Todavía recuerdo
aquella vez que estábamos contigo en la playa. La arena, el mar, el viento y tú.
Hacía calor y era agradable. Unas gaviotas peleaban en vuelo. El sol estaba enorme
e iba camino a bañarse. Todo era perfecto. Casi todo. Tal vez hubiera sido mejor
sin toda la multitud que se apiñaba en aquella playa. El griterío de los niños y
de esas personas que no pueden hablar sin hacerlo a los gritos impedía sentir el
suave murmullo de las olas acariciando la orilla. Podíamos sentir sin dificultad
y seguir el tanteador del partido de paleta que unos desaprensivos jugaban cerca,
a pesar de todos los que caminaban por la cancha. El aroma del mar, a yodo y sal,
desaparecía detrás del olor a mandarinas y a aceite de coco que usaban en el campamento
de esa familia que se nos había instalado al lado.
Todavía siento en
mis ojos las raspaduras de la arena que me entró en la vista cuando esos muchachones
que estaban corriendo a uno que querían agarrar para tirarlo al agua, patearon arena
para todos lados.
Me parece estarte
viendo todavía cuando hiciste aquella mueca rara. Fue cuando aquel niñito pensó
que nuestras cosas eran un buen lugar para probar su habilidad —seguramente recién
adquirida— de dirigir su chorrito de orina.
Nos fuimos con rapidez
cuando empezaron a volar sombrillas con la turbonada. Casi corríamos entre la gente
que salía despavorida y la que buscaba a los niños perdidos. Sus aplausos de ayuda
se mezclaban con los de los que saludaban la caída del sol, que no se veía por las
nubes de la tormenta.
Fue en esa carrera
de salida seguramente cuando perdí la billetera y cuando vos pisaste el vidrio de
la botella de cerveza. En la policlínica del balneario nos atendieron bastante rápido
después que el «practicante» se despejara un poco. Nos aseguró que la marihuana
le mejoraba el pulso; la cicatriz del tajo y de los puntos te quedó como un simpático
tatuaje étnico. La infección y la fiebre cedió en unos días.
Todavía recuerdo
aquella vez que estábamos contigo en la playa. Es un recuerdo imborrable, es una
pesadilla que me persigue de tanto en tanto.
Comentarios
Muy bueno
Meri
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