El pueblo uruguayo es futbolero por excelencia. Y, aunque la enorme mayoría de nosotros apenas habremos pateado una pelota de fóbal un par de veces en un campito o un parque, todos somos buenos directores técnicos. Porque en Uruguay se opina de fóbal o de medicina o de tecnología o de arte sin necesidad de tener un mínimo de formación en el asunto. Opinamos como que fuésemos expertos, sabiondos con diploma.
Pero en fóbal, además de Directores Técnicos igualados a Pep Guardiola, somos hinchas. Somos más hinchas que técnicos. Y a ningún hincha le gusta perder. Aunque haya evidencia más que clara que los otros juegan mucho mejor (individualmente y/o colectivamente) no aceptamos la derrota. No nos hemos dado cuenta que los mundiales de 1930 y 1950 pasaron hace muchas, muchas decenas de años. Y las cosas (afortunadamente) han ido cambiando.
Y ahora, en esta era futbolera, al mismísimo Brasil son capaces de meterle 5 pepinos en su propia casa. ¿Por qué me va a extrañar que Brasil o Argentina nos metan más de 3 goles?
Pero todos queremos ganar.
Así que, si me permiten, les voy a cambiar el eje de la discusión.
Porque cuando la gente habla más de Suárez o Muslera que de Azucena Arrozconleche o Lito Alfil, cuando la gente se indigna más por el 4 a 1 de ayer que por los 100.000 pobres nuevos o los cientos de ollas populares para poder comer, las cosas están jodidas.
Para los que no queremos perder: ¿saben que con la propuesta de reforma de la Previsión Social ustedes van a tener que trabajar al menos 5 años más, para jubilarse con menos plata?
Creo que tenemos que pedir que se cambie ese Director Técnico.
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