Esa parece ser la pregunta más veces realizada en estos tiempos por los mandamases del momento.
Hace un tiempo (pero en la línea de la Historia es como que fue ayer nomás) el presidente yanqui Brush, apoyado por el español Cagaznar y el británico Blair, dijo que en Iraq habían armas de destrucción masiva y se metió a invadir y chau.
Claro, no las encontraron. Es que es difícil encontrar lo que no está perdido. Pero ya estaban adentro. Y chau!
Más allá en el tiempo el magnífico actor Reagan, nominado a presidente, hizo lo propio pero con Nicaragua.
Y anteayer (es un decir) a Lula lo meten en cana sin que existan pruebas (hay presunción).
¿Cómo hoy no van a bombardear a Siria porque tiró bombas con armas químicas en una ciudad tomada por el Ejército Islámico?
¿Qué aún no se sabe si efectivamente eran armas químicas? ¿Que menos aún se supone que las haya arrojado el ejército sirio? ¿Que hay muchos más interesados en otro lado diferente al gobierno sirio de que esos bombardeos existan?
No es necesario tener pruebas cuando uno tiene la convicción de que se tiene la verdad.
Y si además lo que sí se tiene son toooodos los titulares de la prensa oral, escrita (en papel y en Internet) y televisada, la duda está zanjada. Pruebas no se precisan.
Mientras tanto la gente, común y corriente, sigue viendo como se devalúa el precio de su vida.
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