Nunca pisé un hipódromo pero siempre me apasionó esa jerga lunfa burrera de aquellos tangos del treinta que los viejos escuchaban en la radio. Lo burrero y lo arrabalero de estos tangos constituían de alguna manera una educación lingüística de léxicos ricos y ya perdidos en cierta manera. Ya no se hablaba asi, y a uno le despertaba la curiosidad por entender, se le preguntaba al viejo y los tíos: "y que quiere decir bacán de rango mishio?" Estos tangos lunfa, tan bien interpretados por Gardel y luego Rivero, son más reos y graciosos cuando hablan y le toman el pelo al bacán que fue un pichi pero ya no saluda (con el mismo tema, hace unas semanas incluimos el tango Pato, por ejemplo) o viceversa, al bacán o high-life (jailaife) que cayó en desgracia, como en este tanguito que les dejo. La jerga vernácula evoluciona muy rápidamente. Para los que nos fuimos hace un cuarto de siglo es mas evidente como la parla montevideana, sobre todo en los jóvenes, va cambiando. El "dale" en lugar del "ta", "atomizar", "aguarde (en lugar de espere), el "mas vale", "zarpado", "de mas", "rescatate", son algunas de las palabras o giros que notamos cuando volvemos, y que nos hacen saber que las cosas cambian. Obviamente, muchos jóvenes no van a entender todo el lunfa en estos tangos, una buena fuente de consulta es aquí.
tango - 1929
Letra: Lorenzo Juan Traverso - Música: Julio Pollero
Hace rato que te juno
que sos un gil a la gurda,
pretencioso cuando curda,
engrupido y charlatán.
Se te dio vuelta la taba,
hoy andás hecho un andrajo;
has descendido tan bajo
que ni bolilla te dan.
¿Qué quedó de aquel jailefe
que en el ruedo del amor
decía siempre: "Mucha efe
me tengo pa' tayador"?
¿Dónde están aquellos briyos
y de vento aquel pacoy,
que diqueabas, poligriyo,
con las minas del convoy?
¿Y esos jetras tan costosos,
funyi y tarros de un color,
que de puro espamentoso
los tenías al por mayor?
¿Y esas grelas que engrupido
te tenían con su amor?
¿No manyás que vos has sido
un mishé de lo mejor?
Se acabaron esos saques
de cincuenta ganadores;
ya no hay tarros de colores
ni almuerzos en el Julien.
Ya no hay paddock en las carreras,
y hoy, si no te ve ninguno,
te acoplás con uno y uno...
¡Qué distinto era tu tren!
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