Como todos los años la Rendición de Cuentas es la posibilidad de ajustar nuestro presupuesto quinquenal a las necesidades de cada año. El presupuesto marca las prioridades absolutas que tiene cada gobierno en materias de gastos, de inversiones. Pero es obviamente imposible ser tan hermético en el presupuesto como para no poder acompasar los tiempos a como se van dando.
Para eso está la Rendición de cuentas.
Y allí está ella; llego de la mano de Graciela Blanqui (vicepresidente en ejercicio, válgame dios)
Y podría hacer referencia a cómo la salud pública, aplaudida los jueves a las 20:00 hs por su importantísimo e indiscutido papel en el combate a la pandemia del Cobicho, fue tan dejada de lado. O a las Escuelas, las de túnica y moña, las que además dan de comer a tantísimos niños que no tienen otra posibilidad de hacerlo si no es en la Escuela. Esas Escuelas que se mantuvieron funcionando hasta cuando estaban cerradas (porque con las Ceibalitas de las que se burlaba Graciela Blanqui los niños se mantenían en clase con sus maestras y maestros). Esas Escuelas de las que los directivos se escandalizan cuando hacen paro 24 horas y con la Rendición de cuentas no pueden levantar cabeza. O los liceos, donde seguirán habiendo cada vez menos horas-docentes, más docentes sin trabajo y más alumnos sin profesores.
Pero como viejo universitario quiero referirme a lo que a la Universidad de la República (UdelaR) le toca en esta Rendición de cuentas. No creo que haga falta recordarles las tapas de diarios, las horas de informativos, las conferencias de prensa diarias que se hicieron con lo que la UdelaR hacía en plena pandemia. A la UdelaR fueron a buscar la ayuda técnica y científica indispensable. De allí salían las investigaciones a todo trapo que permitieron tener hisopados en cantidades suficientes; de allí salían las sugerencias de como evitar el progreso de los contagios; de la UdelaR salieron todos los médicos, intensivistas, epidemiólogos, enfermeros, técnicos de laboratorio, todos los que permitieron hacer frente a la enfermedad y a su convalecencia.
La UdelaR se jugó y se apretó fuerte. Cada universitario tuvo su lugar y lo ocupó. Mientras el princeso se sacaba fotos con los tres del GARCH habían muchos miles que no salían en las fotos porque tenían lastimados los alrededores de los ojos por las máscaras que había que usar.
La UdelaR hizo lo que debía de hacer en ese momento.
Y antes y después también.
Porque es responsable de la casi totalidad de la investigación que se hace en nuestro país.
Porque más del 85% de los profesionales universitarios salen de ella.
Porque si hay un profesional perteneciendo a las capas sociales bajas es solo de la UdelaR.
Capaz que por esto último es que no hay ni un peso más para la UdelaR en esta Rendición de cuentas.
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