Juan, el Químico Precoz, nos participa con esta nueva parábola con moraleja que haría palidecer al mismísimo Lafontaine
Todos los días, muy temprano
llegaba a su trabajo la hormiga funcionaria, productiva y feliz.
Allí pasaba sus días,
trabajando y tarareando canciones. Ella era productiva y feliz,
pero ¡ay!, no era supervisada.
El ABEJORRO, director
general, consideró que ello no era posible, así que se creó el puesto de
secretario técnico, para el cuál contrataron a un ESCARABAJO con mucha
experiencia.
La primer preocupación del
ESCARABAJO secretario técnico fue organizar la hora de llegada y de salida y
también preparar informes.
Pronto fue necesario contar
con una secretaria para que ayudara a preparar esos informes, así que
contrataron una ARAÑITA que organizó los archivos y se encargó del teléfono.
Mientras tanto la hormiga
funcionaria, productiva y feliz trabajaba y trabajaba.
El ABEJORRO director general
estaba encantado con los informes del ESCARABAJO secretario técnico, así que
pidió cuadros comparativos y gráficos, indicadores de gestión y análisis de
tendencias.
Entonces fue necesario
contratar una CUCARACHA ayudante del Secretario y fue indispensable una nueva computadora
con impresora láser color.
Pronto la hormiga
funcionaria, productiva y feliz dejó de tararear sus melodías y comenzó a
quejarse de todo el papeleo que había que hacer ahora.
El ABEJORRO director
general, entonces, consideró que era momento de adoptar medidas.
Así creó el cargo de jefe de
servicio donde trabajaba la hormiga funcionaria, productiva y feliz.
El cargo fue para una
CIGARRA que alfombró su oficina e hizo comprar un sillón especial.
El nuevo jefe de servicio -
claro está - necesitó otra computadora y -cuando se tiene más de una - se necesita
una red local.
El nuevo jefe pronto necesitó
una secretaria (que había sido su Ayudante en la empresa anterior), para que le
ayudara a preparar el plan estratégico y el presupuesto para el área donde
trabajaba la hormiga productiva y feliz.
La HORMIGA ya no tarareaba
sus viejas melodías y cada vez se le notaba más irascible.
"Vamos a tener que
contratar un estudio de clima laboral un día de estos" dijo la
CIGARRA.
Pero un día el director
general, al revisar las cifras, se dio cuenta que la unidad (donde trabajaba la
hormiga funcionaria, productiva y feliz) ya no era tan buena como antes.
Así que contrató al BÚHO,
prestigioso consultor amigo suyo, para que hiciera un diagnóstico.
El BÚHO estuvo tres meses en
la administración y pronto emitió un sesudo informe:
“Hay demasiada gente en este
departamento.....".
Así el director general
siguió el consejo del consultor y... despidió a la hormiga.
Moraleja:
No se te ocurra por nada del
mundo ser una hormiga funcionaria, productiva y feliz.
Es preferible ser un inútil
e incompetente. Los incompetentes no necesitan jefes, ¿para qué?
Si a pesar de todo eres
productivo, no demuestres por nada del mundo que eres feliz. No te lo
perdonarán.
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