In Invernum qualqum soreteae fiumo expelent

DEFINICIÓN


galanga (diccionario de la real Academia Española)

3. f. Bacín plano con borde entrante y mango hueco, para usar en la cama.

lunes, 4 de mayo de 2015

El Supremo Corte a la Justicia vuelve a meter la pata

por Máximo Gur Méndez

La verdad es que dejé pasar un poquito el tiempo para no estar tan indignado.
La cuestión es que el Supremo Corte a la Justicia por mayoría de 4 en 5 le dio la razón al Tribunal de Apelaciones y soltaron al ex policía Zabala que secuestró al maestro Julio Castro.
Los 4 ministros del Supremo Corte concordaron en que no había pruebas de que el policía tuviera algo que ver en la muerte del maestro.
Obvio.
Nada que ver.
El ex policía confesó que él y otro policía se aproximaron a Castro el 1º de agosto del '77 en la calle Rivera casi Llambí, lo agarraron de los brazos, lo metieron en un auto, lo tiraron al piso, lo entregaron en la puerta de un local clandestino de detención y tortura, y se fueron orgullosos de haber cumplido con su deber a descansar a sus casas.
No es muy claro que eso se trate de un secuestro.
Así te encontramos, Maestro
Según el Tribunal y el propio Supremo Corte se trató de una detención: fue a la luz del día, en plena calle. Como que los secuestros no ocurren a plena luz del día y rodeados de gente. Tampoco es claro que los secuestradores hayan ejercido la fuerza para lograr su cometido. El secuestrado nada pudo decir al respecto. Para el Supremo Corte no es ejercer la fuerza agarrar a un veterano de 68 años, apretarlo entre dos, decirle que son de la Policía, que se quede quieto, que están armados y meterlo a prepo en un auto. Solo alguien que nunca haya sido detenido (ni ahora ni mucho menos en plena dictadura) puede creer que la Fuerza Pública no ejerce la idem para detener a alguien.
Según ellos, además, todo podía enmarcarse en una operación perfectamente legal para ese momento.
Pero: no había orden de detención (ella apareció después de secuestrado y de muerto, a la luz de los hechos comprobados); no fue trasladado a ningún local oficial de ninguna fuerza represiva y mucho menos a ningún Juzgado; nunca dijeron que estaba detenido en ningún lugar y en ningún momento; se hicieron los "fesas" (es decir: "Yo no fui" Nota del Editor) y pergeñaron la ignominia de tratar de hacernos creer que el maestro se había fugado del país.
Y para completar este enorme ejemplo de hijoputismo nadie ha dado ningún dato de su destino; es más: dijeron que se había muerto en tortura y que su cuerpo había sido quemado.
Solo el trabajo de hormiga de un montón de gente pudo encontrarlo.
Hoy se sabe que el maestro murió dos días después de secuestrado, muerto con un balazo en la cabeza y enterrado clandestinamente en un lugar propiedad de las Fuerzas Armadas.
Y tratar de demostrar que el secuestro del maestro y sus secuestradores no tuvieron nada que ver con el posterior asesinato de Julio Castro es como tratar de demostrar que yo no busco dejarte pensando en ésto, para que vos también te indignes y se te revuelvan un poco las tripas; que cada tanto es bueno sentir que estamos vivos y dignos.

Obra "Miradas ausentes"
del vasco Juan Angel Urruzola
Maestro Julio Castro

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