por Máximo Gur Méndez
Voy a confesar algo: antes de venir a Valizas, a disfrutar de lo extra-mundano, había dejado varios
artículos intemporales para que fueran saliendo programadamente. Así, entre el Tano desde la lejana California y estos ya prontos, podíamos
mantener la premisa que en La Galanga
hay algo nuevo todos los días … o casi. En Valizas,
para los vacacionantes, no es fácil y mucho menos necesario y oportuno, estar
informado al día. Es así que cuando de alguna u otra manera me enteraba de
alguna noticia fresquita (lo del Dengue
autóctono, por ejemplo) trataba de conseguir Internet para escribir algo
fresco.
Ahora me “entero” de lo del Título o no de Raúl Sentí, de su Curriculum o no, de
la pérdida de confianza de los parlamentarios de la oposición. Y no puedo
hacerme el sota y esperar a retornar a la Capital uruguaya el martes próximo.
Así que, con las
dificultades del caso, me largo a pensar en voz alta algunas cosas.
Que al vicepresidente Raúl
Sentí lo vienen apretando desde hace tiempo no es novedad. Le dieron con la
sexualidad, con su hermano y padre, con sus bienes; ahora con sus estudios o
no. La portación de apellido es brava. No es muy pareja, eso si: imagínense la
panzada que podría hacerse la sociedad toda con el hijo pródigo del primer
dictador de la última dictadura. Pero a Pedro
no se le hacen pagar culpas ajenas, a pesar de que nunca dijo “Yo nunca daría un Golpe de Estado como Papá”.
La cuestión es que Raulito, que
debería de ser inteligente y darse cuenta que lo estaban esperando para que
tropezara aunque fuera una vez, no tuvo ninguna necesidad de empantanarse con
Títulos, Cursos, Carreras. La única necesidad es que en nuestro paisito parece
ser casi imprescindible tener un Título de algo para que la gente te respete. Y
si no tenés Título académico al menos deberías tener algún título de propiedad.
Porque parece que para comentar fóbal o ser diputado o senador tenés que ser
abogado, aunque nunca hayas ejercido (lo cual es bastante peor, ¡malgastar
recursos económicos en la formación de alguien que no va a ejercer!).
Y digamos que es bastante frecuente. Los memoriosos recordarán
que otro vicepresidente (esta vez bermellón) se hacía llamar como Profesor
Luis Fierro hasta que tuvo que decir que no había terminado la carrera de
Profesorado del IPA. O aquel otro
diputado pálido que pretendía opinar como pediatra
(el magnífico Javier K. Gar Cía)
cuando tampoco había obtenido el Título correspondiente.
Mal de muchos,
consuelo de imbéciles decía la Vieja.
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