En 1976, mientras la dictadura se encarnizaba con el otro Partido Bermellón, se celebraban en Montreal, Canadá, las Olimpiadas. Con gran pompa se mostraba la Villa olímpica y el famoso estadio de una ingeniería y arquitectura admirables.
Muchos años después, en los 90, me tocó vivir allí. Conocí el revés de esa historia de gloria y boato. Los quebecois me decían que aún seguían pagando las deudas de tal aventura. Un cuarto de siglo después el pueblo pagaba la deuda contraída para hacer un circo en el que unos pocos se la llevaron toda.
No es historia nueva. Pero viene al caso por las olimpiadas de Río. Sobre las que corren ríos de tinta estos días. No contentos con generar ingentes deudas con el Mundial de fútbol, ahora encima les van a meter olimpiadas al pueblo brasileño.
Y el cirquito continua por casa con la Copa América Centenario. Ignoro por donde surge el invento y porqué se hace en USA. Me entero por la prensa yorugua que algunos partidos son incluso a pocos km de donde vivo...
Prensa que me informa que es el papá de Messi el delincuente evasor de impuestos, no el nene...
O que me informa del desgarro de Suárez o sus zapatitos. Y que mostraba como muchos se desgarraban las vestiduras arguyendo que este quia no mordía hombres.
Hasta que el mismo lo reconoció para ser vendido...
Pero, claro, los nenes malos de la FIFA estaban contra el Uruguay, la gente confundía multa a un imbecil con declaración de guerra a un país. Loco, sino estás de acuerdo con la FIFA, no participes, diría alguien racional.
Hasta que el mismo lo reconoció para ser vendido...
Pero, claro, los nenes malos de la FIFA estaban contra el Uruguay, la gente confundía multa a un imbecil con declaración de guerra a un país. Loco, sino estás de acuerdo con la FIFA, no participes, diría alguien racional.
Es que estos aspectos de la cultura humana (deportes de masas y religión) no dejan de ser eventos masivos de distracción que pueden llamarse indistintamente, usando la definición del Cariltos el alemán, " opio del pueblo”. Tienen mecanismos similares que apelan a la irracionalidad del cerebro reptiliano humano. Hoy en día el futbol y otros deportes en un ámbito más acotado en Sudamérica ( reemplazado por baseball y fútbol americano en USA) pero igualmente enajenantes, cumplen la función de mantener a las masas en un estupor similar al producido por la heroina, un estado de indolencia y sustracción del presente conectados a un televisor, en una bizarra comunión con dioses cuya religión es consumir la ostia de que siga girando el capital, y haciendo que la barra se identifique con equipos como si fueran Iglesias y otorgen su poder personal y/o su sentimiento de inferioridad (más notorio precisamente en Uruguay en relación con Argentina, Brasil o Europa) a estas entidades (¿las celebridades son los nuevos santos?). Es decir, muchos de estos deportes hacen que alguien juegue por nosotros, que alguien más se enfrente al misterio del juego cósmico, mientras nosotros lo alimentamos, chupando Pilsen, Patricia o Stella y soñando con estar ahí en su lugar –substituidos por un simulacro vicariante. Y la AUF, la FIFA, la CómemeelBols, las industrias, los estados y los comités olímpicos se llenan los bolsillos.
Y estos deportes generan figuras, populares para las masas por su dirección de equipos, que usan la puerta de vaivén para pasar a Presidentes de naciones: para nombrar algunos: Arbusto, Il Cavalier Berlusconi, Sangrinetti y el mismo Taba de Bourbon.
Y la intendencia progresista transmite partidos de campeonato en pantalla gigante cortando los recorridos de los ómnibus. Todo para ver perder a la selección en horroroso partido. Los partidos tradicionales por lo menos juntaban votos en el interior con asado y vino.
Estas cosas existen porque hay demanda para ellas. Demanda muy bien creada y alimentada pero que, al fin y al cabo depende de la voluntad de la gente.
Cuándo nos vamos a a avivar de que vivimos en una realidad virtual?
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