G manejaba por aquella ruta luego de una
larga noche de excesos
-Estoy bien despierto y esta hora ya no
habrá controles - se decía, sacudiendo la cabeza para despejarse.
La noche oscurísima, parecía una enorme
caverna, delante suyo una luz le marcaba el camino
De pronto la luz desaparece, presume un
accidente. Sin pensarlo se baja a ayudar.
Un hombre, una sombra corre hacia el único
árbol que se recortaba contra un horizonte apenas notorio. Al acercarse lo ve
colgado de una rama, sus pies basculando tiesos, se acerca, reconoce ese
rostro, despavorido corre para volver a su coche, ya no estaba.
Mas
lejos, otro coche, a pedal, similar al de su infancia estaba volcado, en su
interior un pasajero yace ensangrentado, ese rostro.
Corre.
El piso es blando, se hunde, corre sin
avanzar.
-Me tengo que ir, mañana tengo mil cosas
que hacer, ¿Dónde dejé el auto?
-Mi madre me mira con cara de enojada,
rompí el autito que me trajeron los reyes.
Mamá, no pude evitarlo, no me rezongues, no
podés, estás muerta. Ella sigue cocinando, -ya vas a ver cuando llegue tu
padre-.
-Esa luz blanca, el túnel, carajo, ¡no es
justo!
-¡La mierda! Así que esto es la muerte,
¿será el infierno?
Se acerca alguien vestido de blanco.
-Disculpe señor, yo era un hombre importante,
y creo que hay un malentendido. ¿Podré hablar con su jefe?
Por fin le contestó.
-Tranquilo, intente no moverse.
Comentarios
ilar
Es un relato que atrapa desde el inicio. Las imágenes revolotean frente a uno. ¡Muy bien contado! ¡Vamos por más!
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