Aún no se han aquietado las turbulentas aguas del arroyo militar (Manini Arroyos, ¡mirá qué casualidad!) cuando ya aparece en el horizonte una nueva cachetada a la conciencia social.
Es que después de la destitución del comandante en jefe Manini Arroyos vino, a los poquitos días de asumido, la destitución del comandante en jefe González (el que es igualito a JC).
Y el día mismo de la asunción del nuevo comandante en jefe Fierola, el que te dije se descuelga con declaraciones que hicieron temblar al más frío de los ciudadanos: al ser preguntado si él iba a repudiar los hechos del pasado reciente se descolgó con un "No puedo repudiarlos porque no sé si están confirmados o no" (¡SIC!). Un periodista quiso repreguntarle qué era lo que no estaba confirmado aún y el general Fierola dijo que ya había respondido la última pregunta y que buenos días. Después vino un comunicado del ejército que bien puede haber sido escrito por Cantinflas.
Cualquiera que se haya martillado el pulgar sabe que de ahí en más usa el martillo con mucho más cuidado. Y nos tenemos que dar cuenta que nos estamos martillando todos los dedos de manera más que periódica: el Taba de Bourbón pasó a retiro anticipado a varios generales en éste y en su anterior gobierno. Los últimos 7 se destacaron porque fueron todos juntitos, pero ya habían habido.
Un general que llega a ser comandante en jefe no puede dar lugar a suspicacias: no puede dudar (porque no hay dudas); porque el ejército ya aclaró que esos excesos (eufemismo infame para decir torturas, asesinatos, violaciones, secuestro de niños, desapariciones) existieron; porque el mismísimo Nino Gavazzo lo contó como un joven puede contar una travesura que hizo años antes cuando era niño; porque miles de ciudadanos que fueron sus víctimas también lo contaron, con los dientes apretados como cuando estaban siendo picaneados.
Es muy claro y evidente que la mentalidad de todos y cada uno de los generales en actividad hoy (ya van 8 en menos de un mes), entrados cuando jóvenes al mando del ejército fuera de la dictadura, es marcada y asumida como la vieja Doctrina de la Seguridad Nacional. Los generales siguen creyendo que la tarea en aquellos tiempos era combatir el enemigo interior con la fuerza y forma que se precisara; y que el enemigo interior era cualquier trabajador, estudiante, ciudadano en general que no tuviera comunión de ideas con la derecha conservadora del momento.
Los generales siguen creyendo que su trabajo fue jodido, pero que era lo que había que hacer. Los generales siguen creyendo que el deshonor pasa por no apoyar al compañero de armas, por abandonar el silencio de la obediencia debida, por cargarse de humanidad y sentido común.
Y yo sigo creyendo que estos generales, así educados, así aprendidos, le pegan muy lejos a los generales defensores de la Constitución y las Leyes, en definitiva de la gente.
Comentarios
A mi no me preocupa como piensan los militares, es como querer entender que pasa por las cabezas de los que dinamitan un cajero o asaltan un almacén de un trabajador indefenso. Lo que si me preocupa es lo que hacemos o no hacemos nosotros. Creo que el FA se perdió y sigue perdiendo la oportunidad de purgar a todos los que pudieron haber participado de los horribles actos.
Yonson
A mi no me preocupa como piensan los militares, es como querer entender que pasa por las cabezas de los que dinamitan un cajero o asaltan un almacén de un trabajador indefenso. Lo que si me preocupa es lo que hacemos o no hacemos nosotros. Creo que el FA se perdió y sigue perdiendo la oportunidad de purgar a todos los que pudieron haber participado de los horribles actos.
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