La Frase del viernes por Abelardo Abelenda
Esta semana disfruté del comienzo de la construcción del nuevo edificio en lo que fuera el último cráter del barrio, vestigio del Uruguay de la decadencia.
Por todo el Cordón, Parque Rodó, Palermo y barrio Sur se puede apreciar como se va reconstruyendo la faja costera de la ciudad con hermosos reciclajes, donde todavía funciona la integración de diferentes clases sociales y culturales.
Se está construyendo la Facultad de Comunicación, en el agujero dejado por la demolición del viejo Asilo Dámaso Antonio Larrañaga, en Gonzalo Ramirez y Jackson.
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En el año 1982 el arquitecto Mariano Arana publicó "Una ciudad sin memoria", un documental que denunciaba la demolición de edificios emblemáticos de la Ciudad Vieja para hacer estacionamientos. La ciudad se estaba quedando sin memoria, la piqueta fatal de la dictadura golpeaba, a pura demolición de gentes y edificios.
Pasó lo mismo en el barrio Sur y Palermo. Con el pretexto de "peligro de derrumbre", los militares demolieron edificios que identificaban a la cultura afrouruguaya, el conventillo Medio Mundo en la calle Cuareim 1080 y el Barrio Reus del Sur entre otros.
Así se fueron generando grandes cráteres y pequeñas caries que iban contagiandose a las casas vecinas, denunciando la enfermedad de la ciudad: la desintegración social y la destrucción de la trama urbana y social. A los desalojados se los mandó a complejos de vivienda en la periferia, se los quitó del barrio donde habían nacido, donde trabajaban, donde eran alguien y se los envió lejos, con menos posibilidades de inserción laboral y ascenso social.
Regresé al Cordón hace 15 años. Con alegría, año a año veo como los reciclajes y las viviendas van mejorando el barrio, trayendo gente joven con niños a una zona cada vez más envejecida. Los planes de la Intendencia, el Banco Hipotecario y la Agencia Nacional de Vivienda empiezan a dar resultados. Se construyeron cooperativas de ayuda mutua en el Reus del Sur y en el viejo Corralón Municipal, donde gente de todos los perfiles socio económicos se pudo quedar o volver a su barrio.
Prueba de un tejido social recompuesto la da un niño. Vivía en una casa ocupada junto a su madre y un montón de hermanitos en condiciones muy complicadas. Cuando planté un fresno en la vereda de mi casa me lo rompía todo, le pelaba las hojas. Un día lo encaré y les conté que si lo dejaba crecer, en unos años nos iba a regalar sombra. Con el paso del tiempo el niño se hizo hombre, es reconocido y trabaja en un comercio de la zona y en la feria de Tristán Narvaja. Hace poco me lo crucé en la puerta de mi casa. El calor era bochornoso, nos saludamos, el miró para arriba y me señaló la copa del fresno que hoy da sombra hasta la vereda de enfrente.
Adiós mi barrio
Viejo barrio que te vas
te doy mi último adiós
ya no te veré más.
Con tu negro murallón,
desaparecerá
toda una tradición.
Mi viejo Barrio Sur,
triste y sentimental,
la civilización
te clava su puñal.
Música: Ramón Collazo
Letra: Victor Soliño
Para escucharlo en versión de los Olimareños oprima aquí:
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