La invasión de virus tipo Corona a nuestro país ha dejado ver caras que no conocíamos.
Han aparecido imbéciles que sin ningún pudor han desparramado virus en cuanto casamiento o fiesta se le hubiere puesto por delante.
Hay delincuentes que en aras del provecho propio ("Es difícil tener otra ocasión como ésta") han aumentado por 10 (¡Si! Leyeron bien: por diez!!) el precio de algunos elementos que se convirtieron en primera necesidad.
También están los que siempre se remangan para darle una mano al otro; los que no dan lo que les sobra sino sencillamente lo que tienen y a veces lo que les falta. Y hay ollas populares y gente que hace pan y los ofrece en canastos en la puerta de la casa. Como en la crisis del 2002 (mal recuerdo).
Pero también han resurgido los que plantean que las crisis se sobrellevan mejor si los que tienen poco o nada se sacrifican un poco más; que al fin y al cabo la vida de sacrificios es una constante para ellos.
Pero de los que me quiero referir es de los inventores.
La Universidad de la República (UdelaR) ha demostrado no una sino mil veces que es parte indisoluble del resto de su pueblo; que lo que el pueblo invierte en ella para generar y difundir conocimiento la UdelaR lo devuelve con creces. Y ahora más, uniéndose con el Instituto Pasteur (que por algo vino a instalarse hace unos años atrás en este pequeño paisito) han podido desarrollar un procedimiento diagnóstico para Coronavirus que ayudará a los kits que se puedan comprar en el exterior y tener más población estudiada. Las universidades privadas (seguramente porque son más nuevas, no vayan a creer que por otra cosa) aún no han podido apoyar en nada en esta situación.
Y la Facultad de Ciencias de la UdelaR hace esos kits diagnósticos. Y la Facultad de Medicina (de la UdelaR, obvio) da pautas diagnósticas y terapéuticas y epidemiológicas y etc. Y la de Química (de la UdelaR) ayuda a generar más y mejor alcohol - gel. Y la de Ingeniería (de la UdelaR). Y la de Psicología (de la UdelaR). Y más (de la UdelaR, obvio)
Pero el que se llevó todos los premios es un viejo conocido de todos: el doctor Canoso.
Él, con el impulso de todo inventor pero con el conocimiento que trae de su formación en medicina, presenta al mundo entero su última entrega (la primera había sido su candidatura a presidente por el partido Azul; SIC): el respirador Charrúa.
Véanlo funcionar aquí
o cliqueando en https://www.youtube.com/watch?v=hxILWeQ_iOE
Evidentemente a Canoso no le habría ido muy bien en una materia que se llama fisiopatología de la respiración y habría tenido algún encontronazo con los docentes de Medicina Intensiva que dan Ventilación Mecánica Invasiva.
Pero en La Galanga estamos en condiciones de ofrecer una idea que le tirará el chico lejos a Canoso.
Proponemos algo que además de cumplir la misma función que cumple el motorcito del limpiaparabrisas de Canoso brinda a la familia del paciente la posibilidad de sentirse partícipe del proceso de curación de su familiar.
¿Qué tal si ponemos al lado de la cama de CTI una mecedora?. Allí se sienta el familiar, pone la bolsa de Ambú debajo de la pata trasera de la mecedora, y mientras acompaña a su familiar se hamaca y lo hace ventilar.
"¡Más rápido Doña!" " 'pere, 'pere; aflójele un poquito" pueden ser las indicaciones del galeno actuante. ¿Qué tal?
P.D.: También propongo volver al Pulmotor (solo lo entenderán los nacidos antes de 1970; los más jóvenes que pregunten)
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