Con seguridad el desenlace no fue increíble para nadie. Es más: fue bastante menos dramático que lo que en tiempos pasados podía haber sido. Hace unos años (ahora mismo pasa) le hubieran pegado tres tiros y punto.
¿De qué estoy hablando?
De la caída en cana de Lula.
Me quiero explicar.
Lula fue uno de los escasísimos ejemplos de que un tipo pobre, trabajador, llegara por elecciones abiertas a la presidencia de un país, y encima enormemente rico como Brasil. Y Lula (no hay dudas de ello) logró que su país, sumido en una miseria de largos años, con índices de hambre de comida, de salud y de educación impresionantes, comenzara un proceso de recuperación lento y trabajoso.
Y eso nunca es fácil, nunca es gratuito. Las fuerzas de derecha (fíjense que los únicos que niegan ser de derecha o de izquierda son los de derecha) se revuelven, gritan su bronca y buscan venganza.
Lula tuvo muchos ejemplos de tipos que, en su gobierno, cayeron en la tentación de la plata fácil y se corrompieron. Como en cualquier lado alrededor de Lula hubo y habrán corruptos. Y está fenómeno que la Justicia actúe contra los corruptos. Y contra los asesinos. Y contra los saqueadores. Y contra los genocidas.
Pero con Lula la justicia actuó ultraexpeditiva. Es más: según el propio juez Moro, él no tiene pruebas de que el famoso apartamento de Guarujá sea efectivamente fruto de un soborno. Lo que tiene es la presunción de que es así. Permítame el juez decirle que yo (y otros muchos) tenemos la presunción de que es inocente. Y me puedo equivocar. Y el juez también.
La justicia fue rápida e implacable. Mucho, muchísimo más rápida de lo que ha sido con los asesinos de Marielle y de tantos y tantos activistas sociales, gremiales, políticos a lo largo y ancho de todo Brasil. Mucho, muchísimo más implacable que para actuar frente a Temer, que fue grabado pidiendo coimas hace un par de meses atrás.
Y si quedaban dudas para alguien, la comprobación de como se irían dando los acontecimientos nos la dieron varios generales del ejército brasilero. Dijeron, lisa y llanamente, que si el Supremo Tribunal Federal no lo metía en cana, el descontrol se haría mayor y ellos iban a tener que tomar cartas en el asunto e iba a correr sangre. Sin cambiar términos ni comas; eso dijeron. En mi época de joven significaba algo así: si está libre lo votan de presidente y nosotros damos un golpe de estado. De hecho, para los desmemoriados, los generales brasileños en 1971 habían prometido que si ganaba el Frente Amplio se metían al Uruguay con tanques y todo. No fue necesario en 1971; pudieron esperar hasta 1973. Y con tanques uruguayos.
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| Con tantas fotos circulando no pude dejar de poner esta otra belleza MGM |
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