Y luego de varios decenios de trabajo en esa función el anecdotario que se recolecta es tan abrumador como el hipocrático.
Todas las anécdotas son rigurosamente verídicas. Solo se omiten los nombres y apellidos para evitar tener que pagar más pensiones a la invalidez.
Aquí les presentamos la cuarta entrega de Violetero, en su nueva columna.
Y por supuesto hay mucho más
DE
PRIMERA NOMÁS
Toco timbre en la puerta de una casa
y sale a atenderme una señora cuarentona que se notaba recién bañada y vestida
para salir.
-Buenos días - digo. Soy de B.P.S. ; le vengo a pagar a Juana Martínez.
-Es mi madre; pase - me dice - y me abre la puerta.
La señora camina rápidamente y yo la
sigo con su mismo paso.
-¡Venga conmigo al cuarto! - me dice de golpe.
(Se suponía que su madre estaba
allí)
Pero le respondo: -Señora, no me
haga esas invitaciones de ir con usted al cuarto. Yo soy un hombre casado.
Creo que la señora todavía se está
riendo.
DE
LA U.T .E.
Cuando en algunas oportunidades,
llegaba a algún domicilio y veía velas encendidas por temas religiosos,
generalmente les decía irónicamente:
-¡Qué macana están de apagón!
-No - me respondía alguna persona
que no había entendido la chanza - le
ponemos velas a los santos.
Pero en una oportunidad quise ver
que pasaba si yo hacía la pregunta de otra forma. Llego a una casa en la cual
había velas encendidas y pregunto:
-¿Le están prendiendo velas a algún
santo?
-No. Estamos de apagón - me contesta
una señora con la mayor naturalidad.
Casi me muero. Me salió el tiro por
la culata.
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