por Máximo Gur Méndez
Ayer la noticia fue recorriendo el mundo dejando perplejos a todos: frente a la agresión que Luis Suárez tuvo contra el italiano Chiellini la FIFA lo suspendió por 9 partidos y además por 4 meses con todo lo relacionado al deporte (incluso lo administrativo) y le hace pagar una multa de más de U$S 100.000.
Absolutamente excesivo teniendo en cuenta que la agresión (que la
hubo) no tuvo saña ni repercusión en la jugada ni en el resultado del partido, ni consecuencias para el agredido. Los poderosos utilizaron la oportunidad para demostrar su poder, para sancionar de manera "ejemplar", para que los demás (receptores de la señal) se dieran cuenta que con ellos no se juega. Echaron a Suárez del lugar de concentración de su selección, no podía practicar con sus compañeros, no le permitieron entrar a los estadios para ver los partidos; en suma: se tenía que ir del país. Como que fuera un delincuente.
Hace 41 años, en una noche tan fría como la de hoy, los poderosos de aquella época también tuvieron una muestra de barbarie.
Usando el poder de manera desleal detuvieron y encarcelaron a quien se les ponía por delante, a quien ellos determinaban como peligroso. Y ser peligroso era ser sindicalista o comunista o estudiante o desconforme o, aunque fuere, tener barba y pelo largo. Y si eras peligroso te metían en cana y te torturaban, te allanaban tu casa, te echaban del trabajo, te impedían conseguir otro, en suma: si quedabas en libertad te tenías que ir del país. Los dirigentes sindicales, los políticos de izquierda, los profesores universitarios aparecían en los diarios, requeridos, con cara de facinerosos, como si fueran delincuentes.
Los uruguayos conocemos lo que es el abuso del poder, lo que son las consecuencias de las arbitrariedades. Supimos aguantar y hasta derrotarlas. Supimos unirnos y ganarles.
Los poderosos, creyéndose invencibles, atacan al que creen chico. Y así FIFA castigó hasta desangrar a Suárez para darle la señal a los díscolos. Y Philips Morris hace lo propio con el Uruguay todo, para que los otros países vean a lo que se pueden enfrentar si se meten con las empresas tabacaleras.
Y Argentina, un grande más pequeño, se tira contra Uruguay porque le molesta que una pastera produzca en Uruguay; sin darse cuenta que hay grandes más grandes que le intentarán hacerle pagar lo que los fondos buitres pidan, y que va a precisar el apoyo de nosotros, los enanos.
Ojo; dice Issax (un cubano amigo) que hay un momento en que las sardinas se comen al tiburón.
Comentarios
¡¡¡¡Muy bueno!!!!
Violetero
¡¡¡¡Muy bueno!!!!
ResponderEliminar