Mínimo Gurméndez |
Es sabido que los médicos tienen (tenemos) un gran anecdotario de situaciones disparatadas, y que además tienen (tenemos) mucho tiempo para contarlas y aderezarlas.
Así pues es que, en un esfuerzo editorial impresionante, pretendemos seguir con esta saga médica pidiendo a todos los amigotes galenos que contribuyan a llenar la galanga.
Todas y cada una de estas anécdotas son absolutamente reales. Solo le hemos dado color y anonimato.
El endoscopista (el que realiza endoscopías digestivas, es decir: introducir un aparato por algún orificio digestivo para ver los órganos "por dentro") estaba acostumbrado a llegar al Block de Cirugía a realizar sus endoscopías y que estuviera todo pronto: material, gasas, suero, spray de anestesia local para que el pasaje por la garganta no despierte náuseas, monitor, papeles de pedidos; todo. Pero esta vez su ayudante fijo estaba de licencia y cuando llegó lo recibe una enfermera que era la primera vez que actuaría con él.
- Bueno, m'hija, ¿tenemos todo?
- Si, creo que sí Doctor
El endoscopista se acerca a la mesa de trabajo y ve que el aparato está desarmado, las gasas no están abiertas, falta el suero ...
- Pero, no m'hija, estoy tiene que estar armado ... así ¿ves? (empieza a mostrarle como es), y esto va acá, el suero lo ponemos acá ... traeme esas gasas ... esto así ...
Todo lo va arreglando ante la atenta mirada de la enfermera. Empieza a buscar el spray de anestesia.
- No hay spray. Necesito spray.
- Ya le consigo Doctor; enseguida.
El endoscopista siguió arreglando todo pero aún no podía empezar sin anestesiar localmente al paciente.
Como 5 o 10 minutos después reaparece la enfermera, algo agitada por el apuro y muy contenta le pone dos botellitas arriba de la mesa:
- Doctor.: Sprite no había; pero le compré dos Seven Up!
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