In Invernum qualqum soreteae fiumo expelent

DEFINICIÓN


galanga (diccionario de la real Academia Española)

3. f. Bacín plano con borde entrante y mango hueco, para usar en la cama.
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sábado, 21 de mayo de 2016

Un poco de cultura musical

por Trancazo

Por los años 1830 Francisco «Pancho» Acuña se dedicaba a la confección de himnos patrios y también a cumbias eróticas porque el negocio de los himnos no daba mucho, tanto es así que apenas compuso dos, los de Paraguay y Uruguay (descuentos para repúblicas de nombre guaraní).  Recientemente los arqueólogos musicales o arqueomusicólogos han descubierto en los solemnes versos de la canción patria uruguaya algunas inequívocas referencias a lo que los académicos denotan como «cumbia picaresca o erótica» y han establecido que su musa inspiradora era una joven paraguaya famosa por la perfección de sus caderas y su talante muy cariñoso. En el himno uruguayo se puede advertir ligeramente disimulado un piropo relacionado a la anatomía de la joven donde dice: « De ese don SACRO (final de la espalda) SANTO la gloria...» y luego con menos tapujos afirma sobre sus efectos: «De entusiasmo sublime inflamó».  Era tan rápidamente enamoradiza la referida paraguaya que ya en la época los caballeros indicaban «que tenía quinta (marcha)» y el lugar de los románticos encuentros con los señores era en lo que terminó llamándose «la quinta de la Paraguaya» por donde pasaron no solamente nuestro prócer máximo Don José, quien en esos encuentros dejó bien parado (perdón por la crudeza del lenguaje) el prestigio de los criollos y por ello fue ungido con el título de «Jefe de los Orientales y de las Orientalas», sino que también la Paraguaya «atendió» a los primeros planteles completos del Club Nacional de Football (una prueba más del indiscutible decanato) que en tierno homenaje a la Paraguaya decidieron instalar la sede del club en ese preciso lugar.
Unos años más tarde, ya más grande y un tanto cansada de la agitación de la capital y su creciente actividad, la Paraguaya se retiró a la tranquilidad de la localidad de Santa Lucía, en la cual se dedicó a la venta de mariscos y de pulpo en forma monopólica y en breve ya todos la conocían como «La Pulpera de Santa Lucía». Sin embargo, siguió siendo una chica querendona y cariñosa tal como lo recuerdan los versos de un clásico vals que destaca su elevada productividad amatoria: «Quién fue el gaucho que no la quería? Los soldados de cuatro cuarteles suspiraban en la pulpería»



En otro orden de asuntos, un grupo de investigadores universitarios que estaban buscando documentos sobre los estudios de un gobernante latinoamericano en La Habana,  encontraron traspapelado por allí un borrador de uno de los primeros actos de gobierno de la triunfante revolución cubana. Parece que a poco de bajar de la sierra el principal interés de "El Che" y "El Fidel" era llevar orden a la población. Fue así que surgió la idea de este decreto: "La Revolución no se responsabiliza por el manejo descuidado de los unicornios y por ello comunica a los ciudadanos que este gobierno no aceptara reclamos por extravío de los mismos en predios liberados por y para el pueblo de la isla. Solamente se reciben consultas del día; si ayer se te perdió, hoy no tienes que quejarte (léase en cubano: quejalte) y debes cambiar tu mitología." Es impresionante como a pesar del paso del tiempo, no pierde ninguna vigencia el profundo contenido político y social de esa preclara manifestación de compromiso social. Es indudable la gran influencia que tuvo ese decreto en la naciente Nueva Trova Cubana que se refleja en la inmortal canción de Silvio Rodríguez: "Un unicornio azul molesta mucha gente, dos unicornios molestan mucho más...".
Como indigno ataque a esta joya del arte caribeño, los agentes de la CIA hicieron correr el rumor de que un unicornio azul cubano estaba trabajando en Miami en los estudios de Disney; este infundio nunca fue debidamente confirmado.

Comentarios


Inmenso el Trancazo. Y permítame recordarle que Don Francisco también compuso ésto, que La Galanga recuperó en enero del 2014  http://lagalanga.blogspot.com.uy/2014/01/citamos-declarar-francisco-acuna-de.html
Daniel

Volvió Trancazo con su prosa para regocijo de todos. Excelente hilación de ideas hilarantes. Recordemos también que este país mal nacido por designio británico y traición Artigas, tuvo ese himno de don Pancho con música de Deballi en gran parte afanada a Rossini. Simbólico. 
Sacha de Villa Dolores

jueves, 23 de enero de 2014

Citamos a declarar a Francisco Acuña de Figueroa

Luego de nuestro pequeñísimo trabajo a propósito de los sinónimos del pene (véase cliqueando en http://lagalanga.blogspot.com/2014/01/los-sinonimos-del-pene.html ), varios intelectuales de nuestro país nos hicieron fuerza para que publicásemos íntegro un trabajo escrito por Francisco Acuña de Figueroa (poeta y escritor nacido en Uruguay en 1791 y muerto en 1862; contrario a la lucha artiguista se exilia en Rio de Janeiro y recién retorna a Montevideo en 1818, cuando Artigas ya estaba en el horno).
A pesar de no comulgar con su participación política de aquellas épocas, tenemos que convenir que su trabajo literario a propósito de ese tema es más que interesante.
Y si algún padre - madre o tutor le caen mal estos versos hemos de decirles que Francisco Acuña de Figueroa es también el autor de la letra de los himnos nacionales de Uruguay y de Paraguay, que nuestros hijos - nietos cantan alegres en nuestras Escuelas.


Nomenclatura y Apología del Carajo

La lengua castellana es tan copiosa,
en voces y sinónimos, tan rica,
que con nombres diversos, cualquier cosa
o con varias metáforas explica.

Monarca, Soberano y Rey... ¡qué encanto!
Todo es un mismo nombre repetido;
y tres veces, también con un sentido,
son Pontífice, Papa y Padre Santo.

Pero hay de grande aprecio entre los hombres,
un cierto pajarraco, o alimaña,
que tiene más sinónimos y nombres
que títulos tenía el Rey de España.

Yo, por tal de evitaros el trabajo
de una investigación algo penosa,
diré que esa alimaña, o quisicosa
no es el Papa, ni el Rey sino... el Carajo!

Miembro viril, o miembro solamente
le llama el diccionario... ¡Qué mezquino!
Sus nombres en el uso más frecuente
son el nabo, el zurriago y el pepino.

El cimborio, la tripa y el virote
(flores son de la Lengua Castellana)
el visnago, la pica y la macana
son como la mazorca y el cipote.

El príapo, la porra y el chorizo,
el rábano, la pija y el badajo;
picha y ciruela en Español castizo
son sinónimos todos del Carajo.

El vergajo, la guasca y mango,
el tarugo, el lenguado y la banana,
el pito, y el vitoque... es cosa llana
que equivalen al chocho y al zanguango.

La butifarra, el tronco y la batata,
o el lagarto, le llama cualquier topo
el aquello, o la cosa, la Beata
y el Fraile, la correa y el hisopo.

Muchos suelen llamarle el trompo, el sapo
otros, el motillón y el calabrote;
los músicos la flauta, o el fagote
y el artillero espeque, o sacatrapo.

Siguiendo a la metáfora la hebra
llámanle el narigón, el nene, el chato,
el tramojo, el merengue y de barato
van péndulo, panal, bicho y culebra.

La berenjena, la pistola, el dómine,
bien lo sabe cualquiera chuchumeco
todos vienen a ser Carajo “in nomine”
lo mismo que el gazapo y el muñeco.

En el estilo vulgar, llámanle el rabo
y algunos el peludo... ¡Impropio nombre!
pues por más pendejudo que sea un hombre
no tiene tales pelos en el nabo!

Tiene otros cien apodos que no cuento
que aplica cada cual, según su antojo
como el corvo, la pieza, el instrumento,
el mondongo, el apéndice, el hinojo.

El negocio, la polla y la poronga
van como suplemento... y pica punto
que no falta purista que suponga
que esto el miembro, y cojones todo junto.

He aquí en todas sus fases, y conforme
a la ley por el uso sancionada,
con setenta y tres nombres señalada
aquella quisicosa multiforme.

La cajeta de nombres menos rica
no puede competirle y alza moño
aunque ostenta sus títulos de Chica
o de raja, argolla, concha y coño.

Lejos de competirle, queda abajo,
en buena hora le añadan papo y chocho,
nombres de morondanga... Ellos son ocho
y entre todos no valen un ¡Carajo!

Yo, en cualquiera emoción, desahogo el pecho
cuando un fuerte ¡Carajo! desembucho...
Interjección potente del despecho
que si es echada a tiempo, vale mucho.

Del sexto en los sentidos corporales,
es el carajo la mejor presea;
y más si es de esos miembros burricales
que ostentan a la par Fajardo y Zea.

Palabra comodín, que entra al destajo
en todo, pues se dice sin reproche,
fría como un Carajo está la noche
o caliente está el sol, como un Carajo.

Un buen gallo contenta a cien gallinas
y a diez hembras, cualquier mameluco
y por ser bien armado, el Rey Nabuco,
se preñó a cuatrocientas concubinas.

No me vengan hipócritas devotos,
tratando de indecentes mis razones,
ellos dicen testículos y escrotos,
y se asustan de huevos y cojones.

El venerable Astete, sin reparo,
y en verdad que ninguno lo acrimina,
no fornicar prescribe en su doctrina
que es decir no joder, hablando claro.

Masturbación... ¡satánico delito!
clama el predicador, pero un galopo
sigue en la tanda de sobarse el pito.
¿Porqué? Porque no entiende aquel piropo.

En asunto de nabo, o de cajeta,
pan, pan, y vino, vino, es lo acertado
dígase claramente que es pecado
el hacerse la paja o la puñeta.

El profeta Ezequiel, diz que Doliba
se entregaba a cualquiera rodaballo
con tal de que le arrimasen panza arriba
verga de burro y chorro de caballo.

Un Carajo de un seme, grueso y sano
es digno de coronas y guirnaldas.
Así ante tan potente soberano
las Nobles y plebeyas, caen de espaldas.

Hay de Carajos variedad bastante,
largos, cortos, redondos, puntiagudos!
derechos y torcidos, servigudos!
Y romos y de punta de Diamante.

Si el miembro de botón, como el de un perro,
se engancha al fornicar y es un estorbo
y es bueno que sea duro, como un hierro
y es mejor si es derecho, que no corvo.

En fin, aquí termina mi trabajo.
Si algún censor severo lo condena
que me eche un buen Carajo... en hora buena
¡Qué más quisiera yo que un buen Carajo!