por Yamandú Cuevas
Antes de ser playaverdense era un Montevideano del taita barrio La Espada, un triangulito contenido por Millán, Raffo y Castro. Allí vivía y tenía mi taller en una calle que dos días a la semana me regalaba una fiesta extraordinaria: “la feria de Mazangano”
Justo en la esquina de mi antigua casa, Francisco Miranda y Mazangano, pleno centro de la feria, está el famoso almacén de Rúben, un baratillo muy concurrido que para mi fortuna tiene una ventana ciega con un foco encima que de noche se ve espectacular. Un espacio perfecto para hacer una pintura mural tal vez con algún tema nocturno, pensé, e hice.
Conversé con Rúben que financió la preparación de la ventana ciega y la pintura y durante unos cuantos días puse manos a la obra, trabajando abajo o arriba de la escalera, con fretacho y materiales de construcción primero y lápices, pinceles y pinturas, después.
Ficha técnica: "El sueño del barrio" Pintura mural / 1.50 x 3 m Francisco Miranda y Mazangano / Barrio La espada 2008 / Yamandú Cuevas |
Mural, día 15.882: “Comentarios en vivo” (2)
Alba, vecina desconocida (bien veterana): Ay mijo!… que suerte que estén haciendo
algo lindo en el barrio…, por fin! ahora… ¿no?, yo miro y miro lo que usted
hace y no entiendo nada…, pero nada, nada… ¿Qué viene a ser todo esto que está
acá?, ¿Cómo se llama usted, señora? Alba.
Bueno Alba, no siempre hay algo que entender en las pinturas, si le gusta,
disfrútela, no se angustie, usted irá encontrando formas que le sugerirán
cosas… (Suelto el pincel, la miro), dígame la verdad, ¿usted miró bien el
dibujo?, A ver… (Se aleja un par de
metros, mira un poco), ...yo veo una
mujer embarazada ahí ¿puede ser?, Si usted la vé, está. Ay, qué lindo, me encantan las mujeres
embarazadas…
Una vecina treintaypico vestida de domingo con su hijita de
la mano vestida idem: Surrealista
vendría a ser esto ¿no?, porque yo tengo unas revistas en casa y esto se parece
a éste…, ¿cómo se llama?, éste…, tá no importa, pero no, no me gusta este tipo
de cosas así como surrealistas ¿no?, a mi me gustan los impresionistas. Van
Gogh. Ese sí que pinta ¿eh?.
Una vecina desconocida, muy viejita y flaca, con chismosa y
lentes: En ese barco que está pintado
ahí vino mi padre, yo lo conozco porque tengo una foto en casa que es igual. Mi
padre se vino de Italia con una valijita mínima. Nada. Y trabajó mucho, mucho.
Era azulejista él y le sobraba el trabajo acá. Entonces primero trajo a mi
madre y después compraron una casita en la Aguada donde nací yo. Pero los hijos
no supimos aprovechar…, yo me casé con un militar y pasé la vida pegándole
botones y lustrándole botas hasta que murió. Después mis hermanos… se dedicaron
al arte, como usted. Mi hermana, bailarina, y mi hermano el menor, cantor. Un
desastre.
Hoy, después de diez años supe el nombre de “el rubio” un
personaje que es paisaje de mi barrio. Nos cruzamos en millones de
oportunidades como sucede con cualquier vecino y después de saludarlo
inicialmente muchas veces sin obtener jamás una respuesta, desistí de la tarea.
Él, inmutable. A partir de entonces, íntimamente fui sembrando prejuicios y
secretas historias negras sobre este personaje que usa el pelo por la cintura a
los 50 y pico, pantalones tubo negros, fuma como un murciélago hawaiano y
deambula por las calles del barrio a toda hora.
El rubio se llama Juan y en el barrio es “Juancito”, y no me
saludó nunca porque no me ve lo suficiente. Yo no sabía. No es ciego, pero
casi, y para disimular usa siempre lentes muy negros.
Fue pintando cuando sucedió el milagro: Juancito, que nunca
me había saludado, vino directo a mí, al mural, se quitó los lentes, entrecerró
los ojos como un japonés y miró, miró, y miró. Yo estaba arriba de la escalera
mirándolo a él cuando me dirigió su mirada albina y su palabra al mismo tiempo: Impresionante esto, loco, me dijo.
Impresionante. Esta luna me emociona. Yo tenía ganas de decirle que me
emocionaba que le emocionase pero no supe. No me salió. Él aprovechó el
silencio y me habló de su ceguera, de rocanrol, de lo bueno de la marihuana, de
quién le había regalado el medallón con cara de sol y por qué, de hasta dónde
se había dejado el pelo cuando tenía 17 años, de cómo era el barrio en aquel
entonces y un etcétera de casi media hora.
Cuando se fue me di cuenta que había escuchado todo eso
mirando desde arriba, sin bajar de la escalera. Esa imagen se me hizo foto y
ahora que la repaso mentalmente, me doy cuenta que es la posición en la que
siempre me coloqué respecto a Juancito.
La vida es larga y enseña, y el arte también.
Comentarios
Excelente!!! Totalmente disfrutable !
Fernando Machado
Gracias Fernando! Saludos
Fernando Machado
Gracias Fernando! Saludos
Yamandú Cuevas
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Muy buen recuerdo y revisión de su postura ante la gente y la obra, por cierto ,interesante.
Silvia Barzi
Silvia Barzi
Gracias Silvia! Saludos
Yamandú Cuevas
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Que belleza !! Gracias me encanta como se provocan los pensamientos y emociones .muy disfrutable
Anónimo
Gracias!
Yamandú Cuevas
Yamandú Cuevas
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Hermoso el mural, que bueno es acercar el arte a sus protagonistas. Felicitaciones Yamandú
Daniel Núñez
Daniel Núñez
Gracias Daniel! Fue una experiencia muy disfrutable.
Yamandú Cuevas
Excelente!!! Totalmente disfrutable !
ResponderEliminarGracias Fernando! Saludos.
EliminarMuy buen recuerdo y revisión de su postura ante la gente y la obra, por cierto ,interesante.
ResponderEliminarGracias Silvia! Saludos.
EliminarQue belleza !! Gracias me encanta como se provocan los pensamientos y emociones .muy disfrutable
ResponderEliminarGracias!
EliminarHermoso el mural, que bueno es acercar el arte a sus protagonistas. Felicitaciones Yamandú
ResponderEliminarGracias, Daniel! Fue una experiencia muy disfrutable.
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