In Invernum qualqum soreteae fiumo expelent

DEFINICIÓN


galanga (diccionario de la real Academia Española)

3. f. Bacín plano con borde entrante y mango hueco, para usar en la cama.
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sábado, 23 de agosto de 2025

La nostalgia de Mínimo Gurméndez


por Mínimo Gurméndez

Mañana llegará el invento de un tal Lecueder: La Noche de la Nostalgia. En esa víspera del feriado no laborable del 25 de agosto en Uruguay hay miles de miles de personas que salen a "nostalgiar": vestirse como cuando éramos jóvenes para salir a bailar y a escuchar música de cuando recién agarrábamos una radio o un disco pagando precios por la entrada a la discoteca como que viviéramos en Las Vegas.

Los mal pensados como yo estamos casi seguros que el auge que tuvo esa idea al surgir en 1978 era un poco la de dar un vistazo para el costado a los horrores que se vivían por acá en esos años. 

La cuestión es que la fiesta tuvo un buen rédito económico y se instauró como una fiesta de alcance nacional: en cualquier paraje del paisito se organiza siempre alguna Noche de la Nostalgia.

El contrasentido es que van a esas fiestas los jóvenes que apenas pasan los 25 años a escuchar música de antes de ayer. 

Y siempre nos preguntamos de qué pueden tener nostalgia esos jóvenes.
No conocieron las cachilas de CUTCSA del 143 que me tomaba para ir al Dámaso colgado del pescante ni nunca hicieron una chata para tirarse en la bajada de Presidente Oribe. Nunca cargaron una pesada cartera escolar de cuero marrón atiborrada de cuadernos, lápices, sacapuntas y gomas, el Texto Único de 4º y la merienda: un sabroso refuerzo de pan marsellés. Ahora van igual de cargados de cosas inútiles pero con mochilas con rueditas, como que estuvieran en un aeropuerto y no en la Escuela. Jamás esperaron la señal de ajuste del 12 con el inolvidable indio sioux para ver dibujitos animados: tienen un celular con Youtube permanente. Les ponen una Coca de 3 litros que ni pica en cada uno de los almuerzos sin entender que nosotros tomábamos una de 1 litro entre todos los hermanos en el almuerzo del domingo ... y tenía que sobrar si queríamos repetir en la cena! Nostalgia de llegar a la casa de algún amigo con las indicaciones verbales de cómo hacerlo (había que conocer bien el barrio) sin valerse de ningún GPS ni Waze ni GoogleMaps.

Tengo nostalgia de poder estar jugando en la calle durante horas sin que mi madre tenga que llamarme al celular a ver por dónde ando, de hacer carreras a ver quién llegaba antes a la copa de aquel pino y no de quién terminaba antes ese Fernet agarrándose un pedo mayúsculo. De sentarme en los primeros asientos del ómnibus para darle el asiento a la primer viejita que subiera por el solo hecho de sentirle decir "Gracias mijito". Mucha nostalgia de conversar largo y tendido de cómo sería más fácil hacer una volanteada en el cine con la seguridad de que así tiraríamos la dictadura al suelo; de cantar bajito y en el fondo de la casa A Don José o llevar un disco de Viglietti escondido en el sobre del Concierto de Aranjuez. 

De algunas cosas me alegro que no puedan tener nostalgia, ni tan solo idea de lo que estoy contando.
Pero de otras ¡no saben lo que se han perdido!


Comentarios


Tengo nostalgia de " El Pis".
Del 1er encuentro en el boliche de Comercio, llevando algo naranjo.
Del Violetero y Cadorniano.
Abrazo.
Ke Verba

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        ¡Cuánta razón esgrime Ke Verba!
        Y acá les dejo el enlace a los que no tienen ni idea de lo que se menciona: la gala del primer año de La Galanga
        Mínimo

jueves, 26 de julio de 2018

Un triste adiós

por Medio Gurméndez

Una vez más la inoperante política del populismo fondoangostista cobra otra víctima.
Una a una fueron cayendo y solo la nostalgia nos puede acompañar.

Así desapareció la boletera o el pito de los boletos estudiantiles, suplantada por una anodina tarjeta magnética. Y quizás desaparezca el guarda, con sus bolsillos hinchados de monedas, los billetes hechos abanico entre sus dedos y el buen humor que le caracterizaba.

Así se fueron, casi sin despedirse, el querosene y las estufas de mecha; los apagones programados por barrios cuando en invierno subía el consumo eléctrico; el olor del Miguelete.

También desaparecieron la mayoría de los viejos con cataratas; las tarjetas de políticos para poder avanzar en la jubilación.

Hasta el Toto da Silveira ha desaparecido de las cámaras de Canal 4.

Pero el sentido adiós de hoy es a las bebidas alcohólicas de ANCAP. ¡Cuántas charlas fueron centradas con una botella de grappa con limón, cuántas amistades nacieron y se consolidaron con un Espinillar! ¡Cuánto tuvo que ver el Ron o el Cognac con muchos noviazgos, sociedades laborales, equipos de fóbal!

Hoy debemos decir adiós a estos compañeros del camino.

¡Y mientras tanto seguimos discutiendo si los abanderados escolares tienen buenas notas pero no los traga nadie o son los/las lindos/as de la clase pero no saben la tabla del 3!

Comentarios


Es que la nostalgia existe: las restricciones de las salidas a la calle de los autos con chapa par un dia y chapa impar otro dia!!!!!!!
Pepe

miércoles, 24 de agosto de 2016

Me puse nostalgioso

por Máximo Gur Méndez

Acá en Uruguay se "instauró" el 24 de agosto como la Noche de la Nostalgia. A algún visionario de los negocios (Pablo Lecueder) se le ocurrió hace muchísimos años que, como al día siguiente era feriado (25 de agosto, declaratoria de la Independencia), esa noche podía organizar bailes para "mayores" que al otro día trabajan y les costaba acostarse tarde y levantarse temprano, y pasarles música de cuando eran jóvenes y las bailaban hasta cansarse.
Desde entonces pasó a ser el Día de la Nostalgia y se llenan los lugares que hay para ir a comer, bailar, charlar. Y se llenan y no solamente de mayores sino que se llenan de jóvenes (¿Qué nostalgia de anteayer puede tener un veinteañero?)
Pues hoy a mi se me dio por mirar la nostalgia desde otro punto de vista.
Es que me impactó la aparición de la manía de cazar Pokemones que también caló hondo en este paisito chiquito y atrasado. Por todos lados salían niños, jóvenes y muchísimos pelotudos de 30 - 40 años que, celular en mano y cantidad de Gigas de Internet para tirar al tacho, "juegan" a cazar Pokemones.
Permítanme tener nostalgia de cuando jugaba a la Mancha Agachadita o a la Mancha Hielo ... pero con otro niño!!! Cuando lo "atrapaba" el otro era mi amigo/a que se reía como yo y jugaba también.
Jugábamos a las bolitas o al trompo con otros niños, más o menos habilidosos que uno (generalmente más habilidosos) y no a embocar naves o lo que sea ... con una máquina.
Yo los veo enviar mensajes de texto o Whatsapp y escriben a una velocidad infinita con los dos pulgares. Es que se acostumbraron a usarlos para buscar datos de algo o la dirección de una pizzería. Nosotros teníamos que meternos en el Diccionario o en la Guía de Páginas Amarillas. Preguntales el abecedario; preguntales antes de cual está la M. No tienen ni idea.
Las cuentas básicas las hacíamos "en el aire", sin siquiera agarrar un papel y lápiz, mentalmente. Pediles que multipliquen 7 X 8, o que sumen 15 + 22!! Si no tienen una calculadora al lado (y la tienen siempre: hay en las computadoras, tablets o teléfonos) no lo pueden resolver. No les pido que hagan la Raíz Cuadrada de 114 (nosotros lo aprendimos a hacer en la escuela y confieso que ya me olvidé); les pido que me digan cuánto les tienen que dar vuelto si compran $55 y pagan con $100!!!
Los obesos, cuando era chico, eran muy pocos. Es que quemábamos calorías a lo loco: nos trepábamos a los árboles,andábamos en bicicleta, jugábamos al fútbol o al Ladrón y Poli, empujábamos o alguien nos empujaba en nuestra Chata (especie de patineta gigante en la que íbamos sentados pero que hacíamos nosotros mismos, con tablas y rulemanes).
Hacíamos los mandados (no había Delivery) y nos conocía el frutero o el del puesto de diarios.
Como jugábamos en la calle o en la vereda nos vivíamos raspando las rodillas pero nunca nos tenían que llevar para ver que opinaba el Cirujano de Guardia del raspón de ese día.
Conseguir material para determinada tarea en la Escuela significaba tener que pedirle a la vecina tal (que compraba alguna revista) que nos diera las revistas viejas, buscar, recortar y pegar; no apretar dos teclas e imprimir lo que Google dice que es.
Merendábamos pan con manteca y azúcar y le dábamos el asiento a las "viejas" en el ómnibus.
Hacíamos "safari" dando la vuelta a la manzana pues nos parecía "ir a lo desconocido" y, de más grandes, ya sabíamos dónde hacer "Ring - raje".
Todo ésto siempre con amigos cuyos padres me conocían y mis padres los conocían a ellos.
¡Y no por la foto del perfil de Facebook!
Hoy me puse nostalgioso.
Es que me dio por extrañar a mi placita Madame Curie y a mis amigos de entonces.

Comentarios


Brillante Gur Mendez. Y en tu escuela Paraguay, que fue también la del viejo las maestras eran diosas respetadas y los padres u alumnos no solíamos pegarles. Tu plácida Curie era la nuestra José Pedro Varela frente al Miramar, la del negro aguatero de Belloni, donde solíamos subirnos y hacer finta de estatua. Casi frente al cine que estaba frente a la escuela. Viva la educación pública y ojalá se revierta esta degradación infame de estas últimas décadas, que no se puede solo achacar a la dictadura.
Tano

Nostalgia por la educación

por Tano de la Mondiola


Hoy es la noche de la nostalgia. No soy de esos emigrantes que lloran por el dulce de leche. Pero me da nostalgia sobre todo el recordar los años de la Escuela. Aquella inigualable Escuela Pública donde puede decirse que éramos todos casi iguales. Algo que no duró mucho más allá de esa época, cuando uno se enfrentó a la realidad de la influencia de las clases sociales en el Uruguay. Tanto en el trato como en las oportunidades. Igualdad, minga!
Más nostalgia y tristeza dar el ver el deterioro de la Escuela Pública en el país y de la educación en general. Todavía en los años 60 cuando cursé primaria la escuela pública era de una calidad excepcional.




La mía era la Escuela Noruega número 18 de segundo grado sita en la calle Miguel Barreiro. La Escuela con el gran Gomero (en realidad es un higuerón) plantado por José Pedro Varela en 1877. Una Escuela limítrofe puede decirse, donde coexistíamos los pitucos de Pocitos con los menos afortunados reos de la Mondiola. Justamente a tres cuadras de donde el Coronel Lebel se rebeló contra el golpe, en el limite del barrio la Mondiola.


En su patio, jugábamos debajo de su frondosas ramas y en nuestras picardías nos arrojábamos sus frutos como proyectiles o les poníamos una pluma de paloma para arrojarlos al aire.

Creo que para celebrar esa nostalgia positiva el tema que elegí es muy apropiado. Ustedes dirán. El Lukewarm Club de la Mondiola interpreta, en mandolina...








Comentarios


Buena Tano!!
Cuando la escuché obviamente vino a mi recuerdo la cantidad infinita de veces que la cantábamos al terminar fiestas, actos, encuentros. Era la Marcha para salir de la Escuela en esos eventos.
Por supuesto que me ericé.
Daniel

miércoles, 14 de enero de 2015

Y cómo cambia

Por Tano de la Mondiola

La semana pasada Gur Mendez se puso a rememorar cosas del pasado y narra vivencias compartidas. Le retrucamos hoy con otros comentarios. 

No es nuestro ánimo  o intención deducir o implicar que todo tiempo pasado fue mejor, como Manrique. Fue peor, y los cambios pueden parecer increíbles o jocosos para los jóvenes, por eso lo hacemos. Y hay muchas cosas que muestran que el país en general, o por lo menos para mucho mas gente, que es lo importante, está mucho mejor.


Los botijas o “guachos” de la Mondiola solíamos aventurarnos también por esas terras ignotas de salvajes como él, en el Fermín Ferreira.  Estamos hablando de un radio de 10 cuadras.

Villarmarzo y la Farmacia Santa Catalina (el único baluarte que venía quedando, ya hace unos años que no está) cuidaban la esquina de Rivera y Larrañaga. El hospital hacía tiempo que no estaba, habían empezado viviendas de INVE, estaban los cimientos y alguna calle trazada. Estuvo abandonado por al menos 20-30 años. 


Mis tíos mas veteranos llegaron a ver al Mago cantando allí para los tuberculosos allá por los años 30 y lo narraban con piel de gallina. La Farmacia Santa Catalina hacia propaganda callejera, era un Citroen de esos viejos negros, con dos parlantes bocinas en la baca. Pasaba lento por Fco. Muñoz y decía “Farmacia Santa Catalina, de turno hoy, y también mañana”.

Uno tampoco tenía  TV en la casa hasta casi el fin de la primera infancia: íbamos a la casa de alguno/a más afortunado/a a ver Bonanza. 

Nos tirábamos con las chatas  (como contaba GurMendez), en nuestro caso por la bajada de Placido Ellauri hasta Buxareo. Descendíamos en la chata con rulemanes por la calle, donde pasaban autos, pocos, pero pasaban. Un campana se quedaba abajo y avisaba si venia alguno por la transversal. Rasguños, heridas, en general leves. Nada de cascos, rodilleras, etc. 

También se jugaba al fútbol, en bajada, en la calle Fco. Muñoz, por donde pasaba el 145.  Allí mismo, en Buxareo, había una vieja cantera que daba de un lado al otro de la manzana a la calle La Gaceta. Saltábamos la tapia y jugábamos como si fuera la selva. Colijo ahora que allí habría ratas, liendres, pulgas, perros muertos, etc.  Mi hermano se atravesó una mano con un clavo herrumbrado, pero todo bien. Sanitos crecimos.

Siempre en ese radio de 10 cuadras,  ya más adelante de jóvenes, cuando desaparecieron los tablados de barrio, el carnaval era en el Layva (del lado de GurMendez) o en el 25 de Agosto (tierras de Abelenda).

Los más jóvenes se van a asustar, pero hace menos de medio siglo y por mucho tiempo después (hace 25 pirulos todavía había, si mal no recuerdo), les cuento también que nuestras madres cocinaban en cocinas a kerosene, a las que se les daba bomba. Y usaban Primus (sustituidos mas tarde por garrafitas de súper gas): calentadores a kerosene que se prendían con alcohol azul, para gasificar el kerosene, y se les daba bomba. Las casas olían a aeropuerto, en invierno se concentraban esos gases. Y la ducha o era fría o para calentar el agua, por mucho tiempo, se usaba un espiral que se calentaba con alcohol, el calentador "Presto". En mi familia hubo un quemado cuando el alcohol, que se prendía en un receptáculo sobre tu cabeza, se le derramó encendido sobre la piel. Igual crecimos sanitos...

Los Primus se tapaban y ahumaban. Se usaban unas agujas para "destapar el oído" del Primus. Y se usaba el Primus con una maceta de barro arriba para irradiar calor, como calefacción. Había artefactos que se usaban para hacer tortas, llamados "hornitos de Primus". Se veían carteles en la calle de gente que se la rebuscaba: "se arreglan Primus", rezaban. 

El gallego de la esquina (había un almacén en cada esquina casi) tenía dos grandes tanques Banchero (de unos 100 o 200 litros, calculo): uno con kerosene, otro con vino suelto. Supongo que no habría mucha diferencia en el gusto, yo como niño aún, no probé ninguno. Los bichicomes, ellos si, tomaban alcohol azul, al que le sacaban el color (azul de metileno) por adsorción con alpiste. 

Y bajábamos por Buxareo a la playa, a la altura del Malecon. Sobre el techo del edificio de los servicios higiénicos , allí vimos a los Shakers (prafraseando a los Beatles en la azotea de Apple). Según la marea, a veces el agua estaba verde... Pero en general, se nadaba entre sorongos y preservativos. El caño maestro con aguas no tratadas salía allí nomas, en el  Kibon. No exagero, había que alejarlos a brazadas. Los coliformes no tuvieron suerte con nosotros, nos los morfábamos en el desayuno. Salvo las otitis, crecí sanito…Y ahora hasta Bill Gates quiere emularnos...











Un poco más tarde, en esa playa fui testigo de la masacre de los helicópteros, el 14 de Noviembre del 70. Algún botija conocido del barrio perdió un miembro, nosotros nos salvamos por no ponernos como unos nabos, debajo de los helicópteros a la altura del caño: la vieja nos paró.

Y yendo de la Mondiola para arriba, hacia el Zoológico, hacíamos otras picardías. Los Lunes, clásico feriado municipal, estaba cerrado. Pero por Rossell y Rius, (tierras de otros salvajes tipo Abelenda y el 25 de Agosto), los muros del zoológico no existían: eran tejido de alambre con enredadera. Levantábamos el tejido y entrábamos a jugar al zoológico, en el fondo donde están (o estaban) los estanques y una isla con monos, frente a las jaula donde estaban los dromedarios y los bisontes.




Era un abandono y una mugre aquello. Había gatos salvajes que cazaban aguaciles. Cada tanto traíamos un gato o gatitos a casa (un aptito de 40 m2) y mi vieja nos corría y no nos dejaba quedarnos con ellos. 

Cazábamos y coleccionábamos ranas en ese predio, dependiendo de la lluvia. Por supuesto un día nos agarraron los guardianes.


Como dice GurMendez, por todo eso crecimos sanitos. 

Cultivamos el sistema inmune al exponerlo a cuanto germen y tóxico podría atacarnos en el futuro.




martes, 6 de enero de 2015

Cambia, todo cambia.

por Medio Gurméndez

Estábamos almorzando un domingo cuando recordé que en mi infancia, si se tomaba Coca Cola era solo el domingo; y una Coca alcanzaba para el almuerzo de todos los niños y sobraba algo para la cena. Y la Coca Cola familiar era de 750 cc.!!!!
Si. Como lo leen. La botella de Coca era de 750. Y alcanzaba.
Pero allí fue que me acordé el primer día que salió la Pepsi Cola Super Familiar, ¡de 1 litro!.
Ese domingo bajé al almacén de Tino a comprar una Pepsi de a litro. Me acuerdo que la traje agarrándola con las dos manos, de tan grande que era. Y así subí los dos pisos por escalera (obvio) hasta llegar a casa.
¿Se imaginan?
Un niño de unos 7 - 8 años, cargando una enoooorme botella de vidrio, subiendo dos pisos por escalera. ¡Qué peligro! ¿En manos de qué padres estábamos?
Hoy, por menos que eso, hay que declarar en el INAU.
Y me acuerdo también que íbamos a jugar al predio del Hospital Fermín Ferreira (donde hoy se erige, majestuoso, el Montevideo Shoping), que era un hospital para leprosos y tuberculosos. Nos íbamos después de almorzar y veníamos a tomar la leche a eso de las 5 para después hacer los deberes y si te daba el tiempo jugar otro poco.
¿Solos por ahí, como 3 o 4 horas? ¿Y sin celular? ¿Y cruzar Av. Rivera y sin semáforos?
Y cuando andábamos en bici o en chata y nos caíamos, nos raspábamos las rodillas. ¿Qué hacían nuestros padres? Nos las lavaban con agua y jabón y nada de llorar.
¿Y no nos llevaban a la puerta de urgencia de Pediatría? ¿Y no nos sacaban una Tomografía por las dudas? ¿A cargo de qué clase de irresponsables estábamos?
Ni que hablar que tomábamos agua de las canillas de los jardines, tocábamos todos los perros que se nos ponían a tiro, trepábamos a los árboles sin casco ni arnés, esperábamos el ómnibus para ir a pasear con mis padres al Centro o al Cine, y muy pocos teníamos televisión (que además veíamos poco porque preferíamos jugar en la placita de enfrente - la madame Curie).
Sin embargo me acuerdo de haber pasado una linda infancia.
Y todavía me acuerdo a mi madre llamándome desde el balcón de la cocina:
- "¡Daniel! ¡A tomar la leche!"
- "Esperenmé que voy y vuelvo"

domingo, 24 de agosto de 2014

Hace pocos días

Solo en Uruguay pasan estas cosas. Los uruguayos somos tan grises que tenemos nostalgia de nuestro propio pasado. Lo añoramos, lo queremos tener presente de nuevo, todo tiempo pasado siempre nos pareció mejor.
¡Hasta la Noche de la Nostalgia tenemos! (el 24 de agosto de noche, vísperas del feriado nacional del 25, se organizan fiestas y bailes por doquier, con una sola consigna: rememorar la música de cuando éramos jóvenes),
Hoy quiero participarles de algo que escribí hace una pila de años (más de 10) cuando siendo docente de Facultad de Medicina también participaba en nuestro gremio de docentes y tenía mucho vínculo con los estudiantes de la época.
Este escrito es viejo y trata de la nostalgia (doblemente viejo), pero no creo que haya perdido vigencia.
El glosario que no entiendan lo pueden preguntar a La Galanga  lagalanga.llena@gmail.com

Hace pocos días


por Máximo Gur Méndez
(escrito en el 2001, más o menos)

Hace pocos días, en un Congreso de los estudiantes de Medicina, les quería mostrar porqué a veces ellos y nosotros hasta hablamos un lenguaje diferente. Ellos, nacidos promedialmente en 1980 – 1982, entienden poco algunos hechos que para nosotros son vida misma. Les dije: “Lo que pasa es que Uds. no tomaron leche en botella”. Y para mi asombro más absoluto, ninguno entendió a lo que me refería.

¡Cómo no vamos a ser diferentes! ¿Quién de mis alumnos vio alguna vez la señal de ajuste de Canal 12, un indio piel roja rigurosamente en blanco y negro? Para ellos la televisión fue siempre en colores y es raro que conozcan lo que es tener que pararse de la silla para cambiar de canal pues el control remoto existió siempre.

La historia es Historia y no recuerdos: está tan lejos la guerra de Viet-Nam como la de Corea y las Cruzadas. El Papa fue, es y será Juan Pablo II y los viajes a la Luna ya son cosa corriente y no la imaginación de nuestros juegos ayudado por Flash Gordon.

Jamás vieron un disco de pasta de 45 r.p.m. con el gran agujero en su centro y mucho menos una moneda sobre el brazo y la púa de un tocadiscos para que no saltara donde estaba rayado.

¿Nos creerán cuando les contemos que hacíamos cola durante toda la tarde para comprar una botella de leche o una damajuana (de vidrio) de 10 litros de kerosene? ¿O que esperábamos y elegíamos viajar en la cachila de CUTCSA del 173 a Av. Italia y Peñón porque era lindo ir en la plataforma? ¿Habrán sentido alguna vez el placer de usar un Incalcuer o un Incalflex nuevo en el recreo de 4º año de la Escuela?

Es difícil compartir el lenguaje de los que nunca usaron una lapicera a pluma con tintero involcable y todo.

Hoy, a años de haber aparecido los punks, nadie recuerda nuestros peinados con Glostora, Brillantina Palmolive o fijador Éxito, aquel verde que dejaba el coco como de cartón.

Ya no se erizan cuando escuchan las marchitas militares que invariablemente nos metían a las 20:00 cuando pasaban los comunicados de las fuerzas conjuntas y veíamos a tantos amigos en fotos con caras de forajidos después de días y días de castigo.

Tantas cosas han cambiado que parece mentira escuchar el silbato del afilador. Ya nunca más barquilleros ni “¡botellas vacías compro, botellero!”.

Ahora el PC es un electrodoméstico más y lo manejan los escolares con más dominio que un balero. ¿Cómo entender esperas de 15 años o más para que te instalen un teléfono si hoy hay más celulares en los cinturones que llaveros?

Los que supimos comprar yerba o azúcar en barricas, al peso, envueltas en papel de estraza no nos hemos acostumbrado al fax, contestador telefónico, micro-ondas, copiador de CD, micrófonos que permiten oír cuando el bebé llora en su cunita, que hay en cualquier casa.

¿Cómo explicarle a los que nunca vieron Discodromo Show, Ballinger de Chicago, Los Invasores o Perdidos en el espacio que Robin Williams era un marciano en una serie de televisión que se llamaba Mork y Mindy?

¡Qué difícil expresar en palabras aquella sensación que sentíamos en el Estadio cuando sonaba el PII - PUU para informar el gol en el Franzini y todos nos dábamos vuelta para ver el placard de la Amsterdam! Más difícil que saber que "Paterson y yo, nos vamos a la playa" o que "Barlovento es el pantalón de los mil movimientos". Ahora miramos en directo cualquier partido que se juegue en Siria y los muchachos conocen al equipo titular y suplente de cualquier cuadro alemán!!

¿Nadie extraña los trolley- buses cambiando los tiradores en 18 y Sierra (que así se llamaba Fernández Crespo)? ¿Nadie intentó explicarles que, para que los cuellos de las camisas quedaran duritos, se les ponía ballenitas que se compraban por Rondeau y Uruguay? ¿Algún día les podremos transmitir la sensación de un champion Pampero de suela de plástico?

Todo depende de todos, ellos y nosotros, los que nunca encontraron una lija en el bolsillo de atrás del Blue Jean y los que seguimos recordando radio Independencia en la Spica de casa.


Comentarios


Muy buena Gurméndez. Y con esta flor que hago, la tiro? Contra flor al resto con Vesubio flor de amarga! No señor los incoloros calzoncillos son historia Gino Paoli pintó tu intimidad!
TANO

sábado, 23 de agosto de 2014

La noche de la nostalgia, el Parque de los Aliados y el 25 de Agosto


La frase del viernes. Por Abelardo Abelenda

La Noche de la Nostalgia se respira en Montevideo. Para un grupo de vecinos del zoológico, la noche del 24 de agosto es la víspera del aniversario de su club, el 25 de Agosto de Villa Dolores.

A medianoche empiezan a circular los SMS con los infaltables "Feliz cumpleaños" y más de uno se revienta unos petardos para celebrarlo. El medio día del 25 se celebra con una exquisita buseca que preparara el Piraña, flamante chef y cantinero del club.

Se vuelven a recordar viejas historias y a inventar nuevas, la mayoría de ellas no están escritas, son pura tradición oral, trasmitidas de generación en generación, compartidas con una comida de por medio.

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El Parque de los Aliados -hoy Batlle- es y era el lugar obligatorio de entrada en calor antes de pisar la cancha. Una vuelta entera por Ricaldoni todos los santos días, de martes a domingo en segunda, de lunes a sábado en primera división. En el parque nos cruzábamos los amigos-rivales: Bohemios, Tabaré, Miramar y Nacional de basquetbol y el Layva. 

A algunos compañeros les gustaba correr y a otros les gustaba la literatura, siempre tenían un cuento, una tendinitis, un tironcito de pretexto para no salir. Gastón arrancaba y no terminaba más, si no lo frenaban todavía estaría corriendo como un caballo desbocado. El Rafa corría y se reía, siempre con las crenchas desprolijas. Gustavo refunfuñaba, iba último y al trote con su eterno rezongo: "Yo vengo para jugar al basquetbol, si me hubiese gustado correr me iba a la pista de atletismo, o al hipódromo de Maroña con los caballos". Pelayo corría y te acalambraba con los cuentos de su laburo de profe de ténis. Hace poco volvió a jugar con los veteranos, luego de más de 20 años se reencontró con Fridi, su compañero de estudios en el Instituto de Educación Física. Los dos "canarios" recordaron la sopa aguada con un huevo adentro que hacían para engañar la panza mientras esperaban la encomienda nutritiva que venía del interior.

En la pretemporada eran de rigor 5 series de 10 "piques" en el repecho del lado de la tribuna Amsterdam. A la vuelta del estadio pasabamos por el Centro Médico de CAFO donde hace 30  empecé la eterna fisioterapia que me permite seguir disfrutando del antiguo juego del balón al cesto. Por los años `80 en CAFO trajeron una de las primeras máquinas de pesas "Universal", con la que fortalecí rodillas y hombros fanés y descangayados.

Por los 90 el filósofo del Paleta ya afirmaba que el basquetbol se había arruinado el día que empezaron a llegar al club técnicos con la "tablita". En ella marcaban las jugadas y las transiciones de cada jugador. El DT Eduardo D`ursi se reía como el perro pulgoso -para adentro- y lo peleaba al Paleta;  él había sido el innovador, "recibido" de técnico y portador de las nuevas técnicas de planificación, entrenamiento, indicadores y "tablita" incluida.

En el 91 jugábamos en 25 con Favio, el Rafa, el Cacho y Pelayo. Hace dos días nos enfrentados en la final que acabamos de perder con Biguá el miércoles pasado. En aquella época no habían estadísticas de rebotes, pelotas perdidas, recuperadas, porcentajes; simplemente el Diario de la Noche publicaba los apellidos de los jugadores y los tantos convertidos. Hoy publicarían Osimani punto y coma, luego de la bochornosa actuación en el segundo cuarto donde nuestro equipo convirtió solo 4 tantos. Al principio la calentura por la derrota fue enorme, pero van pasando las horas y uno empieza a ver en perspectiva el camino recorrido y no queda más que agradecer por los 38 años picando la naranjita.

Los que antes de ayer fuimos rivales, la semana que viene nos vamos todos juntos a jugar un campeonato de fin de semana en el club amigo de Plaza de Nueva Helvecia. Todos representando a 25 vamos a jugar y pasarla bien con los "queseros". Luego del partido y con cena-chou incluida celebraremos la vida compartida caminando y corriendo juntos.


 Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
...
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...


Cantares de Antonio Machado
Por Joan Manuel Serrat

jueves, 21 de agosto de 2014

Naufragando en la nostalgia

Por Tano de la Mondiola

Se viene la noche de la nostalgia. Y se me dio por recordar algunas trivialidades de la época de los 12-13 años. Cuando en Montevideo Mateo y su Kinto con Rada, los Fatto y otros revolucionaban la música y en Buenos Aires, Lito Nebbia y el Flaco Spinetta hacían lo mismo, en las radios resonaban las porteñadas pegadizas. Y uno no tenía otro acceso a la música y tenía, por la edad, poco poder discriminante. Es por eso que muchas de esas pavadas están allí en la memoria. Un día con la Tana, así, de repente nos pusimos a cantar esas cosas y a reírnos. Y ya que llega la fecha de marras, porque no dar rienda suelta al botijita que todavía llevo por ahí adentro. Es así que aquí les va una de aquellas porteñadas. Hasta la Tana se sumó en los coros.


domingo, 8 de septiembre de 2013

Pregones


El uruguayo - tipo es un tipo atípico. Seguramente que cualquiera de nosotros, viviendo aquí en el paisito, nos estamos quejando de cualquier cantidad de cosas. La magia de la distancia hace que al viajar, o peor todavía al emigrar, esas cosas se desvanezcan y queden en nuestra mente solo lo importante.
Alejandro G, el Tano de la Mondiola, hace añares que emigró al Norte mismo. Por suerte y por merecimiento, consiguió avanzar en su profesión. Nada de lo que le pasó desde entonces le ha hecho olvidar a su Uruguay y, nostálgico, vuelve a cantarnos en esta murga los pregones que nosotros (los más maduritos) recordamos como nuestros.







En caso de no poder ver el video cliqueando sobre él, probá cliqueando en su dirección de You Tube

http://youtu.be/q3fw-saliew

viernes, 30 de agosto de 2013

La frase del viernes. ¿Nostalgia de qué?

Por Abelardo Abelenda

La Noche de la Nostalgia ha transformado el "sentimiento triste y melancólico por la dicha perdida" en la fiesta más grande del año.

Los uruguayos somos así, ponemos nombres tan contradictorios como Cerro Chato, Arroyo Seco, cárcel de Libertad y Fiesta de la Nostalgia.

Fiesta retro, vintage, temática o antinostalgia. Asado con los amigos, discos de vinilo, disfraces, pelucas. Recordar la música de "aquellos años" y los cuentos de "mi época", que pueden ser de todas las épocas. Es un buen pretexto para juntarse y divertirse, combatiendo una de las noches más frías del año.

Las tiendas de lencería de parabienes, es su época de mayor venta en el año. Parece que la doña y el don ponen a funcionar aquella vieja maquinaria media oxidada que con un poco de amor arranca nuevamente.


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María se vino a vivir a Montevideo hace menos de una año. Está muy coontenta con la ciudad, le parece mucho más segura que Córdoba y más aún que Buenos Aires. Además puede hablar con los que piensan diferente, sin llegar a ásperas confrontaciones.

Tiene una gran intriga con el tema del 24 de agosto. Hace muchos días que viene escuchando de la Noche de la Nostalgia, no se puede imaginar y quiere saber de que se trata. Trabaja en una ONG con adolescentes y jóvenes de contextos críticos. El sábado 24 por la mañana tiene una actividad en el barrio. Toma el tema que está en boca de todos y lo usa para trabajar, interroga a los jóvenes:

- ¿Qué significa para ustedes la nostalgia?
- Fiesta. Le responden con una sonrisa y cara de "es-obvio-qué-preguntás".
- ¿Qué sentimiento les sugiere? insiste María tratando de profundizar.
- Amor, fiesta y alegría

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Alberto vive alegre con su mujer y varios hijos. No le va demasiado el tema de la nostalgia, pero se contagió de la onda expansiva y organizó un asado con una familia amiga el 24 por la noche.

Aparte de carne y chorizos, para agasajar a sus visitas se le ocurrió pasar unos viejos discos de vinilo. Empezaron a girar los "negros redondos" de "Vinicuis y Toquinho", "Los que iban cantando", alguna murguita y "Supertramp". Para todos los gustos. Estaban en eso, riéndose y hablando del presente y el futuro, cuando empezó a sonar "The Logial Song" del elepe "Breakfast in América". En lo hondo del zurco, la púa empezó a rascar y en la memoria apareció una historia de verano. Alberto iba a la Feria de Libros y Grabados que se hacía en la vieja casona de Bulevar Artigas y Rivera. Iba ilusionado, a ver si esta vez se animaba a declarársele a su primer amor. En las bocinas colgadas de los árboles sonaba el hit del momento, "The Logical Song". La emoción, el miedo, la adrenalina y el calor del verano erizaban su piel... Esperó a las 11, los parlantes anunciaban el cierre con el tema clásico nostalgioso, igual que todos los días. Estaba como una brasa, la panza le hervía, se animó, el calor hizo encender la llama y la llama abrazó su cuerpo.

- ¡¡¡¡Albertooooo!!!! ¿dónde te metisteeeee? ¡Se te está quemando el asado!

Sacó la carne y cambió de disco. Puso el longplay "Mentiras Piadosas" de Sabina. Después de escuchar "Pobre Cristina", "El muro de Berlín" y "Si amanece por fin", una frase le quedó picando entre los dientes, mientras saboreaba la carne quemada:

No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca, jamás, sucedió.

Iba cada domingo a tu puesto del Rastro a comprarte
carricoches de miga de pan, soldaditos de lata.
Con agüita del mar Andaluz quise yo enamorarte,
pero tú no querías más amor que el del Río de la Plata.

Duró la tormenta hasta entrados los años ochenta.
Luego, el sol fue secando la ropa de la vieja Europa.
No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca, jamás, sucedió.
"Mándame una postal de San Telmo, adiós, ¡cuídate!"-

Con la frente marchita. Fragmento. Joaquín Sabina. Si quieres escucharla cantada por el andalú, oprime aquí: http://www.youtube.com/watch?v=K_cy6-im-YQ


domingo, 25 de agosto de 2013

Vienen llegando

La nostalgia es muy difícil de definir.
Ayer el Violetero intentó ponerla en palabras, menudo trabajo.
Hoy, un lector desde siempre y que al fin se anima a colaborar lo hace en música y canción.
Se trata de El Tano de la Mondiola.


Si no pueden abrir el video cliqueando sobre él, prueben cliqueando sobre la dirección de You Tube  
https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=-AnrykOxUEI   

sábado, 24 de agosto de 2013

Consejos para taximetristas que manejan taxis y motonetistas que manejan motos

Cadorniano se queda en casa pero igual aconseja desde su sillón

Consejos para taximetristas que manejan taxis y motonetistas que manejan motos (más claro, echale agua)


por Cadorniano


Aquellos valientes taximetristas que saldrán esta noche a prestar su servicio les aconsejo llevar un balde para que el apenas 99.99% de pasajeros que van a estar saturados de bebidas espirituosas, tengan donde evacuar (vomitar) los excesos líquidos y sólidos que es muy posible que les hagan mierda el tapizado de los coches si no llevan el susodicho balde.
En cuanto a los motociclistas les aconsejo que no le den pelota al uso de cascos y chalecos luminosos, porque antes no se usaban, tampoco respeten la luz roja de los semáforos porque antes el tráfico lo dirigían unos policías vestidos con chaqueta blanca, casco blanco y guantes blancos, así que pa’l carajo cascos, chalecos y semáforos. Eso sí, los acompañantes que pueden ser de uno a cuatro si se apretan un poquito ( así hacen algunas madres que llevan sus niños al colegio) vayan con la cara vuelta a la derecha o a la izquierda para no vomitarle en la cabeza al que va adelante.

Eso es todo, vamo’ arriba, festejen uruguayos, festejen y vamos a ver si levantamos firmas para que en vez de la noche de la nostalgia, sea el año de la Nostalgia, así andamos de joda  los 365 días del año.

La noche de la nostalgia

La Nostalgia da para todo y es para todos. Como dice Cadorniano uno puede nostalgiar cualquier cosa.
¿Será así nomás?

por Cadorniano

Creo que fue una buena idea la de la noche de la nostalgia.  Muchos veteranos tendrán la posibilidad de escuchar o bailar con la música de los artistas o bandas de una época que para ellos fue la mejor. Están aquellos que recordaran los momentos románticos pasados, cuando para darle un beso a la novia o al novio, había que zafar de la vigilancia de los viejos, la tía o el hermano/a. No faltaran los que sentirán nostalgia del uniforme, el sable, el garrote y la prepotencia y de ser los salvadores de la Patria. Tampoco van a faltar los que aprovechan esa noche para robar, asaltar o violar mujeres. Ni que hablar de los que solo piensan en mamarse o drogarse hasta las patas y salir a romper todo lo que encuentran a mano con tal de divertirse. Después están los viejos como yo, que me quedo en casa porque por mas nostalgia que tenga, no me da el cuerpo para salir a menear el esqueleto y si por hacerme el guacho salgo a romper la noche, lo más seguro es que mi mujer me rompa el palo de amasar en las costillas. De cualquier manera, siento mucha nostalgia por el Uruguay de mi niñez y de mi juventud, cuando podías dejar puertas y ventanas abiertas, cuando los vecinos eran casi como de la familia y los niños y varones dejábamos subir primero a las damas al tren o al ómnibus y le dejábamos el asiento sin hacernos los dormidos.

Bueno, pal carajo con mis nostalgias añejas, dichosos de aquellos que la van a pasar bomba y si toman no manejen por donde hay inspectores o policías, porque si la alcoholemia les da positivo, se van a tener que meter la nostalgia ya saben dónde para poder pagar la multa, si es que no van en cana. Festejen uruguayos, festejen.

¡¡¡Nostalgia pa' todo el Mundo!!!

por Violetero







¿Y la palabra “nostalgia”
saben que quiere decir?
Lo vamos a descubrir
y termina la ignorancia.
Si el diccionario no alcanza;
no importa, recursos hay
que nos pueden ayudar
a calmar nuestra inquietud.
Nos curamos en salud
y la vamos a explicar.
  
“Nostalgia”, y aquí te digo,
es pena de verse ausente
de la patria, de “tu gente”
y también de los amigos.
Tristeza de haber perdido
algo querido, algún bien.
Es como perder el tren,
o algún mango a la quiniela;
la merienda allá en la escuela
o tu novia que se fue.

Perder el ómnibus uno
o quizás perder los dos.
Tomás jarabe: ¡adiós tos!.
y disfrutás cual ninguno.
Nostalgia del desayuno
cuando el café se enfrió.
Si aligerado estoy yo
me tomo un “talipectín”
a la diarrea pongo fin
y la nostalgia murió.

Sinónimos de “nostalgia”:
pena, tristeza, pesar;
también se suelen usar:
soledad, saudade, añoranza.
Nostalgia tiene la panza
si no le metés comida;
pero hoy en estos días
te encajan el espirómetro
y te persiguen kilómetros
para la espirometría.

Empiezan el veinticuatro;
la siguen el veinticinco.
Inspectores con ahínco
no te dejan libre un rato.
Esta nostalgia es un “paco”;
no te dejan ”ni picar”.
Nostalgias te quedarán
de  multa que te encajaron;
el examen ha marcado
que estás pasado….de más.

Entonces vos le explicás:
“la Independencia festejo;
no me espirometres, viejo
porque quiero festejar”
“’Ta bien, me pude “pasar”;
reconozco, no está bien”
¡pero quien te va a creer
que yendo para Florida
y temiendo a la “porcina”
sólo tomaste alcohol gel!

De tu auto te bajaron
“la noche de la nostalgia”.
llegaste a la “Piedra Alta”,
en ómnibus y mareado.
Vichaste a los del estrado
el “Día de la Independencia”
y gritaste con vehemencia:
“¡Déjense de tantos “vivas”
los que gritan ahí arriba!”
“¡Que se muera la abstinencia!”

viernes, 26 de abril de 2013

Repercusiones del Inodoro

Primeras repercusiones de la Historia del Inodoro de Carlitos.
http://lagalanga.blogspot.com/2013/04/la-historia-del-inodoro.html
Esta vez es Cadorniano quien afila la memoria.

La historia del inodoro traída por Carlitos, me trajo recuerdos y acnédotas que ya estaban casi olvidadas. El primer water que recuerdo haber usado, fué en el excusado que estaba como a 25 metros de la casilla de madera y techo de chapas en el barrio Cadorna. Mi viejo, que era carpintero, había hecho un water de madera que estaba colocado directamente sobre el pozo negro o sea un cubo de madera con un agujero en la parte de arriba. El cuarto de baño (casilla de madera de un metro por un metro con cortina de bolsa de arpillera como puerta) que cuando habia mucho viento de frente, se volaba el cuarto de baño y te quedabas cagando al aire libre. Imaginaos lo que era en invierno de día o de noche, hacer 25 metros ida y vuelta. Eso si, teniamos baño de lluvia, que consistia en una regadera colgada del techo y con una piolita la inclinabamos para que el agua cayera. El papel higienico, papel de diario cortado en cuadritos colgados de un clavo y cuando había visita, papel blanco de la panadería. Como acnédota les cuento que mi nieto, que es gringo, vino una vez de visita cuando tenia unos nueve años y lo llevé a pasear por la avenida 18 de Julio. Le dieron ganas de mover el vientre y lo hice entrar en el baño de un bar. Salió como bala y con ojos de asustado me dijo, "bolo, bolo, se robaron el water, solo hay un agujero en el piso".
Lo moderno avanza, pero en el Uruguay todavía quedan algunos de aquellos improvisados cuartos de baño, que tan solo los veteranos como yo, tuvimos que usar.
                                                                                                                        
Cadorniano
 
P.D. y ni te cuento las veces que era a campo traviesa y en los pic-nics en camión. Las mujeres a la izquierda y los hombres a la derecha de la arboleda.

viernes, 18 de enero de 2013

Un cachito de deliciosa nostalgia

El 24 de agosto está institucionalizado en el Uruguay que es la Noche de la Nostalgia Musical. Y por extensión todos los nostalgiosos de algo nos ponemos a hacer ejercicios de memoria para desempolvar algún recuerdo de esos que te dan una cosquilla en la barriga (como dice Cadorniano).
No pudimos aguantar hasta agosto para publicar ésto; capaz que en agsoto lo reiteramos y chau!.
Los jóvenes (entendiéndose por jóvenes a los que apenas tienen 40 años o menos) probablemente no tengan la menor idea de lo que Cadorniano les contará. A ellos les pido que para entenderlo le pregunten a cualquier pariente o amigo mayor; que lo impriman o se lo envíen y le vean la cara cuando lo lee.
Esa sonrisa, ese brillo en los ojos, eso es la nostalgia


Un cachito de deliciosa nostalgia


por Cadorniano
No hace tanto tiempo ...cocinábamos en un primus.

¿Cómo te voy a explicar?

Un primus era como una cocina chiquita que se prendía con un fósforo. No. Era como una garrafita que... no, tampoco... ¿cómo te explico?...
Tenía tres patas ¿no?... un depósito... un depósito que siempre brillaba.
Te lo juro, ni en la casa más humilde los primus dejaban de brillar. Los hacíamos brillar a Brasso partido.

Pero por las dudas, empecemos por el principio: ¡Atenti! No te estoy diciendo que fuera más rápido, más limpio, ni más seguro que un microondas.
Es más... tampoco tenés que interpretar que te estoy diciendo que todo tiempo pasado fue mejor, ni trato de venderte un tranvía. Lo que te digo es que cuando me acuerdo del primus me viene como una cosquilla en la barriga.

Porque tu vinculación con el microondas comienza un segundo antes de empezar a cocinar y termina un segundo después del sonido de la campanita.
En todo caso tu vinculación sigue un poco más si te quedan cuotas para pagar. Con el primus la historia arrancaba cuando lo levantábamos y lo sacudíamos para saber cuanto combustible le quedaba.

--¡Está casi vacío, mamá! Apenas se escucha un ruidito.

Precisábamos por lo menos media hora más porque teníamos que buscar la botella de vidrio que papá guardaba lejos de las otras botellas para evitar la confusión, la libreta, el trompo y las bolitas -por las dudas-, el bolso y recién después emprendíamos el largo viaje hasta el lejano almacén de la esquina.
A vos, por ejemplo, nunca te vi yendo al Súper a comprar kilovatios para el microondas. Camino al almacén era imposible saltearse la esquina donde los gurises jugaban un picado.
Así que el bolso quedaba esperando sin muchos nervios paradito atrás de un arco, de un árbol, a resguardo de algún patadura.
Un tiro libre, una atajada, un pase de gol y al almacén, donde Don Luis nos preguntaba por mamá, por papá, por el abuelo que hacía seis días que no veía y nos recordaba los dos goles de Spencer del domingo.

--Dos-go-la-zos-decía, como si Solé se los hubiera mostrado por televisión, y nos cargaba de cuentos, de saludos y de querosene que sacaba de un tanque con canilla.

Se limpiaba con una estopa, un trapo, un papel de astraza (en ese orden) manoteaba un par de caramelos de los bollones de vidrio.

--¿De cuál querés la yapa?-- De los envueltos, Don Luis, de los que tienen papelitos.

A la vuelta perdíamos alguna bolita o hacíamos zumbar un trompo y llegábamos justo cuando mamá salía a ver qué pasaba que demorábamos tanto.

--Estaba lleno, mamá.
--¿Y por qué estás transpirando?
--Porque vine corriendo para no demorarme.

¡Y prenderlo! ¡Prender el primus! ¡Todo un ritual!
Ponerlo en el fogón después de cargarlo y descubrir que...

--Mamá, no encuentro los fósforos.
--Pedile a Doña Luisa; que si volvés al almacén cocino de tarde. Pará...llevale esta rosca, decile que la hice en el horno a leña.

 Y otra conversación que generaba el primus.

--Doña Luisa, dice mamá si no le presta una caja de fósforos que se la devuelve más tarde.
--¿Cómo está tu hermano? ¿Se le pasó la fiebre? Llevale a tu madre esta manzanilla y para vos tengo una revista de Tarzán. Andá que te está llamando.

Después...ponerle alcohol con la alcuza y con cuidado, justo hasta el borde para que no se derramara ni una sola gota porque era peligroso que se prendiera fuego.
¡Qué extraño! No nos dejaban tocar nada que tuviera un cable pero nos mandaban a prender el primus.
Lo que todavía no consigo entender es cómo era que poníamos más alcohol del que cabía. Si mirábamos el nivel de líquido azul siempre parecía que estaba a punto de volcarse.
¡Prenderlo y esperar a que se consumiera!
Distraerse haciendo algo pero no mucho, como los malabaristas chinos de los circos que esperan hasta último momento que el plato deje de girar y justito, justito, cuando parece que se va a caer, cuando parece que se va a apagar ...cerrar la válvula y darle bomba.
Teníamos un reloj interior que nos avisaba en qué momento teníamos que hacerlo.
Y le dábamos bomba.

¿Bomba? Tenías que ... eeeh...te explico...con la mano izquierda lo sostenías para que no se moviera, con la derecha agarrabas la varilla de la bomba entre los dedos índice y mayor y lo impulsabas con el pulgar.
Una, dos, tres veces hasta que la presión era suficiente para que roncara con fuerza y apareciera esa llama poderosa capaz de hacer un guiso calentando de afuera hacia adentro, que era la única manera de calentar las cosas en esos tiempos.

Al costado descansaba la caja de fósforos Victoria que abríamos tirando de una orejita de cartón, levantábamos una tapita y ahí aparecían los pequeños fósforos con polleras de papel encerado que hacíamos bailar cabeza con cabeza. Mi padre la convertiría después en la más masculina lima de uñas. Junto a ella, como tres flaquísimos soldados, en un sobrecito de papel azul aguardaban alertas las agujas de lata, por si se tapaba algún oído.

Cada tanto había que darle bomba para que no se achicara la llama y cuando se terminaba de cocinar lo apagábamos en el patio abriéndole la válvula para que en la casa sólo quedara olor a comida.

--Si sobró algo de puchero voy por ahí-- decía en broma el vecino del fondo cuando nos veía apagarlo. --¿Cómo te fue con el mapa que te ayudé a hacer?
-- Me saqué un sote Don Julio.
--Nos sacamos un sote-- decía el vecino y seguía regando las tomateras.

Sí... tal vez nos sobraba el tiempo y no sabíamos qué hacer con él.
Lo más probable es que hoy se cocine más limpio, más seguro y más rápido
Lo más probable es que hoy la vida sea más limpia, más segura y más rápida.

Pero... lo que te puedo asegurar es que entre el primus y el microondas había por lo menos tres conversaciones, un mapa, un par de goles, una revista de Tarzán, un fiado, una manzanilla, dos caramelos, una rosca casera y todo un barrio de diferencia.

¡Se me durmió en el sillón! ¡Qué raro, dormirse cuando le estoy contando estos cuentos tan interesantes!