"Decíamos ayer" dicen que dijo Fray Luis de León cuando después de estar en cana varios años por la santa Inquisición volvió a dar clase en la Universidad de Salamanca.
Nosotros, en La Galanga, también hace poco teníamos esta columna bien llamada Reflexiones de un Pelotudo y que no tiene nada que ver con Pablo Meares.
Hoy la retomamos así
Reflexiones de un pelotudo en estas infelices fiestas:
La cola.
Ayer fui al súper y con enorme alegría vi que la cola para pasar por la caja serpenteaba entre las góndolas saliendo hacia el estacionamiento e incluso invadiendo la vereda por algunas cuadras más allá de donde alcanzaba la vista, pero yo que soy gran vivo me chamuyé a una señora próxima a pagar para que incluyera en su bulto el pack con dos calzoncillos que había comprado.
Se van a dar cuenta que no es mío me dijo la señora, yo soy más grandota...
Nadie le va a preguntar señora! En todo caso le pide a la chica que se lo envuelva para regalo y con eso zafa.
Y zafó, pero resultó que se envolvía en otro lado donde la cola se perdía detrás del Cerro del Toro...
Como en realidad yo no necesitaba ese envoltorio, agarré los calzoncillos, le pagué a la señora y emprendí la retirada en paz hasta que al pasar por el detector de salida sonó la alarma.
Los guardias, con cara de "que pelotudo que sos" me indicaron que tenía que re ingresar y hacer la cola para retirar el coso que hace sonar las alarmas. Esta cola no era tan larga, solo salía por la puerta trasera dos o tres cuadras al sol del mediodía. Cuando por fin -ya de noche- logré salir de ese infierno de torres de pan dulce, turrones y villancicos en loop, constaté que los solcilloncas son M, quiero decir, Muy chicos, cuando yo soy L..., Lo que se dice un reverendo...
EP.
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Es mala suerte comprar calzoncillos en verano. Ya lo dijo Fray de León Daniel Núñez
Este año fue cargado. Hasta incluso después de las elecciones con los dichos frenéticos de hijoputez de la Chotolansky (¡¡¡y gracias que fue después!!!).
Pero hoy estamos para distender nuestro intelecto, para saborear un poco nuestras falsas tradiciones y poder reírnos de nosotros mismos. Esto lo escribí hace unos años ya, cuando aún trabajaba y, como tantos otros (bomberos o mozos, choferes de ómnibus o enfermeras), las Fiestas eran algo un poco ajenas. Aquí va:
No debe de haber ni una sola persona que al preguntarle "Che, ¿qué vas a hacer estas Fiestas?" no nos salga con una larga perorata donde abunden los "A mi las Fiestas no me importan"; "Todos los días son iguales"; "Mirá, no sé; todavía no arreglamos con el resto qué es lo que vamos a hacer (probablemente dicho un 23 de diciembre)". Sin embargo, a pesar de todo, las Fiestas nos importan. Y se los digo con conocimiento de causa ya que desde 1986 vengo trabajando uno, dos, tres o los cuatro días de festejo. Y año tras año me miento un poco y me digo "Este año me tocaron estas dos; ¡'ta! ¡Mala suerte! ¡No pasa nada! Es un día como cualquier otro". Con el sentido que quieran darle es un día donde nos juntamos casi todos. Casi todos. Porque en el ánimo de juntarse con las familias, todos tenemos al menos una y en una pareja hay al menos dos. Y no se puede cumplir con todas. Ahí ya empiezan los líos. Y los hinchapelotas que a ultranza nos quieren convencer que a ellos nada les importa y que prefieren quedarse solos y que hay que convencerlos de que vengan y que no voy nada ... ¡y después aparecen y son los que tiran más cuetes! Y además la comida. Antes era más fácil. Se hacía un asadito, se ponían unas cervezas a enfriar en una bañera vieja con una barra de hielo picada y chau. Hoy no. Ya no todos comen asado (porque son veganos o porque "tienen colesterol"). Los que manejan no pueden tomar cerveza porque hasta las que dicen sin alcohol tienen alcohol y los inspectores de tránsito te vacunan. Así que hay que poner unos refrescos. ¡Pero que hayan varios que sean Light! Y la hora a la que van llegando. Es que en Uruguay vos decís una hora ¡¡y hay una tolerancia de más - menos 120 minutos!! Y es probable que ya estén sirviendo el helado cuando los más boludos están llegando ¡porque pasaron a saludar a otros parientes! Ni hablar de los regalos. Hoy Navidad es igual a arbolito y arbolito es igual a regalos. Cuando era chico Navidad era comilona y nada más. Muy timidamente se ponía alguna minucia en el árbol; y no todos. Los regalos eran para los Reyes Magos el 6 de enero. Y solo para los chiquilines. Hoy se regala a todo el mundo el 25 de diciembre. A todos. Eso hace que dos por tres te olvides de alguien. Y para peor ese alguien te da flor de regalo a vos. Y los regalos que le das a fulanito, para la casa ... y te enterás que acaba de separarse de su esposo/a. ¡Y los cuetes! La guita que se gasta en esas pompas de colores ígneas. Que despiertan al bebé y se la pasa llorando desde las doce menos diez a la una y cuarto. Y los perros de la casa se ponen frenéticos (casi todos tenemos uno o más perros en la casa) y ladran todo el rato a pesar de que les dimos pastillas tranquilizantes calculando el doble de su peso.
Por eso, estimado/a lector/a: ¡¡Qué lindas son las Fiestas!! ... sobre todo cuando estoy de guardia.
Enviado, hace un tiempo, por Javier desde Costa Rica
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Felices fiestas comunidad galanguera! Tiempos de esperanza…nuevos aires! Salú!
Finalmente terminaron las fiestas y gracias a ellas engordan los comerciantes y se divierte el virus generando otros récords diarios de casos, que superan los peores guarismos del año anterior. Y la gente parece no entender.
Y también dan para los memes, de Reyes y otras cosas.
La Galanga no puede estar ausente. La Mesa de Navidad es algo serio y en La Galanga lo vamos a ayudar a prepararla.
Lo primero y más obvio es calcular cuántos van a ser. Ya fue dicho en un artículo anterior (ver artículo sobre Navidad aquí) lo difícil que es este primer paso. Pero hay que tratar igual.
No pueden faltar sillas para los veteranos.
Y si usamos sillas de jardín (las de plástico) hay que calcular dos sillas por cada gordo. Los gordos encastran dos sillas juntas y se sientan hasta que es la hora de los cuetes.
Una vez calculado aproximadamente el número de los concurrentes pasaremos a calcular la comida y la bebida.
A los menores de 12 años no se les debe calcular para la cena; solo se les calcula para la picada previa. Ellos comen muchas papas chips, muchos chizitos, mucho salamín ... y nada más.
A los adolescentes entre 13 y 16 años se les debe calcular en la bebida, la picada y los cuetes. Cámbiele un chorizo y dos chinchulines por tres cañitas voladoras y los tendrá más que contentos. A los adolescentes entre 17 y 25 años calcúlese el doble de bebida y sobre todo si hay cerveza y hace calor. Aunque usted no sepa desde cuándo, ellos ya han generado una tolerancia hepática al alcohol mayúscula. A los adolescentes entre 26 y 35 años (como verá la adolescencia tiene, al menos, tres etapas etarias) no los calcule: nunca sabrá si vienen a esta casa, a la otra, a la de la pareja o se juntan con los amigos.
Una Fiesta necesita de una dieta equilibrada: tiene que haber todo tipo de porquería.
En nuestro paisito, donde las Fiestas nos agarran en pleno mormazo de fin de diciembre con 35º de calor a la sombra, no pueden faltar las nueces, almendras y avellanas; los turrones (aunque se vayan derritiendo) y el Pan Dulce. No le debe de hacer caso a eso de las calorías para pasar el frío del invierno del hemisferio norte; las calorías son para pasar indemnes las Fiestas.
Deben extremarse todas las precauciones para tener todo tipo de cárnicos: pollo arrollado, junto a cerdo agridulce, colita de cuadril al horno, Pío Nono de atún, empanadas (de jamón y queso, pollo, carne y pescado) y, si fuera posible, algo puesto en la parrilla. Para los portadores de colesterol esto no será un problema; ellos ya están convencidos que las Fiestas son solo una vez en el año (aunque vengan de festejos y despedidas desde hace 15 días). Los que sí son un problema son los vegetarianos y su ala extrema, los veganos. Para ellos se pueden poner algunas tostaditas saladas con Humus de garbanzo.
En la mesa es conveniente poner al menos dos vasos y/o copas por comensal. Excepto el gordo, que queda fijo a su doble silla, todos los demás revolotean por allí y pierden su vaso.
Si la cosa es de mesa para estar sentado centre el plato con respecto a la silla. A la derecha irán los cortantes y a la izquierda los trinchantes (excepto para los que son zurdos; pero ellos mismos harán el cambio). La cuchara (no se tomará sopa pero seguramente habrá helado) va en el extremo opuesto del plato con respecto a la silla. El teléfono celular va a la derecha de los cuchillos.
No debe de haber ni una sola persona que al preguntarle "Che, ¿qué vas a hacer estas Fiestas?" no nos salga con una larga perorata donde abunden los "A mi las Fiestas no me importan"; "Todos los días son iguales"; "Mirá, no sé; todavía no arreglamos con el resto qué es lo que vamos a hacer (probablemente dicho un 23 de diciembre)".
Sin embargo, a pesar de todo, las Fiestas nos importan. Y se los digo con conocimiento de causa ya que desde 1986 vengo trabajando uno, dos, tres o los cuatro días de festejo. Y año tras año me miento un poco y me digo "Este año me tocaron estas dos; ¡'ta! ¡Mala suerte! ¡No pasa nada! Es un día como cualquier otro".
Con el sentido que quieran darle es un día donde nos juntamos casi todos.
Casi todos.
Porque en el ánimo de juntarse con las familias, todos tenemos al menos una y en una pareja hay al menos dos. Y no se puede cumplir con todas.
Ahí ya empiezan los líos.
Y los hinchapelotas que a ultranza nos quieren convencer que a ellos nada les importa y que prefieren quedarse solos y que hay que convencerlos de que vengan y que no voy nada ... ¡y después aparecen y son los que tiran más cuetes!
Y además la comida. Antes era más fácil. Se hacía un asadito, se ponían unas cervezas a enfriar en una bañera vieja con una barra de hielo picada y chau.
Hoy no. Ya no todos comen asado (porque son veganos o porque "tienen colesterol"). Los que manejan no pueden tomar cerveza porque hasta las que dicen sin alcohol tienen alcohol y los inspectores de tránsito te vacunan. Así que hay que poner unos refrescos. ¡Pero que hayan varios que sean Light!
Y la hora a la que van llegando. Es que en Uruguay vos decís una hora ¡¡y hay una tolerancia de más - menos 120 minutos!! Y es probable que ya estén sirviendo el helado cuando los más boludos están llegando ¡porque pasaron a saludar a otros parientes!
Ni hablar de los regalos. Hoy Navidad es igual a arbolito y arbolito es igual a regalos. Cuando era chico Navidad era comilona y nada más. Muy timidamente se ponía alguna minucia en el árbol; y no todos. Los regalos eran para los Reyes Magos el 6 de enero. Y solo para los chiquilines.
Hoy se regala a todo el mundo el 25 de diciembre.
A todos.
Eso hace que dos por tres te olvides de alguien. Y para peor ese alguien te da flor de regalo a vos. Y los regalos que le das a fulanito, para la casa ... y te enterás que acaba de separarse de su esposo/a.
¡Y los cuetes! La guita que se gasta en esas pompas de colores ígneas. Que despiertan al bebé y se la pasa llorando desde las doce menos diez a la una y cuarto. Y los perros de la casa se ponen frenéticos (casi todos tenemos uno o más perros en la casa) y ladran todo el rato a pesar de que les dimos pastillas tranquilizantes calculando el doble de su peso.
Por eso, estimado/a lector/a: ¡¡Qué lindas son las Fiestas!! ... sobre todo cuando estoy de guardia.
Enviado por Javier desde Costa Rica
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Querido Máximo cuanta razón tenés y que buen resumen, creo que nadie escapa a lo que dices. Tampoco soy la excepción así que te pido que: si necesitas una mano contá conmigo me voy a hacer la guardia con vos. Mientras metés cuchillo, te leo los guasap Yonson
Siguiendo con mi actitud iconoclasta, reflexionemos hoy sobre la fiesta de
fin de año. Si analizamos solamente un poquito, queda claro que nos vemos obligados a celebrar el fin del viejo año y el comienzo del nuevo en lo
que es el punto medio de la traslación de la Tierra alrededor del Sol, cuando la
naturaleza nos ofrece sus cosechas y tenemos temperaturas elevadas y días
largos. Celebramos el Año Nuevo (que siempre es arbitrario) en la misma fecha
que en el Hemisferio Norte, donde, al menos tiene sentido, porque se sale del
ciclo de acortamiento de los días, se renace. En el Sur, nos encajan el
comienzo del año cuando estamos tomando vacaciones, de modo que no nos avivamos
que empezó hasta dos meses después (en el Uruguay tres y más). Es como si nos
saludáramos al despertar con un “buenas noches” simplemente porque el Sol está a punto de ponerse del otro lado del planeta.
¿No habría que celebrar el
Año Nuevo cuando realmente ocurre, celebrando el hecho que el Sol no continúe
su declive de 6 meses y comienza a darnos más de su luz en lugar de menos? O sea en la fecha del Mago, a fin de Junio.
Obviamente
no estoy proponiendo que desechemos la festividad de fines de diciembre, pero
que sea una auténtica fiesta estival, no un ejercicio en anacronismo. A la irracionalidad de la Navidad se suma a la repetición de dos secuencias separadas de reuniones y comilonas similares por una semana, cuando bastaría una.
Mientras eso no ocurra, no tengo mas opción que unirme a la celebración de esta
fiesta estival al que solo le doy el sentido de balance anual. Y para estas fechas John Lennon, que había comprendido el poder de convocatoria que le daba su prestigio, se largó en 1971, en plena guerra de Vietnam, con este quijotesco tema proponiendo el fin de las guerras. Trajeron al coro comunitario de niños de Harlem para cantar los coros en contracanto : "War is over if you want it". El Tano interpreta el tema a su manera aquí deseando a todos el mejor 2015. E incorpora al Coro de las Voces Aguardentosas de Villa Dolores (los de la Mondiola estaban demasiado mamados cuando esto se grabó el 24 de Diciembre de 2014).
Cambian algunas cosas en estos tiempos.
El frío por el calor (acá, en estas latitudes).
El discurso de no se puede por sí se pudo.
La forma de enfrentar las crisis: las económicas, las éticas, las verdaderas.
Hasta cambió la forma en que vemos a nuestro alrededor, a nuestra América.
Y festejo la oportunidad que está dando el presidente de EEUU de arreglar su deuda ética con el hermano pueblo de Cuba; la justicia llega tarde pero llega.
Falta, todavía falta mucho. Hasta falta que nosotros mismos nos saquemos la manía de llamarle "americanos" a los yanquis.
Pero comienzo tienen las cosas.
Y darse cuenta que estamos empezando es algo bien importante.
Así que saludando a todos los amigotes de La Galanga, que nos aguantan algunos dislates, nos toleran algunos excesos, y nos festejan el resto, les participo de esta obra maestra de Calle 13 que cantó junto a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela.
A disfrutar de nuestras cosas.
Y Felices Fiestas
El 3 de setiembre pasado no solo cumplió años Galeano. También nuestra casa se vio de fiesta porque Cadorniano sumó otro años más. Llegado a los 80 no se ha permitido otra cosa que seguir metiendo y metiendo en este raro mundo que junta la dulzura con la idiotez. A su edad se largó a entender la computadora y, sin arrugarse, manejó el Word, el correo electrónico y el Power Point. Pero eso, que son solo instrumentos, no hacen otra cosa que permitir a todos nosotros conocer sus versos de hoy.
80, ¡Qué lo parió!
por Cadorniano
Que lo parió, que difícil es llegar a los ochenta,
Por mas que mi mente intenta, yo no lo puedo entender.
Quien me mando a mi nacer, será que hubo una tormenta,
Mi madre ni se dio cuenta y vine al mundo a joder.
Como soy ochomesino, me faltó un mes de crecer,
Hay que ver para creer, así decía un vecino,
Parece más un pingüino o algo raro puede ser,
Ojo al darle de comer, puede ser bicho dañino.
Mi padre cuando me vio, dijo a mi madre asustado,
Parece un mono pelado, y ésto hicimos entre los dos,
Será mi culpa o sos vos, o lo hicimos de parado,
Yo creo que fue acostados y que no usamos condón.
La viejita que ayudo a mi madre con el parto,
Casi muere de un infarto cuando me vio aparecer,
Después me quiso meter en la merienda del gato,
Pero yo pateaba tanto, que no me deje comer.
Al nacer antes de tiempo, me quedo todo chiquito,
Algo me quedo cortito, si digo otra cosa miento,
Tampoco es pa' hacer pamento o andar llorando a los gritos,
Porque yo no me limito, con lo mio estoy contento.
El pelo se me cayó, se murió mi pajarito,
Me dio pena, pobrecito, arrugadito quedó,
Tanto lo cuidaba yo, ya no tiene ni huevitos,
Anduvo en muchos niditos, eso fue que lo mato.
Pero me quedan mis manos, esas fieles compañeras,
Que no importa como fuera, o si era tarde o temprano,
La derecha fue mi hermano, era siempre la primera,
La izquierda muy torpe era, hacia el trabajo liviano.
Miro la carne en el gancho, como el zorro al gallinero,
Pero no hay nada mas fiero, ya lo dijo el viejo Pancho,
Ni a lo largo ni a lo ancho, se me achique compañero,
Ser feo es algo fulero, pero mas feo es ser chancho.
Eso si, seguro estoy que yo nací de cabeza,
Con un poco de pereza, porque ligero no soy,
Ahora en el mundo estoy, aunque sea una rareza,
Que no les cause extrañeza, que cuando quiera me voy.
Otra vez vuelve por sus fueros la columna permanente: La galanga es Salud
Mínimo Gurméndez
Es sabido que los médicos tienen (tenemos) un gran anecdotario de situaciones disparatadas, y que además tienen (tenemos) mucho tiempo para contarlas y aderezarlas. Así pues es que, en un esfuerzo editorial impresionante, pretendemos seguir con esta saga médica pidiendo a todos los amigotes galenos que contribuyan a llenar la galanga. Todas y cada una de estas anécdotas son absolutamente reales. Solo le hemos dado color y anonimato.
En La Galanga es Salud de hoy quiero saludar y homenajear a todos los que, galangueros o no, tienen la obligación de estar trabajando justo en el momento en que los demás están chupando y comiendo, reunidos y a las risas. Y acá entran, por supuesto, los médicos, enfermeras, instrumentistas, administrativos, cocineros, auxiliares de servicios generales, etc que pueblan los centros de salud los 24 a las 12 de la noche: esta es una columna de Salud. Pero además recordemos los choferes, policías, y hasta serenos que también laburan mientras vos levantás la copa.
Hecha esta primera mención les cuento otra anécdota que pinta la situación de cuerpo entero: los tipos trabajan hasta el borde del colapso, físico o mental. Solo los que nunca estuvieron de guardia un día y al día siguiente y después policlínica y después otra guardia; solo esos no se imaginan lo que es.
El traumatólogo había estado "en la máquina" todo el día. Se sentía cansado pero no se daba cuenta de cuanto. La adrenalina desplegada en su cuerpo hace que no sienta el cansancio y, como los médicos se creen superhombres (o supermujeres), siguen y siguen sin parar.
El tipo recibía un paciente y después volvía a la sala de yesos por el paciente anterior, y miraba las radiografías que recién le habían traído, y volvía a la sala de urgencia para ver otro. Y no se daba cuenta lo cansado que estaba hasta que el enfermero le trajo una receta órden que recién había escrito. Decía claramente: Traslado en Ambulancia. Frente y Perfil.
Pasaron 7 días de la fiesta de fin de año del trabajo con
los Fatales a todo plena-candombe-samba-reggae, 5 del “bailemos con fervor y
con toda emoción, el lindo Pericón” en la escuela de mi hijo menor, 3 del asado con los muchachos del club.
Faltan 4 días para navidad y 2 para que terminen los pintores en casa y así poder recibir a la familia en la nochebuena.
No hay forma “neutral”
de pasar por las fiestas, o se disfrutan o se sufren. En la bolsa de
Papá Noel vamos todos entreverados: parientes, amigos y compañeros de trabajo.
Mañana sábado a mediodía liquido todo y me voy a tomar una en el “Perro que Fuma” de mi amigo Jano en el Mercado del Puerto. Y que termine el año nomás.
Diciembre merece la
alegría
En todas las fiestas y reuniones la misma cantinela: los que
están, los que ya no están, los que quiero que estén, los que vienen
porque son parte y aunque no me guste tienen un lugar, los que trabajan acá,
los que trabajan allá. “Qué dirán”, “mirá aquel como se vino vestido”, “mirá lo
que trajeron, una ensaladita nomás”, “bo, gasten un pesito”, “pá, los regalos
que compraron a los nenes, seguro para hacerse ver”.
Las fiestas desnudan todas las bellezas y miserias humanas.
Alegría, rencor, amor, envidia, solidaridad, todo junto y comprimido en un mes
caluroso. La locura explota, las culpas, las frustraciones, el desenfreno, las
miles de reuniones, otro año que se va, los taxis-radio no atienden, los
comercios y los consultorios psicológicos no dan abasto.
Demos lugar a la fiesta y si se puede elegir entre sufrirlas o disfrutarlas, hagamos un
esfuerzo y pasemosla bien. Disfrutemos de lo que tenemos y lo que no, veremos. Este
viaje es corto y tiene fecha de vencimiento, en la fábrica uterina nunca ponen
bien la etiqueta, no se lee bien si son 20, 50, 80 o 100 años. ¿Tu etiqueta,
que dice?
Lo que hemos construido los uruguayos a partir de las
profundidades del 2002 es muy alegre. No solo la noche de la nostalgia nos
caracteriza. Conversando con amigos argentinos y brasileros me dicen que ellos
no tienen un diciembre tan festivo como el nuestro.
Aprovechen para mover el esqueleto, la música hace bien, es
terapéutica. Sean dignos animales omnívoros, coman y beban de todo, pero no
todo-todo, dejen algo para mañana, para poder seguir bailando.
La frase de hoy no la van a encontrar en google. Se la
escucho frecuentemente a Fernando, un amigo que baila flamenco con Gabriela, mi
señora. Fernando disfruta de la vida y también la lucha como todo el
mundo. Nunca pide nada y siempre trasmite buena onda.
Siempre que uno dice "tal cosa vale la pena", por ejemplo "vivir
vale la pena", Fernando enseguida acota:
- "Merece la alegría", no digas "Vale la
pena", di "Merece la alegría".