Desde siempre he escuchado que lo último que se pierde es la esperanza.
Y en La Galanga hemos abogado (con el perdón del término, pensando en el candidato a la presidencia por el Partido Innominado Dr. Gustavo Paye, entre otros); hemos abogado, decía, a que la esperanza no fuera lo último en perderse. Lo que queremos es que no se pierda, directamente.
Como tampoco queremos que se pierda la memoria. Y tratamos de mantenerla fresca. Y cada tanto de refrescarla y refrescársela a ustedes, para que no olviden y nos creamos cualquier verdura.
Y tampoco queremos que se pierda nuestra bendita capacidad de indignación. Porque si no nos indignamos con cosas indignas, somos capaces de levantar los pies para pasar sobre un niño tirado en la vereda muerto de hambre y frío ... para no pisarlo.
Y volviendo a la esperanza: que no la perdamos. Que no la cambiemos "por lo que hay". Que nos demos cuenta que siempre podemos estar peor; pero que por supuesto siempre podemos estar mejor.
Y que esperanza no es esperar sentados. Es mantener las ganas de trabajar, de hacer cosas.
Sería una espera activa.
Y no aflojar, no entregarse.
Y como ejemplo les muestro a este amigo, que gracias a su esperanza lleva dos horas esperando aunque no haya salido ni uno todavía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario