por Trancazo
Es por casi todos conocida la famosa peripecia denominada
“La reflexión del té” del Dr. Friedick Totta Schnauzzer, reconocido filósofo y
terapeuta termal islandés, que desarrolló su obra desde fines del siglo XVIII,
todo el siglo XIX y principios del XX (su sólida longevidad fue violentamente
interrumpida en el transcurso de un sórdido hecho no completamente claro, que ocurrió en el
cumpleaños de uno de sus varios tataranietos, cuando al intentar recoger algún caramelo de los que se
derramaron en abundancia al romperse la piñata - ese era el acto central de la
celebración - fue aparentemente asfixiado bajo una descontrolada y apasionada
multitud de niños, compañeros del jardín de infantes del homenajeado).
La obra del Dr. Schnauzzer es muy amplia, abarca una
infinidad de asuntos y temas, aunque ha sido muy criticada por la dificultad
que plantea su abordaje, pues es sumamente críptica, lo que la emparenta
decididamente con la producción del
taller camboyano de autoayuda para entusiastas de la siesta natural, los
jueves, el selecto “Ajate-toi-tío”. Es imposible recorrer su obra y no sentir
la profunda atracción que provoca “La reflexión del té”. La cual ocurrió en las
postrimerías del 1873, en Budajch, una pequeña ciudad en la Baviera Central (un
poco a la derecha) que posteriormente alrededor de 1920 fue completamente
abandonada por sus habitantes al comprobarse que existían vicios en su
construcción original. Todos los
miércoles pares, en el fastuoso salón de fiestas del club de marineros en
situación de tierra de la ciudad - Budajch -, se reunían colegas y discípulos del
Dr. Schnauzzer para abrevar de su sabiduría.
En aquella célebre oportunidad, la reunión había
transcurrido con la solemne calma habitual, cuando, luego de una marcada y
prolongada pausa en su oratoria - que se supone que el Dr. Schnauzzer realizó
para convocar la plena atención de los presentes - pronunció lo que a la postre
sería su mayor contribución a la disciplina que cultivaba. Dijo el Dr.
Schnauzzer: “Me parece que el té está un poco frío”. Sin solución de
continuidad, dejó la taza exactamente en el centro de la bandeja que estaba
ubicada (¿casualidad?) precisamente en el centro de la mesa, saludó a todos con
la cortesía que lo distinguía y se retiró en silencio.
Desde ese preciso instante se instaló en la comunidad
académica un fecundo - y a veces más que acalorado - debate sobre los distintos
niveles de significado que la proclama del Maestro contenía. La pasión, el
acaloramiento en las discusiones, agitó de modo intenso lo que era hasta
entonces el sereno devenir de la reflexión filosófica, solamente a veces
perturbada por alguna discrepancia entre los miembros de la intelectualidad de
la época, que retrospectivamente en comparación con el tsunami ideológico que
provocó “La reflexión del té”, fueron
pequeñas olitas en un estanque sereno, en verano, cerca del fin de semana.
Con el objeto de consolidar las posturas en la materia, 150
años después del magno hecho, es que se resolvió la realización de un congreso
internacional de 3 días en la propia ciudad de Budajch. La cantidad de
ponencias presentadas abrumó a los organizadores, así como la cantidad de interesados
en asistir al congreso colmó todos los alojamientos disponibles en la ciudad
tanto hoteles, hostels y casas de inquilinato; tanto fue la demanda que se
dispuso la instalación de un camping de alta rotatividad para la ocasión.
Desde la postura de los radicales escépticos que dudaban de
la realidad objetiva de “La reflexión del té” del Dr. Schnauzzer y todas sus
implicaciones físicas y metafísicas, hasta la de los advenedizos utilitarios
que recorrían el Congreso repartiendo volantes estableciendo el monto de sus
tarifas para votar en favor del trabajo indicado, estaban presentes todos los
representantes de las más diversas corrientes de pensamiento, con su mayor
exponente.
Por supuesto que la sala principal no resultó suficiente
para acoger a todos los asistentes y hubo que habilitarse varias salas
contiguas auxiliares para dar adecuada cabida a los interesados.
Para que todos pudieran escuchar adecuadamente, se recurrió
al ingenioso recurso de dejar todas las puertas abiertas.
El transcurso del Congreso fue excelente, y requería un
broche de oro como el que tuvo, que fue un vibrante discurso de cierre del
presidente de la comisión organizadora del Congreso, que logró en poco más de
cinco horas, hacer una apretada síntesis pero a la vez exhaustiva y profunda de las principales repercusiones
académicas y sociales que motivó “La
reflexión del té”.
Pusieron una nota un tanto disonante, los tres suicidios que
ocurrieron durante el discurso del cierre, pero son cosas que pasan, que se le
va a hacer. La Policía no pudo precisar las causas de esos infortunados hechos
y no pudo descartar ninguna posibilidad, aunque manejaron con alta probabilidad
la realización de “extraños rituales paganos” así como “auto-ajustes de
cuentas”.
Por supuesto que el punto culminante del Congreso fue la
entrega de la medalla de oro al autor de la moción seleccionada por el jurado.
Llamaron la atención dos aspectos curiosos de la moción ganadora: una fue su
extensión, pues comprendió 3 volúmenes de 800 páginas cada uno (letra Arial 11,
interlineado simple según las bases del Congreso) y el hecho de su seudónimo:
"Teté"; muchos de los asistentes creían que el autor secreto era el
mismísimo Dr. Schnauzzer, quien oportunamente había declinado categórica pero
cordialmente participar en el Congreso alegando que tenía un compromiso pactado
previamente para separar la ropa blanca de la de color de una institución bajo
su patronazgo y no podía fallarles.
Podemos señalar, de modo muy resumido por la extensión
permitida para esta nota, que la moción ganadora hace un prolijo análisis de
“La reflexión del té”, sumamente fundamentado, con relevantes citas (como
corresponde a este tipo de trabajos) desde Platón a Maradona, que pretende
probar y sostener que el eje discursivo central de “La reflexión del té” está
orientado principalmente a establecer que no era apropiada la temperatura de la
infusión en ese lugar y en ese preciso momento.
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