- Tratamos de mirar el mundo y todos sus vericuetos con un mínimo de humor, de ironía, de sátira. Estamos casi convencidos que de esa manera podemos hablar de cosas banales o jodidas sin hacernos más daño del necesario.
- Lo hacemos a puro pulmón; es decir: sin ánimo de lucro no ganamos ni un solo peso. De hecho ponemos tiempo y recursos. Y solamente porque nos divierte hacerlo.
- Le damos cabida a cualquier ser pensante que, aceptando las dos premisas anteriores, tenga ganas de exponerse a la crítica de nuestro público lector.
Así hemos tenido viejos Editores y Responsables (editores irresponsables) que se han ido a trabajar en niveles superiores (nuestro recuerdo a Cadorniano y Violetero), otros que con idas y vueltas van y vienen a La Galanga; los que están al firme, pase lo que pase.
Hoy un viejo lector pide la posta. El Turco, acostumbrado a ver su ciudad y su gente desde arriba de un móvil, nos tiraba fotos. No contento con eso también nos tira este relato. Estamos a tiempo de tirarlo a él.
Diario de una extracción
por el Turco
Hacía meses que no trabajaba un viernes. El tapón de cerumen de mi oído izquierdo me brindó la oportunidad perfecta.
“Sr. Asi la consulta con el ORL confirmada para el próximo viernes 11.15”, leo en el SMS enviado por el prestador hace un par de días. Y como si el hdp del tapón fuera un ser pensante y torturador, me desperté temprano en la mañana con una sordera insoportable.
Salí de la cama rumbo al baño masajeándome el cartílago auricular, y estirándolo a mano a un lado y otro. De arriba a abajo. Por supuesto sin resultado alguno. Con tres horas por delante hasta la consulta, luego de la ducha matinal y la afeitada, preparé el mate, prendí la estufa, levanté el periódico en el jardín y logré lo impensado en otro momento: hacer oídos sordos al jardinero y la bordeadora cortando el pasto.
Mirando a través de la ventana la tarea de Enrique el jardinero recordé la consulta que también tenía pendiente con él. Así que sordo y todo le comenté acerca del verde que quiero plantar contra la reja para darle más vida y privacidad a mi jardín. Me tiró un par de ideas y quedó en pasarme un presupuesto. Como quien no quiere la cosa, llegó el momento tan esperado y allá fui a lo que suelo llamar “hacer el servicio de limpieza”. Confieso que un tanto nervioso. Mi ORL de siempre aprovechando la pandemia, se jubiló. Y resulta un tanto inquietante la incertidumbre de toda primera vez. Más cuando se trata de pinzas, abbocath, y cánulas aspiradoras que literalmente violan tu conducto auditivo externo.
“Tome asiento en aquella silla”, me dice el galeno señalando un asiento al lado de un carro repleto de diferentes instrumentos torturadores prestos a entrar en acción. Porque debe quedar en claro que en este momento no soy médico. Soy un paciente extremadamente nervioso, taquicárdico, a punto de cagarme en los pantalones al ver al colega colgarse esa lupa enorme que ellos usan, en la frente, luego el casco (porque es eso, un casco)que oficia de máscara facial.
“Siéntese de costado hacia mi”, cuestión de que mi oreja quede frente a él, y le resulte más fácil ejecutar la maniobra de desobstrucción-violación que para mí fue, es, y será siempre un acto de tortura inevitable en busca del bien mayor. Del primer premio de la lotería. Del maldito hdp tapón de cera.
“¿La calefacción la nota muy elevada?” Me pregunta sinceramente al ver mi frente inundada de gotas de sudor. Al menos pretendo creer que sinceramente.
“Me resulta extremadamente estresssante consultar al ORL, Ud. comprenderá” le respondo con la mejor cara de “no te hagás el boludo y apurate”.
“Tranquilo. Esto no va a doler. Molesta un poco la aspiración al final pero nada más. En serio”
Cierro los ojos, aprieto una mano dentro de la otra, y me someto, recordando esa frase de humor negrísimo “Ante la inminencia de la violación, no te resistas. Relájate y goza”. Lpmqlp.
Primero agua oxigenada que logra tapar más lo que yo pensaba que ya estaba tapado. Ley de Murphy: siempre se puede estar un poco peor. Luego el burbujeo del líquido, la frialdad de una pinza o aguja o lo que mierda sea, metálico, que rasguña, sin dolor, es cierto. Y luego, la dichosa aspiradora que se enciende y se introduce en mi conducto auditivo, ahora sí, definitivamente violado.
Chchchchchsssssssssssssssssss
Y cuando ya casi me convenzo que sacó el tapón, la membrana timpánica, los Huesecillos del oído medio, los otolitos del más allá, y el último molar del maxilar superior...
PLOC. Se acaba el ruido, y advierto el oído DESTAPADO.
“Puede soltar su mano de la otra. Está cianótica de más “ me dice impertérrito el especialista.
Respiro profundo. Exhalo despacio.
Servicio realizado.
Al salir del policlínico, está nublado y frío. Me encasqueto el sombrero, subo el cierre de la campera, y me miro las manos. Están algo cianóticas. Seguro que por el frío reinante. Hasta dentro de seis meses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario