Hace muchos, pero muchos años (estábamos en plena dictadura, fijate vos!) cuando apareció una epidemia de meningitis jodida. El gobierno dictatorial tuvo que enfrentarse a ello y, como a veces pasa, le dieron el tema a alguien que tenía más de dos dedos de frente y salió gran campaña de vacunación. Había una publicidad en la tele donde un gurí, con gesto de admiración, le preguntaba a otro lo del título: "¿Te vacunaron, nomá?"
Enfermedades, muertes y vacunas han sido proporcionales siempre: más muertes hasta que luego llegaron las vacunas y menos muertes.
Pero (las vueltas que tiene la vida) a veces llega alguien, que no sabe ni tiene por qué saber, que mete la pata.
Siempre pasó y aquí también.
Existieron, existen y existirán personas que ignoran cosas pero que, en vez de ponerse a estudiar, saltan como pelota de goma y tratan de anormales a los que lo creen. Miren que pasó (y aún pasa) con la redondez de la Tierra, la ley de la gravedad, la existencia de dios o la igualdad de las mujeres.
Desde hace un tiempo un abogado (que empezó a quemar si título dado por la UdelaR - ¡Qué País generoso! - pero después se arrepintió y dejó de hacer al menos esa macana), que ocupó muchos artículos galangueros y que solo voy a dar sus iniciales Gustavo Paye, se ha largado con fuerza y vigor contra la idea de que el Cobicho es una enfermedad jodida y que es bueno vacunarse. Junto a él un diputado (César Verga - ¡Qué País generoso! bis) nos quiso hacer creer que a los vacunados se les pegaban las cucharas al cuerpo (Sic). Y su suplente (otro abogado, Muelone) aprovechando que un juez estaba de licencia y conociendo las actitudes de su juez suplente metió un escrito para suspender la vacunación de niños entre 5 y 13 años.
La cuestión es que este juez (Alejandro Mecagoenlaley) pidió que en 48 horas se le enviara y por escrito desde la composición de las vacunas hasta los efectos secundarios a largo plazo, desde el precio al que se compraron hasta las razones inmunológicas por las cuales actúan.
Y como no le parecieron claras las respuestas mandó suspender (prohibir; porque la vacunación tanto de niños como de adultos no es obligatoria) las vacunas a los niños.
No es fácil superar con sátira e ironía la triste resolución del juez. Ese mismo Juez que en el gobierno pasado obligaba al ministro de Salú Vaso a comprar unos medicamentos especiales y extremadamente caros, en plan de ensayo clínico, para darle a gente que desesperada no tenía otras posibilidades de tratamiento.
Me parece perfecto y loable que el negocio de comprar-vender vacunas sea tan transparente como para que no podamos siquiera sospechar que se eligen unas en vez de otras más que por su disponibilidad y eficiencia. Pero que un Juez, que jamás leyó ni siquiera el prospecto de la caja de un remedio, se erija en superior decisor de las terapéuticas en salud no le hace bien ni a la Salud ni a la Justicia. Con su criterio, llevado al extremo de usarlo en la vida cotidiana, ¿quién carajos se va a bajar la fiebre con un Perifar? ¿No podrá el juez, en una arranque de lucha a brazo partido contra la hegemonía antitérmica del Ibuprofeno, prohibir su uso porque a él no le queda muy claro su mecanismo de acción? ¿Sabe el juez que hay miles de personas (solo en nuestro paisito) que se dedican a esas cosas mucho más tiempo por día que él a leer leyes? ¿Sabe que, luego de su sentencia, el Uruguay es el único país donde no era obligatorio vacunarse pero sí es obligatorio no vacunarse?
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