Rober estaba de viaje en Europa.
Y como buen uruguayo en extramuros, quiso ser amable. La vio parada allí y le dijo:
- ¡Qué hermosos niños tiene!
La mujer se enojó muchísimo y lo insultó hasta por demás.
Y todo fue sin malicia; un error comete cualquiera.
Pero la mujer no lo entendió así
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