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En la foto también se ven volar Títulos de Licenciado de Raúl Sentí; otro de los mancillados |
La gente común y corriente se ha visto sacudida por los últimos
deschaves a propósito de lo que se dio en llamar
Panamá Papers.
Es que no es fácil, para el común de los mortales, poder meter en su imaginación (ya no decimos de poner en su razonamiento lógico) esa inconmensurable maraña de vínculos, redes, sociedades offshore, grupos económicos, buffetes de abogados, guita malahabida y que de pronto
¡plim! es requete lavada y limpia. Cuando una cifra tiene más de cuatro ceros a nosotros nos es muy difícil de imaginar. ¡¡Y si es en dólares mucho mas!!
Vaya uno a saber cómo y porqué, un grupo de los grandotes (hablamos de muchos ceros más de 8) se enoja con otro grupo y lo deschava, ayuda a que una filtración de documentos se estudie, se crucen con datos que se permiten cruzar y salga a la luz pública toda esta joda.
Pero todo eso es mentira; lisa y llanamente. Son envidiosos que no dejan progresar a la gente y hacer sus propios negocios.
Ahora, si ustedes creen que eso solo pasa en
Panamá, ¡están fritos!
En nuestro propio paisito las cosas son iguales. Y no hablo de algunos campos que son pero no son de los
Bordaybarre, o de que
Sergio Ubreu hace sociedades pero nunca se entera para que son; ni siquiera del diputado bermellón que tenía un auto con chapa de Florida adelante, de Flores atrás y SIN número de motor. Eso no afecta a la seguridad ciudadana (aunque obvio es que la gente roba autos porque hay alguien que compra y usa autos robados).
Estoy hablando de lo que pretende ser un
deschave mayúsculo para implicar a una serie de individuos honestos y pobres, dignos representantes del periodismo inmaculado e independiente.
Es que hay colegas que nos tienen bronca y nos quieren bajar el cogote a prepo.
Han llegado a la redacción del diario caganchero
El Estiercolero una serie de documentos que se han dado en llamar
La Galanga Papers, de dudosa procedencia, que buscan incriminarnos en delitos inexistentes para menoscabar nuestra honestidad y hombría de bien (en el caso de los hombrecitos; en el caso de
Mona trataron de menoscabar su
mujería de bien).
Todas patrañas, todo invento de mentes calenturientas que nos acusan de ser lo que no somos.
Según
La Galanga Papers Abelardo Abelenda ha limpiado ganancias fenomenales, fruto de la venta de entradas de la obra de teatro que su mujer y esposa presentará en este mes (ver
Tablados) comprando oro con lo cual construyó dos pelotas de básquetbol que guarda celosamente en su hogar.
Otra patraña es que el
Tano de la Mondiola, otrora sano emigrante académico, ha hecho fortunas agregándole azúcar a las hamburguesas Mac Donald cosa que la obesidad sea un problema en su país de recogida. Estas ingentes ganancias las convirtió en una colección de mandolinas
Fender, hechas a medida y con cuerdas de tripa de gato de Angora.
Refieren por allí que los
Gurméndez son propietarios no de una sino de dos mansiones en la
Perla Atlántica, mejor conocida como
Valizas. Igual que
Lula, ellos dicen que las usan en préstamo de su abnegada Tía (propietaria a su vez del conocido
Hospedaje Tía Ofelita) tirando al suelo la mentira caganchera y demostrando con fotos que van y encima trabajan en el mantenimiento de los mencionados
Bungalow Valiceros.
Mentira también es que
Ke Verba sea uno de los gordos que tramitan mutualistas para
FONASA en la puerta del
BPS. Él es gordo, si señores y señoras, pero a mucha honra, fruto de una pormenorizada dieta de pastas y harinas.
Ni que hablar que
Erik El Rojo es un pobre viajero nórdico, desapegado de las riquezas, cuyos ancestros llegaron a nuestras tierras en un intercambio cultural con el gordito de
OCA de las
Islas Feroe, y que no tiene dinero ni bienes, sino más bien males (dicho por él mismo).
El pobre de
Trancazo no ha hecho otra cosa que privarse de lujos terrenales. Así comenzó con no comer cárnicos, siguió con no usar
Internet para escribir en
La Galanga hasta llegar a no usar el paraguas en la
Marcha contra la Impunidad del viernes pasado para no mojarlo, a pesar de que caían bulones del cielo. Fruto de tal mecanismo de ahorro es que está tratando de comprar una butaca en el
Parque Central del cuadro de sus amores (ya tiene el respaldo y dos tornillos).
Y también debemos limpiar la imagen impoluta de
Mona, tierna y dulce dama que, a pesar que casi no escribe para el opúsculo de marras, por el hecho de bancar consuetudinariamente a
Máximo la han querido vincular a diferentes carteles de tráfico donde el tráfico de
palabras habladas es una de sus mayores virtudes.
Miente mintiendo el caganchero
El Estiercolero.
Pero no va a llegar lejos.
Hasta Millán y Estomba, a lo sumo.