Los tiempos han cambiado, quedan pocas cantinas, algunas resisten, cada tanto se abre alguna nueva. Desde que facebook abrió su cantina global, la gente se queda cada vez más en la casa, pero todavía hay muchos que prefieren encontrarse en el club del barrio, cara a cara.
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El lunes pasado asistí con alegría a la inauguración de la nueva cantina del club 25 de Agosto. Luego de muchos años, vuelve con fuerza, frente a la calle, con ventanas a la cancha.
Con el Piraña como titular y su experiencia como cocinero, con el apoyo de varios muchachos del club, unos palets reciclados, unos viejos tablones, muchas horas de trabajo y buen gusto, reaparece un ambiente espectacular que invita a compartir.
Al estreno asistieron todas las generaciones. Desde los fundadores de 1948 hasta jugadores de la sub 23, todos representados. 66 años de historia apretados en palabras que iban y venían entre las mesas y la barra.
Representando a los más viejos estaba el Gaucho Aníbal García Da Rosa. Es de los últimos socios fundadores que sigue yendo al club. Con sus ochenta y pico de años dijo presente, como siempre, en su segunda casa. El canchero Sandalio Goncalvez conversaba con él, se reían mientras compartían unas ricas tortas saladas del Piraña.
Parado en la barra estaba Collafranchesqui, jugador del mítico equipo que subió por primera vez a segunda de ascenso a principios de los setenta. Representando a los cincuentones estaba el Petaca y el Pierna, organizando la típica venta de bonos, el "metro cuadrado" que haga posible el sueño del parquet flotante.
¿Cuántos clubes, cuantos pisos, cuantos techos se hicieron en Uruguay con la venta del "metro cuadrado"?
Pude verificar que pese a no tener cantina por muchos años, las historias y las anécdotas seguían intactas: Gastón con treinta y poco las conoce todas y unas cuantas conoce Andoni con veinte años. Cómo éste era el más jóven, el Pierna se dedicaba a contarle con pasión los viejos cuentos del loco Adolfo, el primer canchero y técnico de formativas, la historia de los gallegos Paco y Joaquín, de la antigua bodega Mera de la esquina.
Esta es la tradición oral, la historia, la identidad del club. Siempre hay alguien que la sabe contar y alguien nuevo a quien contarla.Los chicos conocen a los viejos, aprenden a respetar la historia, los viejos ven con placer como su trabajo sirve y pasa a las generaciones más jovenes.
Andoni, el técnico de la escuelita de basquetbol, también tenía historias para contar: está organizando una venta económica de ropa usada que permita financiar la locomoción de los minis que vienen de Playa Pascual a jugar por el club. Los botijas lo merecen, vienen con una alegría bárbara a jugar al basquetbol y competir con otros niños.
En la cantina las distintas generaciones se conocen, se respetan. Los más grandes dan un consejo o un tate-quieto. Los padres cuidan y rezongan a los hijos de los amigos. Ya en el primer día el cantinero tuvo que pararle el carro a un adolescente que estaba de vivo:
- ¡Tranquilizate! Conozco a tu padre que es una gran persona y a vos desde que naciste, así que portate bien y bastó por hoy.
Con el movimiento se arrimó el infaltable muchacho que está mal de la cabeza, el loco que toda institución que se precie debe tener. Va a buscar algo que faltó, hace un mandado y festeja a los que van llegando. Entre todos le dan algo para comer y lo cuidan. Llega un momento que la familia no puede más con él, la institución lo cobija. De repente el loco nos sorprende pasando como una ráfaga corriendo por la vereda, al rato viene resoplando y mirando su reloj nos cuenta que puso 10 segundos en los 100 metros. ¡Tiembla Usaín Bolt!
La cantina es el lugar de reunión para los viejos, lugar de pasada para saber en que está el club, quien volvió, quien se fue y quién marchó.
Entre el murmullo de la inauguración se escucha filosofar en la radio al flaco Zitarrosa con su "Guitarra Negra", la milonga casi rapeada de Alfredo y sus reflexiones de toda una vida.
En las cantinas resisten el invierno los cantos carnavaleros y se multiplican. De la cantina del 25 salieron varios primeros premios: Los Adams, Los Bubys, Nazarenos, Musicalísima y varios grandes como "La Gran Siete", Senegal, Demimurga, Gurrumines, La Matraca, la Nueva Milonga y varias murgas jóvenes.También Pinocho "Routin" tuvo su taller de murga en la cantina en el año 2002. Mientras el Uruguay se caía a pedazos y los bancos quebraban, en la cantina se resistía cantando versos de murga y escribiendo canciones para el club.
De los ensayos de carnaval mezclados con lunas veraniegas surgieron muchos amores y de esos amores vinieron varios hijos del veinticinco.
En la cantina,
en pleno invierno
es carnaval
...
Emiliano Muñoz y Zurdo Bessio
"La cantina" por Los mareados.
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