por Máximo Gur Méndez
Pasaron las elecciones internas.
Hoy trataré de ver cómo pesaron las elecciones internas.
Decía un asiduo lector galanguero que le llamó la atención la multiplicidad de paracaidistas devenidos en dirigentes políticos que jugaron en este último partido. Y todo ello con mejor o peor resultado. Pero sin dudas varios se levantaron un día con ganas de ser dirigentes políticos y las ganas hay que sacárselas en vida.
En el Partido Pálido, Desastrori demostró cómo, con guita y constancia, podés desbancar del segundo lugar a un tipo que la viene remando desde hace añares. Todavía las casualidades no superan a los hechos crudos y duros como para que llegue a un primer lugar como él mismo creía haber llegado; pero buen susto les dio a muchos. Y gran disgusto al Guapo Lalagaña que vio como un recién llegado, en su primer votación en el Uruguay, lo tiró a un tercer lugar solo superado por un seguro exilio al Paraguay como el prócer.
Otro paracaidista fue el abogado hiperquerellante Gustavo Palle, usuario del Partido Verde y Animal. Y cayó tan bien parado que consiguió más votos que el mismísimo Pablo Meares, del Partido Independiente-de-si-mismo (muchos, muchísimos más votos). Obviamente Meares salió en su propia defensa y justificación diciendo que no había tenido tantos votos (la mitad que en las elecciones internas pasadas) porque en su partido no había puja interna (¡vaya novedad!) sin siquiera percatarse que en las elecciones internas anteriores tampoco la había habido (y llegó a 4.000 votos) y que tampoco había competencia interna en el Partido Verde y Animal de Palle ni en el PENI de César Verga ni en Asamblea Impopular ni en otros que lo dejaron atrás. Capaz que es hora que Meares empiece a razonar si su personalidad es cautivante de votos o es aburridor de votantes.
En el Partido Bermellón hicieron salir al ruedo a Ernesto Talqui, pidiéndole que reflotara al diezporcentista partido del viejo Batlle. Pero cuando Sangrinetti vio que a Talqui le estaba dando resultado ser el "renovador" se tiró él también, con su larga (larguísima) experiencia de 83 años. Pero a pesar de todas las encuestas Talqui le arrebató el sobretodo mayor del partido. Y a pesar de ello el otro quedó calentito. Obviamente es de destaque la participación de 3 de los precandidatos bermellones: es que el partido diezporcentista era el que tenía más precandidatos para repartir esos magrísimos votos. Y entre los tres obtuvieron 232 votos (si, entre los tres!!). El relojero de nombre histórico (José Gervasio) sacó 3 (¡¡tres!!) votos en todo el país. Si este artículo lo leen menos de 200 personas (casi todos los votantes de estos tres paracaidistas bermellones) dejo de escribir en La Galanga.
Pero volviendo a Sangrinetti, el cejudo seguramente perdió votos de su derecha más rancia a manos de otro paracaidista, pero este sí con credenciales militares de paracaidismo. El general Manini Arroyos destacó por lejos entre todos los paracaidistas. Es que con casi 47.000 votos, si los fulanos de Colector Abierto vuelven a votar así, es muy probable que obtengan un senador. Y eso, que a muchos espantó, no me mueve ni un pelo. Acá, en este paisito republicano y democrático, comedor de asados y tortafritas, borocotó chas chas, también hay extrema derecha. Antes votaban a Pacheco o a Millor o al mismo Sangrinetti; o a Aguerrondo en el Pálido. Pero estaban. Hoy tienen un candidato original y no una mala copia.
Solo hubo un paracaidista al que no se le abrió el paracaídas: el Partido de la Desconcertación no logró los 500 votos que le permitirían participar en las elecciones departamentales para hacer juntadera de votos en contra de la Intendencia segura del Fondo Angosto en Montevideo.
Lo que ahora parece crucial es encontrar a alguien en el Fondo Angosto, que no sea una paracaidista, para que ocupe la vicepresidencia en la fórmula de Octubre. Y que no ahuyente votos, obvio.
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