El árbitro de fútbol, Liber Cauteloso, al ser descendido de categoría y no revestir más como árbitro internacional decidió renunciar.
Pero además la cosa se complicó del todo pues los árbitros no harán su trabajo con Peñarol hasta que uno de sus más altos dirigentes no se retracte de lo que dijo sobre Cauteloso. Y ahora aparece también el propio Presidente de Central Español diciendo que la aficción palermitana se alegra que Cauteloso haya renunciado pues siempre se quejaron que sus fallos eran tendenciosos contra Central Español. Esto también generó la reacción del Colegio de Árbitros quienes otra vez sancionaron a Central y no le arbitrarán hasta que no retiren sus dichos.
Es fácil: si alguien critica los fallos de los jueces de fútbol, no les arbitran más y chau. Y si no les arbitran no pueden jugar y punto.
En otros gremios (por extensión), cuando alguien critique a la actitud de un médico, el tipo se queda sin atención; cuando alguien diga que los taxis demoran en llegar tomará ómnibus de por vida; cuando alguien diga "Pah!, Qué horrible arreglaron esa casa!" se condenará a vivir en una carpa.
Y pensar que siempre creímos que los jueces de fútbol habían nacido para ser puteados.
De hecho, un amigo mío era recepcionista de una Escuela de Jueces de Fútbol. Un día vino un muchacho con intenciones de anotarse en la Escuela para comenzar los cursos de formación de jueces.
- "Aguarde un momentito" - le dijo mi amigo al solicitante y tomó el teléfono.
"Hola, ¿Pedro?. Si. Acá hay un nabo de mierda que quiere anotarse en la Escuela."
- "Epa, epa" - dijo el joven aspirante - "¿porqué me insulta así?"
- "Ay, muchacho" - le dijo mi amigo con la mayor compasión - "Más vale agarrá para otro laburo que ésto se ve que no es para vos".
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