los que sufren por no saber;
5. Los que aparentan que saben;
6. Los que triunfan sin saber, y
7. Los que viven gracias a que los demás no saben.
Estos últimos se llaman a sí mismos políticos y a veces hasta intelectuales.
Leyendo el interesantísimo artículo de los gallegos que saben y no saben , o saben si saben, me hizo pensar en los uruguayos que saben (o mejor dicho, parecen o se creen que sabe). Los uruguayos que no saben (realmente no saben o se creen que no saben; hoy otros uruguayos que no saben o saben y los hacen pasar que no saben).
ResponderEliminarEstas combinaciones pueden hacerse en innumerables combinaciones.
Pero lo que yo no sabía (o me hago el que no lo sabía), y estoy seguro que muchos saben que yo no lo sabía, pero hay otros que no lo sabían que yo no lo sabía, que el trato uruguayo hoy por hoy es no saber que no se sabía. Lo peor que antes se sabía muy poco, lo esencial, para que los que sabían, supieran que iban a saber pero no iban a poder hacer nada hasta que cambiara todo. Los que sabían lo contrario (a veces se sabe lo contrario) que cuando los primeros que sabían cambiaran las cosas, se iban a saber más cosas y así cambiarlas.
Pero hay algo que supe últimamente, no se sabe bien cómo.
Norberto L.