In Invernum qualqum soreteae fiumo expelent

DEFINICIÓN


galanga (diccionario de la real Academia Española)

3. f. Bacín plano con borde entrante y mango hueco, para usar en la cama.
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viernes, 28 de febrero de 2014

Carnavaleando bajo la lluvia


La frase del viernes, por Abelardo Abelenda

Una vuelta por las canteras alrededor del Teatro de Verano puede ser una gran aventura. ¡Gratis! Si andan los seguidores de Momo en la vuelta, mucho mejor.

Son las 8 en la tardecita montevideana, los carnavaleros hacen cola en la entrada lateral. Vienen cargando sus ampulosos disfraces, algunos con la bocha pelada y pintados por todos lados, ni los cuellos se salvan de la brillantina. Los camiones repletos de escenografía y utiles se arriman para descargar.

Hace años que no subía a la cantera, caminando por el trillo de pasto nos encontramos con el resoplido entrecortado de una vecina:

- "Mi marido sale en la Yambo pero no conseguí entrada, está todo lleno, así que lo voy a ver atrás del tejido, allá arriba".

Con una sonrisa y la cara media desencajada por el esfuerzo, comenta que está muy gorda para andar haciendo deportes de riesgo.

Allá abajo, en el pedregullo empiezan a encender los fuegos para hacer los chorizos. A unos metros se escuchan voces, cantos lejanos, son los coros entrando en calor. En un rato "se juegan la vida" en el concurso oficial. Dos niños no se enteran de nada, se tiran sentados sobre cartones por la barranca.

Por fin llegamos a la cima. A un costado nos encontramos con el puente en arco que cruza hasta el otro lado de la cantera. A mi hijo de 9 años le brillan los ojos.

- "Vamos papá, ¿Se puede ir?".

Supuestamente no, pero sí.  Nos sentamos en el medio del puente y saludamos a los autos. Somos los dueños del paisaje, en el centro de un tajo de piedras rajadas a pura dinamita en la época de Piria. En algunos riscos asoman elementos nuevos: los agarres y ganchos que han clavado los "alpinistas" uruguayos; estamos en su zona de entrenamiento.

Damos la vuelta y llegamos al tejido que limita las espaldas de las gradas del Teatro de Verano. De un lado del tejido la puesta de sol, del otro el templo de dios Momo, donde se le canta a la ciudad y a la luna.

Todavía no empezó el espectáculo. La vecina está en primera fila, de ahi no la va a mover nadie, o casi nadie. Nos saluda y nos presenta a su hijo, su nuera y su perro. Contentos, hacen el aguante comiendo un kilo de bizcochos, reponiendo fuerzas para rodar más facilmente por la bajada.

En un instante irrumpirán los tambores, aparecerán las medias lunas y las estrellas de Yambo Kenia en el Ramón "Loro" Collazo.

- Papá, estoy cansado. ¿Vamos a volver a casa?.

Bajamos lentamente, con el sol. La rambla esta atiborrada de autos que vuelven de sus trabajos. Miro a lo lejos buscando un claro en la marea del tránsito. De repente me sorprende una mano chica que se arrima a la mía buscando protección para cruzar.

Llegando a casa se desata una lluvia intensa y el teatro se suspende. Al rato vemos pasar a la vecina jadeando, puteando, toda empapada.

En este carnaval, los dioses están para la joda, sacaron el pomo y empezaron a mojar.

Al mal tiempo buena cara. 

¡Feliz Carnaval! 

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En la década del 50, en un febrero muy lluvioso como el actual, un gran carnavalero encontró la fórmula para mofarse de la lluvia, bailando y cantando con una sonrisa.

Cliquee aquí:


viernes, 22 de marzo de 2013

La frase del primer viernes del otoño



El otoño del Tren Fantasma

Empieza el otoño en el Parque Rodó. Un buen lugar para pasear en media estación y llevarse un pequeño susto en algunos de sus juegos.
Por Abelardo Abelenda


Recobecos de Montevideo, el Parque Rodó


 Señor, señora,  ¿qué hacer para que su hijo chico no esté tantas horas sentado frente a la tele y/o la computadora?  

Bien fácil, déle un buen susto decadente. El Tren Fantasma del Parque Rodó le facilita la tarea por solo 40 pesos. Usted mete al gurí en el vagoncito y mientras espera que arranque entra  en clima con los gritos de alguna adolescente que subió con el novio en el carro anterior.
Aproveche a asustarse, le queda poco. Parece que la Intendencia de Montevideo presentó un proyecto para modificar toda la parte de juegos. Con los tiempos de la IMM, dentro de 15 años quizás, el Tren Fantasma volará, así como los autitos chocadores y otras “atracciones mecánicas” linderas al parque violeta.

Con pocos pesos, una torta frita, un churro relleno, una garra o un pop acaramelado el pop, ambientan gastronómicamente la fiesta.

Después de tremendo susto, lleve al párvulo a dar una vuelta en las siempre románticas lanchitas a pedal del lago. Si es en el atardecer mejor. Los rayos amarillos, casi horizontales atraviesan las copas de los árboles a ras del agua. En las islas pululan los gansos, conejos, benteveos, gallinetas, cuervos, garzas blancas y las infaltables palomas.

Si mira con atención, puede encontrar una de las manifestaciones más dramáticas del reino vegetal: un higuerón abrazando una palmera hasta ahorcarla. Es como un cuento de terror. Esta especie de higuerón es una planta áerea y parasita de las palmeras. Empieza alto, cerca de la copa. Como una víbora va creciendo, contorneando la palmera. Cuando llega al piso echa raíces y se potencia. Con los años termina tapando totalmente el tronco de la palmera y la estrangula, la palmera cae y el higuerón hecha nuevas raíces, vuelve a enderezarse y sigue creciendo imparable. Una historia de amor que termina mal.

Señor, señora, dele la bienvenida al otoño en el segundo parque más antiguo y el más lindo de la ciudad. Pague 30 pesitos, pedalee en el agua y busque las dos palmeras con higuerones abrazados que hay en las islas. No se demore mucho, hay una a la que le queda poco.


El otoño es una segunda primavera, cuando cada hoja es una flor. 

Albert Camus