Mínimo Gurméndez |
Es sabido que los médicos tienen (tenemos) un gran anecdotario de situaciones disparatadas, y que además tienen (tenemos) mucho tiempo para contarlas y aderezarlas.
Así pues es que, en un esfuerzo editorial impresionante, pretendemos seguir con esta saga médica pidiendo a todos los amigotes galenos que contribuyan a llenar la galanga.
Todas y cada una de estas anécdotas son absolutamente reales. Solo le hemos dado color y anonimato.
En el pueblito de Molles uno de los trabajadores rurales de la zona se siente afiebrado, con mocos, dolores en las articulaciones y en los músculos, chuchos de frío y decaimiento. Cuando termina su jornada laboral va a ver al médico. Golpea la puerta, 6 de la tarde, ya era noche en Molles. Sin abrir la puerta el Doctor abre la ventana, entorna las maderitas del postigón y le dice:
- Acá, en la ventana, ¿que quiere?
- Soy yo, Fulano, de la estancia Las Margaritas. Vengo a verlo porque tengo fiebre y dolor en el cuerpo y un poco de mocos y ...
- A ver - interrumpe el médico - venga a la ventana y abra la boca.
El tipo abre la boca, se acerca al postigón y dice AAA
- Tiene llagas. Tome antibióticos.
- Pero Doctor, mire que a mi ni me duele la garganta
-Y si Ud es médico para que viene a verme - y cerró de golpe el postigón de la ventana.
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