Monumento a los fundadores en Nueva Helvecia
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Pequeña crónica ilustrada de un pasaje por las emprendedoras, solidarias y prolijas Colonia Suiza y Colonia Valdense, con la anécdota de un veterano pedaleador de la vida.
Festejando los 80 años del club Plaza de Nueva Helvecia, marchamos los veteranos a jugar un torneo internacional de basquetbol. Disfrutamos del nuevo piso flotante de los de los "queseros" y de la prolijidad de su club, de su ciudad y su comunidad.
Nos quedamos a dormir en unas cabañas preciosas del vecino club Esparta de Colonia Valdense. Como dice la canción del Jaime, Nueva Helvecia y Valdense, rivales y hermanos.
A la tardecita salimos a dar una vuelta y nos internamos en el ciurcuito histórico-cultural que han montado los valdenses, donde muestran orgullosos su cultura y el legado de sus ancestros.
Visitamos el museo, el templo con su hermoso órgano y sus largos bancos de madera, personalizados con almohadones de crochet multicolor que reservan el lugar dominical de cada uno de los fieles.
Frente al templo descubrimos un nuevo galpón, nos arrimamos y vimos un montón de máquinas antiguas en lo que parecía un museo de la tecnología. Preguntamos a un buen señor que estaba en la puerta si se podía visitar, a lo que nos responde "Todavía no está abierto al público, lo estamos armando", e inmediatamente agregó con una sonrisa "Igual pueden pasar".
Fue el deleite internarnos libres entre los tractores de inicios del 900, un locomovil (máquina de vapor rodante) que hacía mover una vieja cosechadora que estaba detrás, cachilas, arados de mano, rastras, fumigadoras y todo tipo de herramientas de mano, además de los viejos instrumentos utilizados en la fabricación del queso y el dulce, típicos de la región.
Le pregunté a nuestro anfitrión si conocía a Helios, el papá de un amigo al que supe visitar en varias oportunidades hace una veintena de años en escapadas ciclo-turísticas desde Montevideo.
-Tuvo un pequeño quebranto de salud. Para estar mejor cuidado se mudó al hogar de ancianos. Pero ya está bien. En cualquier momento se vuelve a su casa...
La sorpresa fue cuando corta la conversación para exclamar:
Cruzamos a saludarlo y rápidamente se acordó de nosotros. Orgulloso nos mostró el hogar fundado por la Iglesia Valdense, del que muchos años fue directivo honorario y que lo hospedaba amorosamente. Todo estaba impecable, cada uno de sus huéspedes hacía lo que sabía, lo que quería y lo que podía. Nos contó que de día se pasaba en su casa, arreglando el jardín y juntándose con sus amigos de las 3 o 4 comisiones de las que -como todo valdense- sigue formando parte. Le pregunté que eran esas fotocopias que llevaba en la mano y me contó que era el guión de "Don Quijote", obra del ballet del Sodre a la que iba a ir con otros 40 veteranos de la comisión de tercera edad. Son para ir leyendo y preparandonos para la obra.
De despedida le pedí sacar unas fotos con su bicicleta.
Einstein en equilibrio |
Me quedó pedaleando en la cabeza la frase de Einsten que descubrí hace unas semanas y que estaba esperando encontrar a Helios en esta crónica.
La vida es como andar en bicicleta, para mantener el equilibrio hay que mantenerse en movimiento
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