Esa fue la noticia de la tarde.
Y del año.
Reventó el Garoto y toda la facultad se conmovió con la buena nueva.
Varios grupos nos hubiéramos disputado como conquista de nuestras mesas de Anatomía su mezquina carne de bayano con cara de sapo y panza de comisario amancebado.
De no haber sido porque el muy infiel no siguiera el ejemplo de Florencio Sánchez, los de abdomen se hubieran hecho una fiesta.
Los de cabeza y cuello por fin iríamos a descubrir qué puta había en el cerebro de ese pequeño déspota autoerigido en patrón de la cuadra.
El tipo reinaba en el hall de entrada de Gral. Flores.
Esa era su comarca.
Se hacía todavía en el cuartel (fajinero de cuarta), lavando autos de los oficiales, limpiando pesebres o chantajeando a las mujeres de los presos con paquetes de yerba y latas de palmitos.
Allí empezó su carrera de dictador bananero.
Así manejaba su tropa de lacayos, semiacostado detrás del mostrador, la mano izquierda para siempre en la bragueta.
Sus personeros te pedían la cédula o te hacían bajar la bufanda, delatando tu barba veinteañera.
Hasta ahí llegabas. Por orden del supremo no podías entrar, a pesar de la prueba de ingreso, el carnet de estudiante o la boleta que te tocara rendir ese día.
Un carajo.
El Garoto te espiaba desde su borrachera de poder y odio, y carraspeaba que tu cédula quedaba en custodia hasta que cumplieras el reglamento….
Se murió el Garoto y un aire de liberación saturó las catacumbas del subsuelo, opacando al agrio formol que desde marzo a octubre se te metía por la piel y te oprimía la garganta.
Eran los últimos estertores de la invasión extraterrestre.
Tiempos del Club Naval, de reuniones no tan secretas y asambleas a cara descubierta.
Y el tipo no pudo resistirlo.
Su corazón de milico no toleró tamaña desobediencia.
Por todo tributo le pateamos los mostradores y democratizamos el hall en una bacanal de barbas, pelos con colitas y mas de una atrevida boina seispuntista desfiló esa tardecita por la pasarela.
Sus fieles dirigidos no tardaron en acomodar el cuerpo y hasta hicieron desaparecer esas tan temidas túnicas marciales.
Reventó el Garoto y sonaba a venganza de generaciones enteras.
Su omnipotencia lo había convencido de su inmortalidad onettiana.
Tal fue la conmoción que cuando Josema fue a enterarlo a Carlevaro y le dijo “Decano, reventó el Garoto“, el profe, desde lo mas encumbrado de su doctrina académica, espantándose los lentes con una mano, sólo atinó a musitar: “¡qué lo parió…!”
Flaco
(ya no me acuerdo ni cuándo )
Comentarios
Pah!!! Cuánto mal recuerdo me trae esta muy buena semblaza de aquellas épocas. Evidentemente los que hemos transitado la Facultad de Medicina entenderemos perfectamente de qué se trata. A los otros que vivieron esa época en otros lados les ayudará la abstracción de lugar para ver el tiempo. Y a los más nuevitos, les ayudará a pensar qué es lo que ¡¡Nunca Más!!
Máximo Gur Méndez
Qué lo parió el Garoto, sudor frío, la famosa dictadura CÍVICO-militar, qué cicatriz. Y LOS DESAPARECIDOS ?????
Anónimo
Como decía Benedetti: Un muerto de mierda.
Daniel
En la Facultad de Derecho , pasaba lo mismo , no recuerdo el nombre del botón . Saludos
Anónimo
Pah!!! Cuánto mal recuerdo me trae esta muy buena semblaza de aquellas épocas. Evidentemente los que hemos transitado la Facultad de Medicina entenderemos perfectamente de qué se trata. A los otros que vivieron esa época en otros lados les ayudará la abstracción de lugar para ver el tiempo. Y a los máss nuevitos, les ayudará a pensar qué es lo que ¡¡Nunca Más!!
ResponderEliminarMáximo Gur Méndez
Qué lo parió el Garoto, sudor frío, la famosa dictadura CÍVICO-militar, qué cicatriz. Y LOS DESAPARECIDOS ?????
ResponderEliminarComo decía Benedetti: Un muerto de mierda.
ResponderEliminarEn la Facultad de Derecho , pasaba lo mismo , no recuerdo el nombre del botón . Saludos
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