Ayer fueron las elecciones en Colombia.
No fueron importantes.
No fueron importantes.
Si hubieran sido importantes los medios masivos de in-comunicación seguramente le hubieran dedicado algún espacio un poco mayor que a la separación de Shakira y Piqué o el juicio a Johnny Depp.
A nadie le deberá importar que un país de nuestra propia América del Sur cambie sustancialmente de rumbo. De ser un enorme catálogo de asesinatos, violaciones, avasallamientos, discriminaciones, sufrimientos pasen a ser la tierra de la gente que pueda vivir en paz.
Por suerte los preclaros personajes de nuestra política nacional ya nos avisan de no entrar en ese rumbo.
Por ejemplo la nunca tan bien ponderada senadora (la N° 3 de la línea que empieza por el princeso con el N°1) doña Graciela Blanqui. La misma que denunció tener datos inexcusables sobre quien había matado al fiscal argentino Nissman que le había dado la mismísima CIA (Sic). La que dijo a un cronista argentino que ella había aportado 500.000 votos en las últimas elecciones (Sic).
La senadora en cuestión largó un Twit con una foto de Pablo Escobar (viejo narco ya muerto) a quien acompañaba muy coqueto pecho al aire el candidato izquierdista colombiano Petro,
Como otras tantas veces la gente que es rápida, memoriosa y con muchas bases de datos pudo determinar que esa foto también era trucada. Y mostró las viejas fotos de donde provenían: la de Escobar y la cara de Petro.
Hasta ahora solo hay dos presidentes de esta América del Sur que no han felicitado a Petro en Colombia: Bobonabo de Brasil y nuestro princeso y Líder Mundial Lavenida Junior.
Dicen que están esperando el permiso de Luis Amargo y la OEA, no sea cuestión que algún Guaidó colombiano reclame el cargo de presidente y tengan que desandar el camino.
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