por Máximo Gur Méndez
Hay cosas que son difíciles de procesar.
Cuestan porque duele pensar en ello, duele un dolor difícil, jodido.
Escarbar en el dolor no es lindo, no siempre ayuda a exorcizarlo. Hay enorme cantidad de uruguayos que no pueden aún hoy mirar su dolor como que fuera de otro, verlo con distancia. Y quizás nunca puedan. Al fin y al cabo es de ellos, bien de ellos.
Pero a cualquiera le tiene que molestar que un extraño le hurgue la herida, le eche sal, y a veces hasta se la escupa.
No encuentro otra manera de expresar lo que sentí frente a las declaraciones públicas del Presidente del Cuadrado Militar, el milico retirado (pero no arrepentido) Guillermo Estrés y del Ministro de la Defensa Eleuterio Huyteladoblo.
Ambos, de una y otra manera, una vez y otra también, usando la vieja estrategia de los dos demonios y de la guerra civil se lavan olímpicamente las manos (y eso que el Día del lavado de manos fue el 5 de mayo).
Si el Presidente del Cuadrado Militar puede insistir en que hubo una guerra, yo también voy a insistir en que no la hubo.
Refiriéndose a la Marcha del Silencio, el milico en cuestión dice que a veces hay guerras tan feas, tan atroces como la que aquí se produjo y suceden hechos lamentables. Y hay resentidos que no pueden asimilar los hechos debidamente y hacen estas marchas (todo SIC).
Que me muestre el señor milico Presidente del Cuadrado Militar de que manera combatían Arigón o Tassino, Correa o Miranda; qué arma le encontraron a Ubagesner Chaves Sosa o al Maestro Julio Castro; que estrategia bélica encarnaban María Claudia (mamá de Macarena) o Aída Sanz (mamá de Carmen) o Elsa Fernández (mamá de Aída y abuela de Carmen); ellos y 190 uruguayos más.
Señor milico: no hubo esa guerra. En las guerras hay dos bandos que se atacan mutuamente y se quieren matar. Los desaparecidos y los torturados eran civiles que, en el peor de los casos, llevaban panfletos o periódicos clandestinos, que buscaban reorganizar sus partidos políticos o sindicatos. Eran los que verdaderamente estaban defendiendo las Instituciones y no los que quieren festejar el 14 de abril.
Si el ministro de la Defensa me quiere convencer que nada se puede hacer, que capaz que es cierto que tenemos que darle algo a cambio para que den información debo decirle que no preciso esa última bajeza. A ningún chorro y mucho menos a un asesino le damos esa posibilidad. Imagínense ustedes que ofrezcamos Amnistía a alguien para averiguar qué pasó con Lola o con la Ginecóloga de hace 5 días.
Pido que seamos duros y ejemplarizantes con el Interno imbécil que llevó un muerto al cuarto de Internos de la última guardia. Vilipendio de cadáver parece que se llama.
Lo mismo para los que siguen, día tras día, vilipendiando los cadáveres de los desaparecidos, sin dejarlos aparecer.
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